El 11 de mayo del 2024 lo tiene clavado Marc Roma Romero (Vic, 2008), hijo de los dakarianos Nani Roma y Rosa Romero, y piloto de motocross desde los seis años. Hasta aquel maldito accidente de hace año y medio.
–Fue en Lugo. Era la segunda carrera que hacía del Campeonato de Europa de motocross de 125cc. En unas tandas de clasificación cometí un error en un salto. Salí mirando arriba y caí de espaldas. Me intentaba levantar y veía que no podía. Ya me imaginaba la gravedad de lo que podía ser... Pensé: ‘No volveré a caminar en la vida’, porque desde un primer momento no tenía sensibilidad.
Marc Roma con su silla de ruedas en las inmediaciones de su casa
Un helicóptero lo trasladó al hospital de A Coruña, donde lo operaron de urgencia. El diagnóstico confirmaba los temores de Marc y su familia: fractura de las vértebras torácicas T4 y T5 con afectación de la médula espinal. Una lesión “completa”, lo que se conoce como un “Asia A” en la escala de discapacidad de estas lesiones.
–Significa que a nivel de T3, desde el pecho hacia abajo, no tengo sensibilidad ni movilidad. Se supone que con una lesión completa no puedes evolucionar. Pero en este año y medio he entrenado mucho, he hecho mucha recuperación y he podido mejorar en sensibilidad y movilidad. Las pruebas que me han hecho últimamente dicen que ahora estoy a nivel T12, que es mucho más abajo. Por eso tengo bastante estabilidad y control del tronco, y sensibilidad en las lumbares y los abdominales.
La nueva realidad de Marc
“No sabemos hasta dónde puedo llegar. Como nadie me dice 'aquí te quedarás', yo lo sigo intentando, entrenando y poniéndole ganas”
Una evolución que llena de esperanza a la familia Roma Romero. Pero con el freno puesto.
–Te dan cero expectativas de ir mejorando. La complejidad de las lesiones medulares es tan alta, y al no saber te dicen que nunca harás nada más. Pero no nos lo creímos y lo hemos podido ver: un crío de 16 años, trabajando con la plasticidad, con las células evolucionando hasta los 22, puede mejorar mucho. Tenemos que seguir trabajando, porque cada milímetro que gane significa más confort de vida para él. Y sobre todo pensando en un futuro, por todo lo que pueda llegar: cuanto más preparado esté, mejor –explica Nani, que ha puesto todos los medios para hacer más sencilla la vida al chico.
La visión del padre
“Te dicen que no harás nunca nada más; no nos lo creímos, Marc siguió trabajando y ha mejorado muchísimo”, dice Nani Roma
En su casa de Santa Maria de Merlès (Barcelona) instaló rampas y un ascensor, montó un gimnasio para Marc y contrató a un equipo multidisciplinar de cuatro personas, para hacer fisioterapia, reflexoterapia, osteopatía, gimnasia, movilidad... Los progresos son gasolina para la familia.
–No sabemos hasta dónde puedo llegar. Como nadie me dice “aquí te quedarás”, yo lo sigo intentando, entrenando y poniéndole ganas –dice Marc animado.
Pero con ganas, con muchas ganas, no hay bastante. Un joven de 17 años, deportista, piloto de motocross, con el veneno de la velocidad inoculado, el gusanillo de la competición, hijo de luchadores, necesita incentivos para darse impulso. Marc se ha aferrado al deporte, y en especial al motor.
Marc Roma ha recuperado la motivación con el car-cross
–Probé de todo estando en el instituto Guttmann: tenis, esquí, bicicleta... Pero comparado con lo que hacía antes no era lo mismo. Hasta que un día probé un coche...
Fue en diciembre, el coche adaptado de Albert Llovera -una de sus mejores ayudas- en el circuito de hielo de Pas de la Casa. La cara de felicidad que se le dibujó a Marc hizo ver a su padre que aquella era su mejor medicina. La mayor motivación para el chico.
