No descansan. O compiten o se entrenan. No se pasean. Siempre están ojo avizor, al acecho, con las piernas cargadas. No pierden el tiempo, la palabra calma no existe para ellos, que son de todo menos burocráticos, siempre al 100%. Y más si queda un mes para el Tour. Cualquier carrera se pegaría por empezar con Pogacar, Vingegaard, Van der Poel o Evenepoel ganando. El Dauphiné los tuvo a los cuatro copando las primeras posiciones... de la primera etapa.
¿Una jornada para coger ritmo tras las concentraciones? Para nada. ¿Llegada para los sprinters? No si puedo evitarlo. Tadej Pogacar no perdona ni en los días que no son de sus características. Una cota de 600 metros, la cote de Buffon, a 7 km de Montluçon propició un ataque de Vingegaard. Enseguida se le pegaron Pogacar y Van der Poel. Poco después llegaron Buitrago y Evenepoel. Como si fuera una clásica, se jugaron la victoria. Por detrás llegaba el pelotón en estampida, pero el campeón del mundo aprovechó el esfuerzo de Van der Poel para batirle en los últimos metros, con Vingegaard segundo. Impensable, pero ellos son así de geniales. Imposibles de controlar. Vaya manera de arrancar la semana.
Los sprinters, sin opciones
Una tachuela de 600 metros a 7 km de meta desató el primer ataque del danés, al que respondieron los otros magníficos
Era una tachuela pero no la desaprovecharon. No llegaron a tener nunca ni 10 segundos de ventaja. Ni falta que les hizo. Era divertimento, adrenalina pura. Quizás faltaba Van Aert, que no participa después de ayudar a ganar el Giro a Simon Yates. ¿Alguien duda que hubiera estado con ellos?
Pogacar sorprendió a Van der Poel, el más rápido de los cinco. E incluso un poco a si mismo. “Estaba todo preparado para volver rápido al autobús y tomar una ducha rápida y sentarme cómodamente a disfrutar del resto del día. Pero no me importa estar aquí en el podio y las entrevistas”, confesó.
Es su octavo triunfo del 2025, 42 días después de la Lieja, donde paró de correr, y le faltan cuatro para llegar a las 100 en su carrera. “Pero que nadie se preocupe. Igual me retiro pronto cuando mi contrato se acabe”, dejó caer. Así son los genios, imprevisibles. Faltan cinco años, eso sí, porque está atado con el UAE hasta el 2030.