El pasado verano el Barça apostó por volver a empezar en la sección de baloncesto. El proyecto de Roger Grimau, sin títulos en su primera temporada, no obtuvo una segunda oportunidad y el general manager Juan Carlos Navarro decidió dar un volantazo tanto en el banquillo, con Joan Peñarroya al mando, como en la plantilla, renovada con hasta cinco fichajes. Cerca del ecuador de la presente temporada, los blaugrana no han dado el paso adelante esperado, sino dos pasos atrás, y este domingo (20:30h) afrontan un clásico decisivo contra el Real Madrid.
Ganar en el WiZink es vital para que los blaugrana puedan entrar en la próxima edición de la Copa del Rey, a falta de cinco partidos para el final de la primera vuelta de la Liga Endesa. De sufrir una nueva derrota, el Barça se expone a quedar fuera del torneo copero por primera vez en su historia. Los precedentes contra los blancos no invitan al optimismo, derrotado el Barça los últimos cinco partidos, dos este curso, en la Supercopa y más recientemente en la Euroliga.
La falta de fluidez en ataque, con un excesivo protagonismo del lanzamiento de triples, se junta con una defensa demasiado pasiva que sufre desconexiones a menudo
Las sensaciones de ambos equipos tampoco auguran buenas noticias para el conjunto catalán. El Madrid empezó titubeante la temporada, incluso peor que su eterno rival, pero en las últimas semanas ha cosechado victorias de prestigio gracias a una solidez anhelada en un Barça a la deriva que ha sumado diez derrotas en los últimos 16 partidos, un periodo en el que solo ha encadenado dos triunfos seguidos.
El último ejemplo del desaguisado culé se vio en la reciente derrota contra el Estrella Roja (74-78) en la Euroliga, competición donde los de Peñarroya están fuera de la zona de playoffs acabada ya la primera vuelta. El Barça suma las mismas victorias que derrotas, un total de nueve, y sus guarismos son mucho peores que los cosechados por el equipo entrenado el curso pasado por Grimau, que acabó la fase regular con 12 derrotas y en la cuarta plaza. Los blaugrana son ahora undécimos y van camino de acercarse al peor registro del club en la máxima competición europea con el actual de formato, de 19 derrotas en la temporada 2017-18.

Kevin Punter lanza forzado ante Joel Bolomboy en el partido ante el Estrella Roja.
Lejos de mejorar con el paso de las semanas, algo habitual en los proyectos con muchos cambios, el Barça ha entrado en una espiral de malos resultados y rendimiento coral cada vez peor sobre el parquet. Contra los serbios, un equipo con mucho talento que ha sabido ensamblar toda la piezas, los blaugrana se mostraron impotentes ante la buena e intensa defensa rival y su única respuesta fueron acciones individuales en situaciones, la mayoría, muy forzadas. Como muestra, las últimas dos jugadas decisivas de Punter, una terminada en falta en ataque y la definitiva un balón perdido que confirmó la derrota. La falta de fluidez en ataque, con un excesivo protagonismo del lanzamiento de triples, se junta con una defensa demasiado pasiva que sufre desconexiones a menudo y concede tiros fáciles a los oponentes.
Los aficionados del Palau solo han visto bandazos sin rumbo los últimos dos años, tanto en los despachos como en la pista
El Barça ha realizado dos cambios en el banquillo y nueve fichajes en las últimas dos temporadas, además de las incorporaciones circunstanciales de Ricky Rubio, ya fuera del equipo, y Raul Neto, sustituto del lesionado Laprovittola. Willy Hernangómez, Jabari Parker, Darío Brizuela y Joel Parra llegaron el curso anterior y este año se incorporaron Kevin Punter, Justin Anderson, Chimezie Metu, Youssoupha Fall y Juan Núñez. Salvo Parker, ninguna de las nuevas caras ha rendido al nivel esperado de forma regular, solo en actuaciones esporádicas. Únicamente Satoransky, Abrines, Vesely y Laprovittola, esta temporada ausente por lesión, son los únicos jugadores que se mantienen de la plantilla campeona de la Liga Endesa 2022-23, el último título de la sección. Desde entonces, los aficionados del Palau solo han visto bandazos sin rumbo, tanto en los despachos como en la pista. Una derrota contra el Madrid podría provocar otro volantazo en el banquillo hacia lo desconocido.