Felipe Perrone lo deja con una lección de vida: “No importa la altura ni dónde nazcas, inténtalo”

Waterpolo

El hispanobrasileño dejará la práctica del waterpolo tras 24 años después de los Mundiales de Singapur, donde pondrá fin a una carrera deportiva ejemplar

Felipe Perrone, en su despedida del Atlètic-Barceloneta.

Felipe Perrone, en su despedida del Atlètic-Barceloneta.

EFE

Si hubiera escogido ser futbolista o tenista, incluso jugador de baloncesto, Felipe Perrone sería una de las mayores leyendas del deporte español de las dos últimas décadas. Pero el hispanobrasileño de 39 años se aficionó por su padre al waterpolo junto a las favelas en Río de Janeiro y vertió sus sueños en él, en ese balón amarillo, cuando tenía apenas 10 años y veía por la televisión por cable que había llegado a su casa las narraciones de Pepe Ruiz Orlán sobre la selección española que ganó el oro en Atlanta '96. Felipe y su hermano Ricardo (Kiko) querían golear como Manel Estiarte, pegarse con los boyas como Jordi Sans o hacer las paradas de Jesús Rollán. Este martes, en las instalaciones de Sant Sebastià del Atlètic-Barceloneta, el jugador español ha anunciado que pide “el cambio”, que los Mundiales de Singapur serán el último baile de su carrera.

Y lo ha hecho rodeado de los suyos, en una sala repleta con más de un centenar de personas, con sus padres, hijos, familia y todos aquellos compañeros -y ya amigos- que ha ido haciendo desde que diera el salto a España en 2003 gracias al boya hispanocubano Iván Pérez. Una historia peculiar. “Fui a ese Mundial con 15 años, de Fukuoka, con Brasil, y me hablaron de un cubano que nos podía ayudar a ir a España. Un cubano que comía con dos tenedores de lo grande que era. Y habló con Toni Esteller, del Natació Barcelona, y aceptó. Mi hermano medía 1,76 y lo vende como un excelente defensor de boya”, dijo el jugador del Barceloneta.

Felipe Perrone

Felipe Perrone

Efe

De ascendencia catalana -su bisabuela emigró a Río de Janeiro tras la Guerra Civil-, Perrone fue repasando su carrera, sus puntos culminantes, lo que daría para un serial: sus primeros años en Barceloneta, su internacionalidad, la Champions con el Pro Recco, los años en Croacia en el histórico Jug Dubrovnik, su aventura en Brasil para apoyar a su país en los Juegos (“fue una responsabilidad social, creo que cumplí”) y una última etapa que la que cumplió el sueño de ser campeón mundial y de Europa con la selección, aquello que veía por televisión de niño.

Pero la grandeza de Perrone no estaba solo en los títulos. Su vitrina es inigualable, tanto que ni la wikipedia ni ahora la IA es capaz de acertar. “Al poco tiempo de conocerlo ya vi que iba solo, que lo tenía muy claro”, explicó en un acertado discurso David Martín, seleccionador español. “Han sido 30 años de entrega total y pasión, nunca pedí el cambio. Y sé que es un error, no lo hagáis. Pero siempre creí que podía más. Ahora pido el cambio en Singapur, donde jugaré mis últimos partidos. Me hace muy feliz. Son 24 años desde Fukuoka y 13 Mundiales. Disfrutaré cada segundo”, confesó entre lágrimas, especialmente al recordar el trasplante de corazón al que se sometió su padre.

El broche lo puso el mismo Felipe con una enseñanza de vida, la suya, inmortalizada en una fotografía con Estiarte en una visita a Río de Janeiro de la selección que siempre le acompañó. “Da igual dónde nazcas, la altura que tengas, puedes intentarlo. En mi país mis amigos me dicen que viven sus sueños a través de mí”, concluyó Perrone.

”Lo di todo, lo viví de una manera intensa, con entrega total”. En Singapur, el último baile, con el reto de otro podio.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...