Es peculiar tradición que antes de cada partido de Champions que el Barcelona disputa en su estadio suenen dos melodías: el preceptivo himno de la Liga de Campeones emitido por megafonía y otro que se le solapa surgido espontáneamente desde la grada en forma de sonora pitada. La tirria de un sector de la afición culé hacia el máximo organismo del fútbol europeo arranca a raíz de la sanción económica que recibió el club en 2015 por exhibir banderas estelades independentistas en la final de Berlín. Por aquel entonces el presidente de la UEFA era Michel Platini, a quien sucedería Aleksander Ceferin hasta la actualidad. El Barça, después de un fase de encuentros y desencuentros con el esloveno, ha abierto una nueva vía para avanzar de forma bilateral, con objeto de preservar los intereses del club pero con la firme convicción de que la UEFA debe ser una aliada. El palco no silbaría hoy. Las rencillas son agua pasada.
Incluso la alianza entre el Real Madrid y el Barcelona que llegaría después en favor de una Superliga europea muy mal vista por la UEFA se ha ido diluyendo. Mientras el Madrid de Florentino no le ve otra salida al fútbol de élite europeo, Laporta ha suavizado su discurso hasta elogiar el esfuerzo de Ceferin, aplaudiendo el nuevo formato de la Champions, estrenado el año pasado.
El Barça espera que las decisiones sobre el regreso al Camp Nou se tomen bajo esta nueva fase de entente
El club azulgrana considera que Ceferin, responsable por cierto de acabar con las sanciones por la exhibición de símbolos independentistas, ha dado un aire nuevo a la institución que preside y se interpretan como señales de acercamiento algunas de sus posiciones. Por ejemplo, la indispensable tolerancia ante el modelo de propiedad azulgrana, ejercida por los socios, entendiendo que el club no puede llevar a cabo una ampliación de capital como sí pueden hacer el resto de clubs. Esa supuesta deferencia habría resultado clave según el club a la hora de atenuar la sanción económica recibida por la UEFA, que no contabiliza les palancas efectuadas durante la temporada 2022-23 como ingresos extraordinarios, como sí hace LaLiga. Cabe recordar que el Barça fue castigado con una sanción de 60 millones de euros, rebajada a 15 si se cumplen una serie de condiciones.
La UEFA, por su parte, agradece el mencionado papel conciliador de Laporta, tendiendo puentes de diálogo con motivo del proyecto de la Superliga, una buena entente que se vio reflejada en la última ceremonia del Balón de Oro, donde ambos dirigentes coincidieron. No es casualidad por tanto que Ceferin haya aceptado la invitación del Barça de sentarse esta noche en el palco de Montjuïc. No lo hacía desde hace cinco años.
El club, mientras tanto, sigue en su lucha contrarreloj para obtener los permisos del Ayuntamiento con la idea de regresar al Spotify Camp Nou. Su aspiración es la siguiente: 18 de octubre Barça-Girona de Liga ante 27.000 espectadores (fase 1A) y 21 de octubre Barça-Olympiacos de Champions ante 45.000 (fase 1B). Casualidad o no, ayer la página web oficial de la UEFA designaba el Camp Nou como sede del próximo partido de Champions. No es oficial pero corrobora la sensación de unas relaciones totalmente normalizadas: significaría que Ceferin aceptaría la excepción y permitiría disputar en dos estadios distintos la fase de la liguilla. O eso parece.
Gesto solidario
El PSG lucirá en su camiseta el logo de la Fundación Xana
Los jugadores del PSG lucirán en Montjuïc una camiseta especial. En la parte de atrás tendrá el logo de la Fundación Xana. Las prendas se subastarán y los beneficios serán para este proyecto que lleva el nombre de la hija fallecida de Luis Enrique, que ya recibió el premio Sócrates en la gala del Balón de Oro.

