Pogacar apabulla en Hautacam y encarrila su cuarto Tour

Tour de Francia | Etapa 12

El esloveno aventaja a Vingegaard en dos minutos en la meta tras una ascensión colosal

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Tadej Pogacar celebra su triunfo en Hautacam

MARTIN DIVISEK / EFE

Desde Lourdes, y a pesar de sufrir la canícula que aprieta en el mes de julio, se puede distinguir todavía con nitidez la nieve en las cumbres pirenaicas. A este lado de la cordillera los peregrinos llegan en masa con la esperanza de encontrar respuestas a sus plegarias. Pero en estos días es más fácil toparse con los fieles de la bicicleta, que se apostan en cualquier cuneta para alabar a sus, en ocasiones como ayer, deidades. El ciclismo es la otra religión de este pequeño pueblo de 14.000 habitantes, famoso por las apariciones de la Virgen María hace dos siglos. Esta es la puerta hacia el cielo dicen los lugareños, pues a escasos kilómetros se eleva una montaña que con solo pronunciar su nombre eriza la piel de cualquier aficionado mínimamente ilustrado. Hautacam es uno de los gigantes de este Tour. 13,5 kilómetros a una media de 7,5% y 1.500 metros de altitud. La primera prueba de fuego. Puerto de categoría especial, detector de mentiras ideal para quien hubiera disimulado estar fuerte durante las primeras once jornadas. Buscaba el milagro Jonas Vingegaard y su potente Visma, pero eso era posible. No se le apareció la virgen al danés porque el milagro, en realidad, es Tadej Pogacar, venido de otra galaxia para deleitar al mundo con esfuerzos sobrehumanos.

La prueba del algodón, el lugar donde la verdad aparece sin remisión. En el que el regateo no es posible. Ni magulladuras tras la caída, ni desgaste previo, ni ausencia de apoyo del equipo, aunque ayer sí le ayudó hasta el final. No hubo excusas para Tadej Pogacar. A su manera, más bien a la de Miguel Indurain, sentado sobre la bicicleta, concentrado en sus vatios y con rictus serio e inalterable, atacó con valentía desde el pie del puerto más místico de esta carrera, con 12 kilómetros por delante, y no solo recuperó el maillot amarillo, sobre todo asestó un golpeo tremebundo al que parece será su cuarto Tour de Francia. El esperanzado Vingegaard entendió al fin que no puede seguir negando la evidencia y perdió dos minutos en la meta en el primer combate con fuego real.

Los libros de historia recordarán que la subida a Hautacam del esloveno como un ejemplo más de sus características sobrenaturales. Rompió todos los estándares establecidos con un ataque lejano y mantenido para firmar la segunda subida más rápida de la historia, solo por detrás de lo logrado por Bjarne Riis en 1996, aunque ayudado este farmacológicamente. Se marchó con facilidad Pogacar en las primeras rampas duras y kilómetros a kilómetro fue añadiendo segundos al otro danés. Diez por cada uno. Excepto en el último, que aceleró para doblar la distancia. Durante los diez primeros no se levantó de la bici. Colocarse el pinganillo en la oreja fue el único gesto que regaló el esloveno. Vingegaard, en cambio, se retorcía de dolor buscando la posición en la bici o refugiarse del viento contra las vallas. Un duelo que fue un aperitivo de la contrarreloj con final en Peyragudes, que hoy puede suponer la sentencia definitiva.

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Por las centenarias departamentales francesas, carreteras con múltiples interconexiones que bordean las autopistas y con cientos de aficionados apostados a los lados, aunque ordenados tácticamente protegiéndose de un calor abrasador, el Visma aceleró el ritmo en el Col du Soulor (1ª categoría), primera dificultad del día de los 180 kilómetros que comprendía el día hasta Hautacam (categoría especial). La carrera se lanzó y el pelotón adelgazó hasta las quince unidades, que perseguía una muchedumbre, -más de50 corredores entraron en la etapa del día-, que iba por delante. El francés Armirail quería ser profeta en su tierra y se hizo fuerte allí, perseguido por Skjelmose. El del Decathlon, fichaje todavía no confirmado del Visma para el curso que viene, llegó con dos minutos de ventaja al pie de la subida final. Para entonces en el pelotón ya no estaba Evenepoel, que prefirió marchar a su ritmo y logró mantener el tercer puesto en el podio.

No era la etapa más dura, pero la primera prueba de montaña siempre es un incordio. Es en estos estrenos cuando las piernas se niegan a obedecer y a cambiar de registro. Es el día más propicio para que los fantasmas del mazo nieguen la supervivencia a cualquiera.

Uno de ellos fue Enric Mas, que antes de coronar el Col du Soulor, primer puerto del día de primera categoría, ya había orillado sus opciones de estar con los hombres importantes. Se le atragantó al balear su terreno demasiado pronto. El UAE preparó el ataque de Pogacar y desde ese momento la ascensión a Hautacam se convirtió en un reguero de corredores buscando su ritmo, absorbiendo bocanadas de aire en busca de un elixir milagroso. Almirail fue superado a 11 de meta. Y tras los dos colosos, Lipowitz apareció como el primero de los mortales, no demasiado lejos de Vingegaard.

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LUZ ARDIDEN, FRANCE - JULY 15: Dylan Van Baarle of The Netherlands and Team INEOS Grenadiers, Tadej Pogačar of Slovenia and UAE-Team Emirates Yellow Leader Jersey, Jonas Vingegaard of Denmark and Team Jumbo-Visma White Best Young Rider Jersey, Wout Poels of The Netherlands and Team Bahrain - Victorious Polka Dot Mountain Jersey & The Peloton at Col du Tourmalet (2115m) during the 108th Tour de France 2021, Stage 18 a 129,7km stage from Pau to Luz Ardiden 1715m / Fans / Public / @LeTour / #TDF2021 / on July 15, 2021 in Luz Ardiden, France. (Photo by Tim de Waele/Getty Images)

Lugar donde abunda la naturaleza salvaje y en el que un día cualquiera se pueden contemplar las nubes, Hautacam es historia y una vez más lo ha demostrado. Una montaña esta que nunca olvida a sus conquistadores, como Javier Otxoa, que cuando en la cumbre todavía llovía en julio y la niebla reinaba con total normalidad, allí por el año 2000, logró una gesta imperecedera por delante de Lance Armstrong. Hace pocos días se cumplieron 25 años de su gesta, que precedió a una tragedia descomunal, pues solo unos meses después de tocar el cielo, fue arrollado por un coche en una carretera de Málaga, que le dejó secuelas de por vida y le costó la vida a su hermano gemelo Ricardo.

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