La derrota en el último clásico aún escuece en Barcelona. “Nos hizo bastante daño por la derrota en sí y por la manera en la que perdimos”, confesaba Irene Paredes, recordando la polémica arbitral y aquel gol legal anulado a Jana Fernàndez por un inexplicable fuera de juego. Este año contarán con la ayuda del videoarbitraje: “Aquella jugada condicionó el partido. Que ahora tengamos esta opción es un paso hacia delante. Si creo que hay alguna jugada que es de revisión, la pediré, aunque hasta ahora no nos ha salido muy bien”, ironizó en la previa.
Más allá del arbitraje, Romeu reconoció que el equipo no estuvo bien el año pasado, pero que ahora son mejores: “No fue nuestro mejor partido pero eso pasó hace meses, ahora somos otro equipo, uno mejor. Hemos ganado valentía a la hora de presionar hacia adelante y no regalamos apenas ocasiones de gol, mientras que la temporada pasaba en algunos partidos sí que nos llegaban con más facilidad”.
Con el aliciente de la revancha muy presente, el vestuario lo tiene claro: “Tenemos más ganas de ganar que nunca”, sentenciaba Claudia Pina. Controlar las emociones es trabajo del entrenador y Pere Romeu avisa: “La sobremotivación no es buena. Hay que jugar con la cabeza y con el corazón”.
Si ganan, se pondrán siete puntos por delante del Madrid, una distancia “muy positiva”, pero “no totalmente definitiva”.
El Barça afronta el partido con las únicas bajas de Patri Guijarro y Salma Paralluelo. “Tengo clara la alineación”, aseguraba Romeu sin dar pistas, aunque el once está claro, con Aleixandri ocupando el lugar de Patri y con Ewa Pajor, ya recuperada, en el ‘9’. Será el último partido del femenino en un Montjuïc que lucirá la entrada más floja de todos los clásicos que ha acogido, unos 30.000 espectadores. El elevado precio de las entradas –de hasta 65 euros– y la poca promoción del partido que se ha hecho desde el club, no han ayudado.
“No sé por qué no ha llegado a la gente que jugamos contra Madrid”, se lamentaba esta semana Caroline Graham Hansen.

