No existe el mecenas perfecto en Newcastle

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Los hinchas del equipo inglés están decepcionados con sus dueños saudíes

Yassir Al-Rumayyan, aplaudiendo a la izquierda de la imagen, en su primera aparición en St James’ Park, en el 2021

Yassir Al-Rumayyan, aplaudiendo a la izquierda de la imagen, en su primera aparición en St James’ Park, en el 2021

PETER POWELL / EFE

Los seguidores de cualquier club inglés (excepto los que ya tienen uno, que no son pocos) sueñan con un mecenas que les saque de las penurias, gaste a troche y moche en su capricho y lo eleve a la categoría excelsa de los que compiten por los títulos. No importa que sea norteamericano, ruso o saudí, y que venga o no de un país donde se respetan los derechos humanos, no se ejecuta en la plaza pública ni se descuartiza a los disidentes, es lo de menos. Lo que importa es ganar.

Pero en la vida no existen príncipes azules ni cuentos de hadas, y en el fútbol tampoco existe el mecenas o propietario perfecto, por mucho dinero que tenga (siempre hay excepciones, como el Manchester City o el PSG, aunque siempre con altibajos y caminos de rosas pero también espinas). Que se lo digan a los sufridos seguidores del United (la familia Glazer de Estados Unidos), el Chelsea (con Abramovich primero hubo vacas gordas y luego flacas) o el Newcastle (el Fondo Saudí de Inversiones).

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Cuando Yassir Al-Rumayyan se sentó por primera vez en el palco del Saint James’ Park fue aplaudido como si Taylor Swift hubiera hecho su aparición, o Santiago Abascal en un mitin de Vox. Para un equipo que ganó el último de sus cuatro títulos de liga hace casi un siglo (temporada 1926-27) era como entrar en el reino de los justos, con alfombra roja. ¡Ya podían codearse con el Liverpool, el Arsenal y los demás grandes! Incluso, vaya usted a saber, conquistar la Champions, que por soñar no quede...

El Fondo Saudí de Inversiones (PIF) pagó 350 millones de euros en el 2021 por el 80% de las acciones del Newcastle, y desde entonces ha inyectado dinero por valor de casi 400 millones y gastado 835 millones en jugadores. El equipo ha mejorado, suele estar en la parte de arriba de la clasificación y mañana recibe al Barça en la Champions. Las caídas en el 2009 y el 2016 a la segunda división parecen una pesadilla lejana. Pero títulos pocos, solo la Copa de la Liga del año pasado, un trofeo menor para los grandes clubs.

Los saudíes justifican tan magro botín en las estrictas normas de la Premier League sobre fair play, financiación y patrocinio, para que no le pase lo que al Manchester City y el Chelsea, sobre los que pesa la espada de Damocles de sanciones. Pero la hinchada critica lo que considera una gestión amateur, sin cubrir vacantes a nivel de director deportivo, jefe ejecutivo y gerencia, con decisiones pendientes sobre un centro de entrenamiento y si renovar Saint James’ Park al estilo Camp Nou (pero sin empresa turca) o construir un estadio nuevo en los suburbios. Quizás Laporta les pueda dar algún consejo...

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El rascacielos que el PIF (Private Investment Fund) tiene en Riad costó 1.200 millones de euros, en él trabajan tres mil empleados y se mueven diariamente cientos de millones en todo tipo de transacciones. Treinta personas están destinadas permanentemente en Newcastle, llevando las cuestiones tanto legales como administrativas del club y viviendo como reyes (o en este caso jeques). Dada la magnitud de esas cifras, los aficionados del equipo esperaban algo más...

Lo que nadie puede negar a los propietarios es la estabilidad en el banquillo, habiendo confiado su proyecto al inglés Eddie Howe (que destacó en el Bournemouth, donde antes había sido jugador, y lo hizo en un equipo de Premier). Es uno de los nombres que más sonó como posible seleccionador inglés antes de que la FA se decantara por el alemán Tuchel.

Cuando se es pobre, se puede seguir siéndolo, se puede buscar un amante rico, se puede jugar a la lotería y buscar un mecenas al que caer en gracia. Pero todo tiene un precio.

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