Gloria para el Crystal Palace y la culminación de una temporada gafada y en blanco para el Manchester City. Los “eagles” alzaron la FA Cup a la tercera intentona, después de haber perdido las dos finales anteriores, en una tarde luminosa de Wembley que sus seguidores recordarán toda la vida, la página más importante en la historia del club del sur de Londres.
Para el City de Guardiola, ganador de las cuatro ligas anteriores y presente en las tres últimas finales de la Copa, se abre un periodo de incertidumbre con la marcha de De Bruyne (a quien el club no ha querido renovar el contrato por la edad y por las lesiones) y a la espera de ver cómo se recupera Rodri y cuán de severa es la sanción por violar las reglas del fair play financiero. Una renovación a fondo parece inevitable.
Al llegarse al descanso ya daba la impresión de que era una de esas veces en que los dioses del fútbol se confabulan del lado de un equipo, esta vez del Crystal Palace. El City había tenido la posesión y las mejores ocasiones, el Var había perdonado una posible tarjeta roja al portero Henderson por unas manos fuera del área que frustraron una ocasión de gol de Haaland, y al poco tiempo el guardameta del equipo londinense paró un penalti a Marmoush. Pep Guardiola se desesperaba en la banda.
Bajo la batuta del austriaco Oliver Glasner, codiciado por varios equipos alemanes (entre ellos el Bayer Leverkusen que Xabi Alonso deja huérfano), el Palace juega un 3-4-2-1 que potencia el contraataque y maximiza la velocidad de sus jugadores. Tan sólo había pasado una vez del centro del campo cuando el francés Mateta lanzó por la banda derecha al colombiano Muñoz, cuyo centro al área fue rematado de manera inapelable a la red por Eberechi Eze.
El City siguió a la carga y no le faltaron oportunidades de empatar. Primero, cuando Haaland se iba solo y Henderson desvió en su salida el balón con la mano fuera del área, una infracción que otro día habría merecido la expulsión. El VAR dictaminó sin embargo que la trayectoria de la pelota alejaba al noruego de la línea directa hacia la portería, y por tanto no era tarjeta roja,

Erling Haaland se lamenta de la derrota, este domingo
La permanencia del arquero en el campo sería decisiva poco después, cuando Bernardo Silva fue derribado por detrás en el área y el árbitro sancionó penalti. Haaland, que había fallado tres de sus últimos lanzamientos desde los once metros, no quiso saber nada y le pasó el esférico a Marmoush, cuyo disparo fue detenido de manera brillante en dos tiempos por Henderson, el hombre del partido.
Henderson, héroe
El VAR perdonó la roja al portero Henderson, que salvó un penalti y fue el héroe del Palace
El City siguió teniendo la posesión tras el descanso, pero sin crear ocasiones nítidas de gol y con una sensación creciente de impotencia. Recibió un balón de oxígeno cuando el VAR intervino esta vez a su favor para anular un gol de Muñoz por fuera de juego de Sarr que le habría dado la puntilla, pero dejó escapar ese salvavidas. Los minutos pasaban, y cuando el conjunto de Guardiola creaba peligro, ahí estaba Henderson al rescate. Era su día.
El Palace comenzó la temporada sin ganar ninguno de los ocho primeros partidos y anclado en la zona de descenso, hasta que la estrategia de Glasner dio resultados. El final ha sido de cuento, a mitad de la tabla en la liga y con el primer gran trofeo de su historia en las vitrinas de Selhurst Park. El único problema es que sus mejores jugadores (Mateta, Eze, Guéhi…) tienen muchos pretendientes y seguramente se irán a donde les paguen más. Pero así es la vida de los equipos modestos. Para el City, el dinero no será un problema