Un café para Tebas

Pelotas fuera

No nos imaginamos a Javier Tebas sentado en el Café Ajenjo de Madrid. El antro le parecería al presidente de LaLiga algo parecido al infierno. Un lugar del pasado que resiste en Malasaña para disfrute de los nostálgicos que adoran perder el tiempo viajando a través de él, siempre en dirección al pretérito. Un café literario exige además del cliente que sepa leer a la manera antigua: una página tras otra y luego todavía una más. Y eso, para las cabezas como la de Tebas, obsesionadas con monetizar incluso las visitas al inodoro, es una imperdonable pérdida de tiempo.

En su mundo ideal el Café Ajeno no existiría. Por improductivo, por viejuno y sobre todo por tener carácter propio. Porque el Ajenjo es un café que sólo puede estar donde está. Una rémora de cuando las ciudades tenían una personalidad propia que empapaba hasta las barras y mesas de mármol de sus locales.

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A Tebas le pega más el Starbucks. Vasos de plástico, escalabilidad del negocio y un café despersonalizado que tenga el mismo sabor en Boston que en Bombay. Globalizar, unificar, despersonalizar. Para Tebas los negocios no son de ningún lugar. Son simplemente operaciones financieras para sacar provecho del sitio en el que aterrizan. Por eso un café como el Ajenjo es abono para el barrio que lo acoge y Starbucks sólo el síntoma de que ese barrio, tal y como se le conocía, pronto dejará de existir.

Los tipos como Tebas acostumbran a ganar siempre. A fin de cuentas, su escala de valores es la que mueve el mundo. Monetizar, monetizar y monetizar. Estos caracteres tan prácticos sólo pierden a veces. Por eso, cuando eso sucede hay que celebrarlo. ¿Y qué es, sino una derrota para Tebas, el aborto de la operación liguera para jugar el partido entre el Villarreal y el Barça en EE.UU.?

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Javier Tebas, presidente de LaLiga

SERGIO PEREZ / EFE

Sabemos que se trata solo de una satisfacción temporal. Tarde o temprano La Liga se jugará en el extranjero. Ese día Tebas saldrá airoso en televisión a explicarnos que por fin el fútbol español ha abrazado la modernidad quitándose de encima las rémoras tradicionalistas que limitaban su capacidad de crecimiento global.

Pero en el mientras tanto estamos de enhorabuena. Por cierto, los motivos de la suspensión nos importan un bledo. Que el Real Madrid haya sido uno de los principales promotores del sabotaje a la iniciativa no nos incomoda. Los románticos también podemos ser de lo más pragmáticos. Y llegados hasta este punto lo único que nos importa es que se haya frenado el inicio del proceso de deslocalización liguero. ¡Viva la autarquía!

Eso y que el Café Ajenjo siga resistiendo ante el empuje de las cafeterías clonadas del gusto de Tebas. Mañana, para celebrar la victoria ante los merengues me pediré un café Barraquito. Puede que dos, pero solo si el resultado lo merece.

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