Hansi Flick, rigor alemán ‘mediterraneando’

Real Madrid - Barcelona

El entrenador barcelonista sufre con los árbitros de LaLiga y no estará en el banquillo

Hansi Flick, visto por KAP

Hansi Flick, visto por KAP 

KAP

Hansi Flick aterrizó el año pasado en un Barcelona falto de autoestima. O lo que es lo mismo, tras una temporada en blanco, no había grandes expectativas ni dentro ni fuera del club. Se partía de cero bajo su batuta y, tras cerrar un curso prácticamente impoluto en el que a su Barça solo le faltó llegar e intentar ganar la Champions en la final, el técnico alemán se erigió como el pilar de un equipo muy joven y con poca experiencia. “Es la Liga de Flick, no la de Lamine y los jóvenes”, insistían en el club.

Este año, esa inexperiencia juvenil es menor, aunque todavía relevante en el día a día del técnico. Y puede resultar peligrosa al mezclarse con las altas expectativas que emanan tanto del entorno barcelonista, del propio vestuario y de unas altas esferas a las que Flick conoce cada vez mejor. “Los egos matan el éxito”, advirtió el teutón tras el empate en Vallecas. Una frase que quedó acuñada a su nombre y que se ha convertido en un lema que bien podría estar grabada en las paredes del vestuario de Sant Joan Despí. Flick se refería entonces a las actitudes y comportamientos que había detectado en un equipo agitado y crecido internamente.

La gestión de la plantilla

El técnico busca el equilibrio en un vestuario muy joven en el que persisten algunos egos

Hay quienes aseguran en la ciudad deportiva que Hansi ha fruncido el ceño, en un contexto en el que el equipo ya no está tan blindado como antes. Incluso aprovechó el último parón de selecciones para descansar unos días en su Alemania natal, dejando a los jugadores no convocados en manos de fisioterapeutas, preparadores y otros miembros de su staff. Entre ellos, Lamine Yamal, que viajó a Croacia ese fin de semana con el visto bueno tanto del club como de Flick. El técnico considera que los futbolistas son dueños de su tiempo libre y de su privacidad; solo interviene cuando llegan tarde o percibe una actitud inadecuada dentro del terreno de juego.

“Lo más importante para mí es que todos estén comprometidos con el club”, repite a menudo Flick, que exige un apego incondicional al escudo que él mismo empieza a sentir como propio. Así lo demostró en el partido contra el Girona, en el que acabó expulsado y celebró el gol de Araújo con hasta tres cortes de mangas. “Este club me ha cambiado”, decía después. El rigor alemán se va mediterraneando .

Puntualidad

El técnico considera que los futbolistas son dueños de su tiempo libre y su privacidad y solo interviene cuando llegan tarde

Flick, que hoy lamentará que su nieto no pueda verle sentado en el banquillo del clásico por la doble amarilla que le mostró Gil Manzano, no suele señalar públicamente a los árbitros, aunque sí le gusta explicarse. Tras su expulsión, buscó al colegiado para pedirle una aclaración. Pero Gil Manzano, simplemente, se marchó.

El técnico, que en 86 partidos con el Bayern solo vio una amarilla, ya había sido advertido: “No critiques públicamente a los árbitros, te perjudicará mucho”, le dijo Xavi Hernández cuando ambos se reunieron en casa del exentrenador azulgrana, a petición de Flick. El alemán siguió el consejo al pie de la letra, aunque no deja de sorprenderle –y de irritarle– la actitud arbitral en la Liga. De hecho, valora mucho más los arbitrajes de la Champions League, donde, a su parecer, el cuarto árbitro empatiza con los técnicos y les avisa si deben rebajar pulsaciones en el banquillo.

Solo una amarilla en el Bayern

“No critiques públicamente a los árbitros, te perjudicará mucho”, le dijo Xavi Hernández

Flick optó ayer por el voto de silencio. Quiso ceder ese protagonismo a Marcus Sorg, su segundo, para reforzar su figura. A Sorg lo conoce desde el 2021, cuando ambos coincidieron en la selección alemana. Y sabe que sigue manteniendo ese espíritu teutón, disciplinado y poco emocional.

En cuanto a Lamine Yamal y su polémico “el Madrid roba y se queja”, el técnico habría preferido el mismo silencio. Para Flick, el grupo siempre está por encima de las individualidades y hubiera preferido que solo se hablara de fútbol y del equipo. Un equipo que hoy deberá jugar sin Raphinha, al que considera un pilar básico. El Flick más emocional cree que quizás le forzaron demasiado para que estuviera en el clásico, es decir, en el partido de las emociones.

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