El juego y el ánimo

por la escuadra

El juego y el ánimo
Contributing Writer

Debe pasar tres cuartos de lo mismo si sigues cualquier otro equipo en la élite del deporte mundial. Pero ser un aficionado al primer equipo del Barça, seguir sus evoluciones a lo largo de una temporada, es tener que rendirse a la evidencia de que los imponderables mandan mucho más, son mucho más decisivos, de lo que a todos nos gustaría aceptar.

A un deportista le toca tratar de reducirlos a su mínima expresión. Combatirlos como si fueran excusas de mal perdedor. Los aficionados, en cambio, no podemos evitar recrearnos. Todo el mundo sabe qué contagioso es el pánico. Pero nadie se acuerda de las dudas, de cómo nos gusta alimentarlas. ¿Habría cambiado todo si Ferran Torres hubiera marcado el martes? Es evidente que sí. Pero quizá no...

Raphinha salió a jugar los últimos minutos en Stamford Bridge como si todavía fuera todo posible

Me atrevería a decir que la historia de cada partido se corresponde con la historia de cada temporada. De una titubeante propuesta inicial, que quiere medir la realidad, pasamos a un primer intercambio de golpes. Y entonces, el resultado del primer intercambio, a favor o en contra, determina y condiciona la moral para afrontar los siguientes embates. Mirad si no cómo nos entran las dudas, o nos crece la autoconfianza, según si perdemos o ganamos un clásico, por ejemplo. Y al mismo tiempo, advertid cómo el hechizo no dura mucho más allá. Al cabo de unos cuantos partidos, la autoconfianza o la depresión se disuelven, o la una o la otra vuelven con fuerza, según si hemos hecho más o menos bien las cosas.

A Jorge Valdano le gusta repetir una frase muy probablemente suya, pero de indiscutible raíz menottista : dice que el fútbol es un estado de ánimo. También a menudo, para ilustrar la idea, dice que el muy buen líder tiene que ser, de una parte, experto en la disciplina donde ejerce su liderazgo, en fútbol, si hablamos de entrenadores y, de la otra, tiene que ser un experto en seres humanos. ¿Por qué? Pues porque el estado de ánimo, de todos los componentes de un equipo de trabajo influye en la manera de llevar a cabo el trabajo. Hay medidas tácticas, por ejemplo, que solo funcionan si se cree en su eficacia. Sin embargo, por desgracia, empiezas a creer porque, un día en concreto, aquel día, funcionaron. He aquí el problema, en versión futbolera, del huevo y la gallina. ¿ Qué fue primero, el acierto o la fe en el acierto? Si no pruebas aquel pase, nunca sabrás si lo podías hacer... Por eso, jugadores como Raphinha, Gavi, o aunque nos pese, Cucurella, son tan importantes: tienen fe para mover montañas. Raphinha salió a jugar los últimos minutos en Stamford Bridge como si todavía fuera todo posible, como si sus compañeros no hiciese mucho rato que habían dejado de creer en la remontada. Le hemos echado mucho de menos.

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