El Barça conoce todos los caminos de las remontadas. Cuando no encuentra a un delantero como Ferran se agarra a un defensa como Koundé. El primer doblete del francés en su vida sirvió para que el conjunto de Flick se levantara por enésima vez para batir al Eintracht y cazar una victoria imprescindible en la Champions. Continúa el conjunto blaugrana en la carrera por quedar entre los ocho primeros tras firmar un triunfo muy trabajado en el regreso de la máxima competición europea al Camp Nou. Apretó el estadio lo suyo, con presencia mayoritaria de socios del club, y el equipo respondió con la dosis necesaria de esfuerzo para atrapar tres puntos que llegaron con dos goles en tres minutos. Por cuarto partido consecutivo el Barcelona arrancó perdiendo y terminó ganando. Ya es marca de la casa.
Y eso que el equipo de Hansi Flick salió a jugar con mucho ardor, con ritmo, con intención. Sin generar ocasiones claras de peligro, eso sí, pero con un dominio absoluto y con mucha hambre en la presión. El Eintracht apenas sí había salido de la madriguera, los diez futbolistas de campo recogidos en la frontal del área. Venía el conjunto alemán de perder por 6-0 contra el Leipzig y su primer objetivo era no recibir más sopapos, al menos mientras le duraran las fuerzas. Pese a la irregular trayectoria de Barça en la fase liga de la Champions el rival parecía pan comido.
Knauff avanzó al conjunto alemán en el primer acercamiento del Eintracht
No lo fue. Hansi Flick había determinado tres variantes, la más sorprendente la vuelta de Lewandowski al once por Ferran Torres, que había metido tres goles ante el Betis. Con el polaco también ingresaron en el once Raphinha, por Rashford, y Fermín por Roony, lo que devolvió a la banda derecha a Lamine Yamal.
Todo parecía controlado. Raphinha apretaba arriba, Lamine lo intentaba aunque no podía con el lateral Brown y el tono general del equipo era bueno. El gol habría que masticarlo pero podía llegar por su propio peso. Poco se podía imaginar el barcelonismo en esa fase que un chut lejano de Gerard Martín sería el único que haría intervenir al portero del Eintracht en toda la primera mitad.
Fue así porque el partido viró cuando el conjunto alemán se avanzó de forma asombrosa. Tras un contragolpe fulgurante Knauff superó la blanda oposición de Balde y aguijoneó a un Joan Garcia que nada podía hacer. 0-1. Verlo para creerlo. Mientras volaban los vasos de cerveza y se encendían bengalas en la zona de los 2.400 aficionados del Eintracht, los futbolistas del Barça se miraban los unos a los otros sin encontrar una explicación. En el Camp Nou reinaban los colores azul y grana, nada que ver con la invasión alemana del 2022, pero como entonces el Barcelona perdía y el Eintracht ganaba.
Quedaba muchísimo tiempo y el Barça está acostumbrado a levantarse, incluso de forma inmediata. Pero el partido entró en una fase de crispación. El Eintracht aplicaba el libro de estilo de Bordalás en el Getafe, retrasaba el juego y perdía tiempo y en el Barcelona hasta Pedri se desesperaba, enmarañado en protestas y servicios un punto precipitados. Flick mandaba a Raphinha a la mediapunta en busca de más mordiente pero el equipo se empeñaba en entrar por el centro y se estrellaba una y otra vez con la defensa rival sin ni siquiera pisar área. Lewandowski, en ese panorama, no intervenía. El polaco solo se había manifestado en un remate que embocó pero el gol estaba anulado por un fuera de juego previo de Raphinha.
Rashford resultó un revulsivo perfecto tras el descanso
Necesitaba el conjunto barcelonista reflexionar en el descanso, bajar las pulsaciones y ordenarse. No podía permitirse otro tropiezo europeo, no ya solo por el asunto de quedar entre los ocho primeros, sino también para ponen en riesgo la clasificación.
Sin esperar más Flick recurrió en el entreacto a Rashford y su impacto resulto inmediato. El inglés irrumpió por la banda izquierda como el Séptimo de Caballería y sería protagonista. Tras un par de acciones dubitativas de la defensa blaugrana llegó su centro mágico de Rashford hacia la cabeza de Koundé, que la clavó.
El estadio se volvió loco y el Barça entró en combustión, en modo acoso y derribo. Por eso el segundo llegó en un santiamén, sin dar tiempo a respirar al contrincante. En este caso fue Lamine el que conectó el centro pero el ejecutor resultó el mismo, Koundé, que puso al Barcelona por delante también con la cabeza.
Lo habían hecho de nuevo, habían levantado otro marcador, pero no importaba solo ganar sino lograrlo por la mayor diferencia posible porque el goal average puede ser fundamental. Por eso siguió atacando el Barça. Rashford, Raphinha y un Ferran eléctrico que había entrado por Lewandowski tuvieron el tercero en sus botas. No llegó pero tampoco se movió el marcador. En Praga y ante el Copenhague definirá el Barça su posición. De remontadas sabe un rato.
