En colaboración con CaixaBank
                    
                
                        De abandonar el deporte a ganar una medalla: 
                        la historia del atleta que volvió a creer
                    
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                A Álvaro del Amo aún se le humedecen los ojos cuando recuerda el momento en que supo que se iba a colgar la medalla de bronce en lanzamiento de peso en los Juegos Paralímpicos de París. En ese instante se agolparon muchas cosas en su mente. Las horas de entrenamiento, los días de sacrificio, los consejos de su entrenador, el apoyo de su entorno. El llanto y la euforia fueron incontenibles. Y eso, que como evoca su entrenador Jorge Gras, la prueba no comenzó del todo bien.
“En París habíamos empezado muy mal la competición”, recuerda Jorge. “Los primeros lanzamientos fueron flojos. No sé si íbamos sextos o séptimos”, rememora. Pero entonces llegó el punto de inflexión. “Álvaro consiguió hacer marca personal, y en el siguiente lanzamiento volvió a superarse”, relata. Estaban terceros y solo quedaba el lanzamiento de un rival que podía arrebatarles el bronce. “Cuando vimos que no lo conseguía, se nos puso la piel de gallina”, recuerda Jorge. “Empezamos a llorar, nos fuimos a la grada, abrazamos a todo el mundo”. Ese breve instante condensó años de esfuerzo y complicidad entre un deportista y su entrenador. Entre dos amigos.
                    “La primera vez que entrenó conmigo”, recuerda el entrenador de Álvaro del Amo, “vi a un deportista con hambre, con ganas de mejorar, de lanzar un poco más lejos”
La emoción que vivieron en París no fue fruto del azar. Detrás del metal hay años de trabajo silencioso, entrenamientos duros y, sobre todo, muchas personas que empujan desde la sombra. Álvaro del Amo no siempre fue un atleta profesional. “Había hecho deporte desde pequeño”, recuerda su Jorge, “pero a medida que fue perdiendo la vista, lo dejó”. Años después, su jefe, Alfonso Fidalgo, lo convenció para que lo retomara. “Empezó poquito a poco, entrenando casi por hobby, sin grandes pretensiones”, explica Jorge. Pero había algo competitivo dentro de él. “La primera vez que entrenó conmigo vi a un deportista con hambre, con ganas de mejorar, de lanzar un poco más lejos”, observa su entrenador. “Poco a poco, con trabajo, con confianza, con constancia… llegamos a estar entre los mejores del mundo”.
Ese progreso no habría sido posible sin la red que lo sostiene. Su familia, su equipo técnico, su guía y un entorno que cree en él tanto dentro como fuera del estadio. Ese acompañamiento es, precisamente, lo que CaixaBank impulsa desde hace años junto al Comité Paralímpico Español. Su apoyo permite que deportistas como Álvaro puedan centrarse en lo importante, en entrenar, competir y seguir creciendo. Y más allá de los propios recursos, CaixaBank trabaja por dar visibilidad y reconocimiento a estos atletas, demostrando que el talento no tiene etiquetas y que el deporte, cuando se vive con pasión, es sobre todo una historia de personas.
Acompañar para llegar más lejos
CaixaBank cree en el valor de quienes impulsan a los deportistas a llegar más lejos. Su apoyo al Plan ADOP es un compromiso con las personas, con sus sueños y con la energía que genera sentirse respaldado en cada paso del camino.
Historias que merecen ser contadas
Cada atleta paralímpico representa un ejemplo de constancia, trabajo y pasión. CaixaBank trabaja para darles la visibilidad que merecen, mostrando al mundo que detrás de cada medalla hay un equipo, un esfuerzo compartido y una historia que inspira.
Un compromiso que va más allá del deporte
Apoyar el deporte paralímpico es apostar por una sociedad más abierta y diversa. Por eso, CaixaBank acompaña a deportistas como Álvaro del Amo dentro y fuera de la competición, contribuyendo a que puedan desarrollar todo su talento con las mismas oportunidades que cualquier otro atleta.
La fuerza de creer en las personas
Cada logro refleja la dedicación de entrenadores, familias y entidades que creen en el potencial de los deportistas. CaixaBank contribuye a que ese esfuerzo tenga impacto, convirtiendo la constancia en ejemplos que inspiran a toda la sociedad.
