Soy bastante friki de los Deportes, y por eso a veces me da por fijarme en cosas extrañas.
Me fijo, por ejemplo, en el deporte noruego. Estos escandinavos son multidisciplinares, ¿sabe usted, lector?
Pese a su pequeñez demográfica (5,5 millones de habitantes), Noruega nos regala estrellas brillantes en multitud de deportes. Tiene a los Ingebrigtsen y Karsten Warholm, que son atletas. Tiene a Casper Ruud en el tenis y a Magnus Carlsen en el ajedrez. Y a los futbolistas Håland, Ødegaard y Sorloth y al triatleta Kristian Blummenfelt, por no hablar de los biatletas o los esquiadores como Aamodt Kilde.
Cuando le pregunté a Jakob Ingebrigtsen dónde estaba el truco del éxito noruego, me contestó:
–Es el agua que bebemos.
Cuando le repetí la pregunta a Kilde, semanas más tarde, me contestó:
–Es el agua que bebemos.
(Humor noruego, supongo).
Luego está Botswana, con sus 2,5 millones de botswanos.
En el atletismo, Botswana es temible.
Botswana es la campeona del mundo del 4x400. En Tokio, hace un mes y medio, tumbaba a Estados Unidos. También es poderosa en el 200 y en el 800. Algo estará haciendo bien, sospecho, y para corroborarlo tengo a Xavier Aldekoa: hace unos días, este sabio de África me contaba que Botswana, a su parecer, es hoy el más ordenado, el más equilibrado de los países africanos.
Cuando yo era un crío, por ejemplo en la Copa del Mundo de 1982, la de España y el naranjito, mi equipo era Camerún.
Ahí estaba N’Kono, que lo paraba todo. Su figura generaba leyendas. Cuando ejecutaba una palomita, N’Kono era capaz de invertir el vuelo, virar hacia el otro lado, decían. Durante los entrenamientos en Yaundé, en vez de tirarle pelotas le tiraban piedras, decían.
En Camerún también jugaba Roger Milla. Milla era mágico, era viejoven: tenía treinta años y ya era mayor entonces, y sin embargo se las apañaba para volver loca a la defensa rival.
(...)
Últimamente han pasado más cosas extrañas, y por eso he recuperado la ilusión: Cabo Verde se ha clasificado para la Copa del Mundo de fútbol del próximo verano. Cabo Verde, 525.000 habitantes, 4.000 km2, cabe tres veces en Tokio y en Sydney, cabe cuatro veces en Pekín, y pese a esas dimensiones se ha atrevido a desbancar a la mitificada Camerún (lloro al pensarlo), y ha puesto a los frikis como yo a googlear para identificar los colores de la selección y aprender los nombres de sus mejores jugadores, chaquetero friki que es uno.