La reflexión de Marc
“En la vida todo pasa por algo. Quizás el camino de las motos no era el que me tocaba y el de los coches es el que realmente se me da bien”
–Conducir un coche era lo más parecido a lo que podría hacer como una persona normal. Es lo que más me recuerda a lo que hacía: lo principal es la adrenalina, como cuando estaba en una parrilla con 40 pilotos a punto de salir o dando saltos. Nada más en la vida me proporciona aquellas mariposas en el estómago. Conducir un car-cross me permite recuperar estas sensaciones que cuando has entrado en el mundo de la gasolina no pierdes ya nunca más –expresa Marc.
Marc, junto a su padre y el car-cross con el que se entrena en el circuito de su casa
Sus pasos al volante son incipientes. Solo se ha subido unos cuantos días a un car-cross en el circuito de tierra que tiene en el terreno de su casa, pero Marc ya ve que este puede ser su camino; su nueva vida deportiva.
–Eso me encantaría. Sería un sueño, como fue siempre poder dedicarme al deporte. Lo pienso a menudo: en la vida todo pasa por algo. Quizás el camino de las motos no era el que debía seguir y el de los coches es el que realmente me gusta y se me da bien. Intentaré luchar por hacer eso.
La idea de Marc es aprender a conducir con las manos, con el volante adaptado (complicadísimo), y divertirse, pero con los ojos puestos en la competición para acabar dedicándose. Como hicieron Albert Llovera o Isidre Esteve, sus referentes.
Mi vida pasó de luchar por correr en moto a no tener ningún sueño. Poder ir en coche y ver que puedo volver a competir es importantísimo para mí”
–Mi vida ha pasado de luchar por correr en moto a no tener ningún objetivo ni ningún sueño. Hacía rehabilitación y nada me motivaba. Poder ir en coche y volver a ver que puedo competir es importantísimo para mí. Si no tienes un objetivo en la vida se hace todo más complicado. Sería un sueño poder dedicarme a esto –confiesa Marc con los ojos brillantes.
Marc con su madre, Rosa Romero, y su perro Fritz
¿Y el padre qué dice?
–Todo es un proceso. Ahora toca aprender e ir progresando. Si se le da bien, empezar a competir, como cuando tenía 10 años. ¿Ir al Dakar? Eso son palabras mayores. Tiene que ir poco a poco.
Los frenos de Nani Roma
“Todo es un proceso. Ahora le toca aprender a conducir un coche adaptado. ¿Ir al Dakar? Eso son palabras mayores, tiene que ir poco a poco”
¿Y la madre qué piensa? (Rosa Romero es otra veterana y curtida dakariana, como piloto de motos y copiloto de coches. Prefirió mantenerse en un discreto segundo plano)
–A mi madre le gusta verme feliz, pero no la motiva demasiado que vuelva a competir y verme en los circuitos.
El exoesqueleto
Voluntario para desarrollar el robot de ABLE
Fundada en Barcelona en el 2018 por los ingenieros y emprendedores Alfons Carnicero y Àlex Garcia, ABLE Human Motion es una empresa de dispositivos médicos que desarrolla tecnología punta de exoesqueletos, es decir, estructuras robóticas que ayudan a mejorar la movilidad, la salud y la calidad de vida de personas con discapacidad. Los Roma los conocieron en la Guttmann y Marc se ofreció a colaborar para desarrollar un modelo más asequible. El exoesqueleto funciona como un robot que se coloca en las piernas y las mueve para caminar. “Lo bueno es que te permite ponerte de pie, a la misma altura que el resto, hace trabajar las articulaciones, musculatura y huesos ya que el cuerpo se vuelve a estirar, y se mueven los aparatos internos, acostumbrados a estar todo el día sentado”, explica Nani. “La sanidad pública debería ayudar más a desarrollarlo y hacerlo llegar a los lesionados”. Los modelos de uso doméstico cuestan entre 150.000 euros –los americanos y japoneses– y 30.000 los nuevos que saldrán en el 2026. El inconveniente es que los actuales exoesqueletos son de uso complejo, hace falta un técnico controlándolo. “No puedes ir solo. Por ahora, lo veo más como una herramienta de rehabilitación que para el día a día”, dice Marc.
