El Barça tiene lo que se merece

Por la escuadra

El FC Barcelona atraviesa por uno de los momentos más críticos de su historia reciente y uno de los motivos que lo explican es que las personas a las que se entregan las llaves últimamente no han estado a la altura del colosal edificio. Uno se pregunta si no existe en Catalunya, territorio de influencia del club por proximidad geográfica y pasional, un ser bípedo, ya sea en su zona rural o urbana, con capacidad para llevar con cierto decoro y sin sobresaltos un club extraordinario y peculiar en muchos sentidos, sí, pero no tanto como para no encontrar a nadie mínimamente ordenado, honesto y cabal.

Si el poder en el Barça suele estar en manos inadecuadas, qué decir de aquellos personajes que, de repente, aprovechando que huele a muerto, reaparecen de la nada para arrancar unos minutos de la notoriedad mediática que nunca merecieron, especie cercana a la familia de los parásitos que encuentra hueco en la necesidad de generar noticias gracias a una noticia-matriz muy grande como ha sido la de no inscribir a Dani Olmo. Pocos como Jordi Farré, en cuyo esperpéntico tránsito para postularse a presidente en 2021 regalaba pizzas y tatuajes a cambio de firmas que luego destruyó para no reconocer que fueron escasas. Pues bien, en lugar de esconderse en una cueva, el hombre ha vuelto a sacar la cabeza para desdecirse de una presunta moción de censura en una supuesta rueda de prensa a la que no debería acudir nadie.

Jordi Farré ha vuelto a sacar la cabeza para intentar derrocar a Laporta

Jordi Farré ha vuelto a sacar la cabeza para intentar derrocar a Laporta

EFE/Alejandro Garcia

El club anda con la reputación tocada y solo faltaban los oportunistas para empeorarla

La lista sigue. Allí estuvo un día Agustí Benedito asegurando que una compañía emergente de bebidas energéticas cuyo nombre no aparecía ni en Google aseguraba un multimillonario patrocinio para la camiseta; o el fugaz Lluís Fernández Alá, que prometió sin que se le cayera la cabeza al suelo que con él volvería Guardiola y simuló en un acto pre-pre-pre-pre-electoral que una multitud le aclamaba cuando, retirando el zoom, eran cuatro los amigos que le rodeaban. Incluso Toni Freixa, del que esperábamos más por su condición de candidato serio en las pasadas elecciones, ha transmutado en un defensor a ultranza del mismo laportismo del que apostató y que tanto le insultaba. Principios de volubilidad marxista los suyos (hablamos por supuesto de Groucho y no del bueno de Karl).

Se suele subrayar la importancia del seguidor culé como vector social fundamental a lo largo de la historia del FC Barcelona, pero no sé yo si esa implicación y capacidad de modificar el trayecto del poder a través de un espíritu contestatario encomiable ha ido decayendo con los años.

Se suceden los episodios que laminan desde dentro la reputación del club sin que nadie lo remedie y afuera, la oposición más mesurada, que trata de aglutinarse para decir hasta aquí hemos llegado, es torpedeada por elementos folclóricos a quienes habría que aislar.

El enfermo necesita doctores titulados y no curanderos de tres al cuarto.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...