Los nadadores dicen basta por la moda nociva de las aguas abiertas: “Priorizan la televisión, no la salud”

Aguas abiertas | Mundiales de Natación

Wellbrock y Paltrinieri, oro y plata, alzaron la voz desde Singapur por otro campeonato marcado por el índice de Ecoli y por temperaturas superiores al límite

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Florian Wellbrock, durante la prueba de 10 kilómetros aguas abiertas, en los Mundiales de Singapur. )

Maddie Meyer / Getty

Un año después de que los nadadores de aguas abiertas sufrieran lo indecible en el río Sena de París, con valores de Ecoli -una bacteria contaminante- muy elevados, aquellos mismos héroes que tuvieron que lidiar con una prueba salvaje se las tienen que ver con otro decorado similar en los Mundiales de Singapur. El pasado miércoles se celebraron las pruebas olímpicas, las de 10 kilómetros, con un día de retraso en las mujeres al registrar el martes valores inadecuados que ponían en riesgo la salud. Además, la temperatura del agua, cuyo límite es de 31 grados, bordeaba los 30,5. El miércoles todo cuadró por los pelos. Pero los nadadores han dicho basta.

El primero en gritarlo fue el campeón alemán Florian Wellbrock, ya el mejor nadador en esta prueba de la historia, que explicó de forma gráfica que “ha sido como estar dentro de una lavadora a 40 grados”. El italiano Gregorio Paltrinieri, de nuevo en el podio, no fue con metáforas: ”Fue una de las carreras más extremas que he nadado y cuya organización fue más pobre. Hay demasiadas situaciones que se dejan al azar, ya pasó en el Sena, en los Juegos de París, ¿se juega con la salud del deportista?”, se pregunta. Según los médicos, un nadador puede tragar el equivalente a una lata de Coca-Cola de agua del lugar en el que nada esos 10 kilómetros.

Esta misma madrugada, a las 01:30 hora española, 07:30 en Singapur, se disputarán las pruebas de 5km en las que se prevé de nuevo una temperatura cerca de los 31 grados, el límite, por lo que a todos los nadadores les espera otro infierno junto a la isla de Sentosa, donde navegan barcos y buques que generan un oleaje que ya provocó que los 10 kilómetros fueran “duros” y “lentos”. Los nadadores han dicho basta porque la tendencia se mantiene desde hace ya años.

Cuando salí del agua tuvieron que hospitalizarme: diarreas, vómitos...”

Alberto MartínezOlímpico en Tokio 2020

El primero que cuenta su experiencia es Alberto Martínez, quien fue el mejor especialista español entre 2017 y 2022, representante en los Juegos de Tokio. Allí, la prueba se nadó a las 6:00 para que el agua no estuviera tan caliente. Se priorizó nadar en la Bahía de Tokio, una imagen fotográfica ideal para mostrar los rascacielos de la ciudad a los dos lados de la imagen. Pero una tortura para los participantes. “En Tokio hubo calor y suciedad. Acabé desplomado. Fue una mala experiencia, no quiero que sea una excusa, pero salí del agua y me tuvieron que hospitalizar con tensión baja por el calor. Al día siguiente tuve diarrea, vómitos... Incluso hubo compañeros con infecciones de orina”, confiesa el nadador murciano, ya fuera del foco y retirado.

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Alberto Martínez
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Antes que Alberto, la imagen de las aguas abiertas en España fue Erika Villaécija, diploma olímpico en Londres 2012 y también participante en Río 2016. “Recuerdo Shanghai 2011 cuando el agua estaba a 31 grados y estuvieron a punto de suspenderla. Hubo un cambio en el horario del comienzo. En Copacabana, en Río 2016, salimos directamente desde el agua porque no pudieron instalar una plataforma. He nadado en casos extremos a 16 grados, pero te puedes poner el neopreno. Pero con altas temperaturas no puedes contrarrestarlo”.

Curtida en mil batallas y ahora comentarista en Teledeporte de estas pruebas, Villaécija considera que “se prioriza la imagen, la fotografía y la televisión a que el nadador esté cómodo. Entiendo que debas hacerlo atractivo, pero debes tener un plan B para no retrasar la competición y asegurar la salud. Se han mejorado cosas, como la realización, la carrera, pero no esto”. Martínez opina exactamente lo mismo: “Deberían tener un plan A, un plan B... Al final sucede con otros deportes que los envían fuera o más lejos”.

Se prioriza la imagen, la fotografía y no que el nadador esté cómodo”

Erika VillaecijaOlímpica en Londres 2012 y Río 2016

Sergi García, exdirector técnico de las aguas abiertas en la Federación Española de Natación, abre otro melón: “Priorizan dar sedes a lugares donde las aguas son extremas. Sus motivos tendrán aunque los desconozco. No tiene sentido que vayan tan al límite. El reglamento es claro, en cambio vamos al Sena que estamos al borde del abismo, y luego con temperaturas de 31 grados... Deberían buscar de 24 o 25”. Villaécija refuerza la tesis: “Si al final vas al sur de Asia y cerca de un puerto sabes que habrá problemas con la temperatura y la suciedad”.

El tercer factor crucial es el constante cambio de horarios y de planes. Ocurrió en el Sena, cuando se modificaron los días de competición que mantuvieron en vilo a los deportistas hasta el último momento, incluso yendo a dormir sin saber si al amanecer deberían lanzarse al agua o no. “Eso genera mucha tensión”, explica Alberto Martínez. “Al nadador mexicano que ahora llevo le recomendé no ir a Singapur porque se intuían estos problemas y estas condiciones”, añade García.

Muerte en las aguas abiertas

Francis Crippen falleció en 2010 por las altas temperaturas y 'solo' eran 28 grados

Shanghai 2011, Río 2016, Gwangju 2019, Tokio 2020, Fukuoka 2023, Doha 2024, París 2024, Singapur 2025... En todas estas pruebas las aguas abiertas se han sometido a condiciones de altas temperaturas y de problemas con las bacterias. En 2010 se produjo por estas circunstancias la muerte de uno de los especialistas, el estadounidense Francis Crippen, que perdió la vida en medio de una prueba de 10km en Emiratos Árabes. Tras la investigación, se concluyó en que la causa fueron las altas temperaturas y la falta de una respuesta rápida. World Aquatics declaró que aquello fue un antes y un después y marcó el límite de los 31 grados. El agua en aquella jornada estaba a 28.

“Los nadadores de aguas abiertas deben adaptarse a todo, pero debe haber unos límites. Lo del Sena fue muy bonito, pero no”, sintetiza Erika Villaecija.

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