El Barça 2024-2025 es el nuevo campeón de Liga con total merecimiento. Un título al que hay que añadir la Copa y la Supercopa de España en lo que es una temporada magnífica. Una temporada con un nombre por encima del resto, el de Hansi Flick. El entrenador blaugrana ha conseguido transformar al Barça desplegando un fútbol atractivo y eficaz construido sobre los siguientes puntos.
La modernización de la esencia
El Barça ha sido un equipo con un plan de juego dinámico, vertical, ofensivo y con un ritmo de juego altísimo. Y es que el técnico ha sabido modernizar el juego sin perder la base del ADN Barça. Un fútbol dominador y que es inalterable sea cual sea el rival y el marcador. Además, lo ha convertido en un bloque que ha acabado dominando todos los registros futbolísticos posibles. A la histórica fortaleza del Barça para hacer daño a través de los ataques posicionales o por la asociación de talento interior, el conjunto de Flick ha explotado otros aspectos históricamente menos productivos como los contraataques, los disparos lejanos o la estrategia hasta ser el mejor también en todos ellos. El equipo blaugrana ha completado esta Liga siendo el equipo más goleador de Europa (con un promedio de 2,71 goles).
La defensa más alta de Europa
Pero si algo define al Barça 2024-2025 es su altura de juego. La altitud media de la defensa blaugrana ha sido de 36,1 metros. La más elevada del campeonato con mucha diferencia. Algo que lo ha convertido en el equipo más compacto con una seña identitaria propia: el fuera de juego. Una maniobra que es la suma de muchos pequeños detalles exquisitamente bien realizados y que los rivales han luchado por contrarrestar, pero que el Barça ha conseguido mantener gracias a una mejor lectura sobre cuándo mantenerse firme o cuándo ganar metros hacia atrás. El paradigma de ello fue el encuentro de Liga en el Bernabéu en el que la zaga blaugrana dejó hasta en doce ocasiones al Madrid en fuera de juego. Un aspecto que ha servido también para atacar mejor.

LV
Las dos presiones perfectas
Probablemente, el concepto futbolístico con el que más se identifica la figura de Flick es la presión. Desde el primer día ha sido coral, muy sincronizada y secundada por absolutamente todos los futbolistas. En la presión alta, el Barça moviliza a todos los atacantes, los medios y los laterales. En la presión después de perder el balón, la regla de los cinco segundos es innegociable. Y es que todos los jugadores cercanos se activan de inmediato para recuperar el balón. Eso es lo que explica que, con un 35% del tiempo total de partido, el Barça sea el equipo que más ha vivido en el último tercio del torneo.
Las nuevas píldoras de verticalidad
Ha conseguido una mezcla perfecta entre el control y el juego directo. El conjunto blaugrana ha sido el que más posesión ha tenido de la Liga (63,8%) y, a la vez, el que más ha disparado (18 veces por encuentro). También subrayar el incremento en los desplazamientos en largo. Especialmente desde el pie de Iñigo Martínez hacia Lamine Yamal o el de Pedri hacia Raphinha o Balde. Ambos han sido, con 4,9 y 3,8 de media respectivamente, los blaugranas que más han tirado de esta acción. Y con ello, el equipo ha conseguido situaciones de ventaja o de gol. El cómputo global de pases es considerable, pero tampoco exagerado (590). El equipo ha encontrado ese punto ideal entre sumar un mínimo de pases y, a la vez, ser agresivo hacia la portería.

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Pedri, Lamine y los ecosistemas a medida
Flick ha ido más allá de ofrecer un contexto adecuado a los futbolistas diferenciales, ya que también ha servido un escenario ideal para favorecer a los actores secundarios. Ha retrasado la posición de Pedri, ha concedido libertad total a Lamine, pero también Koundé, Balde, De Jong, Ferran Torres y, sobre todo, Raphinha han mejorado sus versiones a través de las bases tácticas implantadas por el técnico. El caso del brasileño es el más evidente. Flick le quitó la responsabilidad del desborde para encargarle las tareas de atacar los espacios para finalizar. Y el resultado ha sido espectacular.