Personas tan importantes como su guía, Daniela Mellado. Ella también sintió la medalla en París como propia: “Fue un grito, unas ganas de llorar, las manos temblando… fue increíble”, recuerda. Su vínculo supera la propia competición. Ella es parte fundamental tanto de su vida personal como deportiva. “Álvaro me ha enseñado cómo acompañarle, cómo colocarle las pesas, cómo ayudarle a situar el pie en el círculo antes de lanzar”, explica.
Cada vez que Álvaro levanta y lanza los 7,260 kilos de la bola, sabe que la distancia a la que alcance también pertenece a las personas que lo acompañan, a personas como Álvaro y Daniela. Para él, el peso es mucho más que una herramienta, es un símbolo, nos dice, de esfuerzo y de superación, la prueba tangible de que “en esta vida nada es fácil”. Pero, sobre todo, representa la parte más humana del deporte. “Es la alegría de compartir momentos con compañeros, con mi entrenador”, observa. “Significa que gran parte de mi día a día está aquí, dedicándole tiempo e ilusión”.
                “A Álvaro le gusta aprender”, asegura su guía. “Aunque sea difícil, lo intentará”
No obstante, es indudable que cualquier éxito de un deportista parte de su propio tesón, de su esfuerzo, de su capacidad para solventar dificultades. Y en el caso de Álvaro hay algo más, su propio carácter. Un rasgo que a veces se pasa por alto, pero que es tan importante como el talento, es que disfruta con lo que hace. “Álvaro es, sobre todo, un disfrutón”, nos dice su entrenador. “Es una persona que se hace querer, siempre tiene una sonrisa en la cara”, resalta.
En energía positiva contagia a todos los que están a su lado. “A Álvaro le gusta aprender”, destaca su guía. “Aunque sea difícil, lo intentará”, observa. Él mismo lo resume con claridad: “Yo hago esto porque me lo paso bien, independientemente de que me salga bien o mal”, confiesa. Esa forma de entender el deporte encarna el espíritu que promueve CaixaBank, el de atletas que no se miden solo por los resultados, sino por la pasión con la que viven cada día. Porque apoyar a personas como Álvaro del Amo es apostar por un deporte en el que el esfuerzo y la alegría van siempre de la mano.
                    El lanzamiento de peso representa, nos confiesa Álvaro, “la alegría de compartir momentos con los compañeros y con mi entrenador”
La forma que tiene Álvaro de entender el deporte explica también por qué se ha convertido en un referente. Para él, el mayor reto no está en competir, sino en atreverse. Por eso, cuando le preguntan qué le diría a un joven con discapacidad visual que quiera seguir sus pasos, no duda: “Que venza el miedo a salir de su zona de confort y que se enfrente a todos los retos que le va a poner la vida; y que lo haga con ilusión y con ganas, porque sin ellas no merece la pena hacer nada”, asegura.
Habla desde la certeza de quien sabe que cada logro empieza con un paso valiente. Su historia es la prueba de que los límites solo existen hasta que alguien se atreve a desafiarlos. Esa mentalidad define a Álvaro dentro y fuera del estadio. Y esa es, sin duda, la huella que deja, la de un deportista que compite con la fuerza del esfuerzo… y con la alegría de quien ama lo que hace.
                    
                    
                    
                Álvaro ha aprendido que el éxito se mide también en la capacidad de disfrutar del camino. “Yo creo que cuando entras disfrutando siempre salen las cosas”, asegura. Esa forma de entender el deporte, que combina pasión, entrega y alegría, es la que lo impulsa cada día a progresar. Porque, para él, el deporte es ese espacio donde se encuentra con sus límites para volver a superarlos. Y en ese viaje, nada es tan importante como sentirse acompañado.
Ahí es donde entra en juego el respaldo de entidades como CaixaBank, que, a través de su compromiso con el deporte paralímpico, contribuye a crear un entorno donde el talento florece sin barreras. No se trata solo de apoyar el rendimiento, sino de acompañar historias como la de Álvaro, que inspiran por su autenticidad y por su esfuerzo. Y es que, como él mismo dice con una sonrisa, “mi discapacidad es solo otra cosa más de mi vida”.
Un simple consejo cambió la carrera de este medallista español

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