Pues va a resultar que hay partido. Después de perder las dos últimas carreras (Austria y Gran Bretaña), a favor de los Mercedes, Max Verstappen ya no tiene el Mundial tan cuesta abajo. Ni un fin de semana es ya tranquilo como antes. El neerlandés ha visto cómo en Hungaroring volvía a la carga su más íntimo rival, un Lando Norris que encabezó los primeros ensayos. Un anticipo del desafío que se avecina del inglés al campeón en clasificación y en carrera. La puesta en escena del GP de Hungría, una versión extendida de Mónaco, preparó en la doble sesión del viernes otra entrega de igualdad entre los McLaren y Verstappen, con los Mercedes y los Ferrari al acecho. Sobre todo los rojos, que dieron un paso adelante con el primer puesto de Sainz en el FP1 y el tercero en la sesión de tarde a 4 décimas del McLaren. Sin embargo, en Maranello no todo era optimismo, ya que Charles Leclerc malgastó la sesión estrellando el Ferrari contra la valla, lo que costó una bandera roja y un retraso del entrenamiento. Si Pérez -que se ha puesto las pilas tras sus lamentables actuaciones- lideraba en el primer momento delante de su vecino Max, fue Norris quien pasó al ataque calzándose las gomas blandas. Un primer puesto disuasorio, aviso a navegantes, aunque poco indicativo del ritmo del inglés. Verstappen, con medias, se le acercaba a 243 milésimas, y Sainz se aproximaba a 387, tercero. Pérez se quedaba cuarto, a 467. Los Mercedes, ganadores en Austria (Russell) y en Silverstone (Hamilton), se quedaban 5.º (George) y 7.º (Lewis -también con blandos-). Fernando Alonso, que en la víspera manifestaba que se daría por satisfecho con “entrar en los puntos” en la carrera del domingo, firmaba un discreto 10.º puesto a 731 milésimas de Norris.
