Manolo González se mira en el espejo de Camacho

Espanyol

El gallego sitúa al equipo blanquiazul tercero 30 años después

CORNELLÁ (BARCELONA), 31/08/2025.- El entrenador del Espanyol José Manuel González durante el partido de la tercera jornada de LaLiga que RCD Espanyol y Atlético Osasuna juegan este domingo en el RCDE Stadium. EFE/Enric Fontcuberta

Manolo González, en la banda durante el partido contra el Mallorca

Enric Fontcuberta / EFE

Treinta años son una eternidad en el fútbol. Tres décadas en las que generaciones enteras de aficionados del Espanyol han visto pasar ilusiones, descensos, alegrías efímeras y demasiadas decepciones. Pero ahora, ese reloj parece haberse detenido. El equipo blanquiazul vuelve a ocupar la tercera posición en la Liga tras sumar 10 puntos de 12 posibles, un lugar que no saboreaba a estas alturas desde 1995 (entonces era segundo). Y lo hace con un entrenador de perfil similar al de entonces, de verbo directo y que no se esconde tras pizarras ni discursos de cara a la galería.

La figura de Manolo González guarda enormes parecidos con un mito del banquillo españolista como fue José Antonio Camacho. El de Cieza marcó una época por su carácter indomable, su manera franca de entender el fútbol y de relacionarse con todos. González comparte ese mismo espíritu. Grita, se desgañita, se mueve en la banda como si cada jugada fuese determinante. Es un técnico pasional, de los que eligen la honestidad antes que un adorno táctico.

Los blanquiazules visitan este sábado el Bernabéu, tres décadas después de su última victoria con el de Cieza

En un club acostumbrado a caminar entre el caos y la esperanza, González ha devuelto el orden. Hasta los futbolistas parecen distintos. Los veteranos como Cabrera o Puado han recuperado peso, los jóvenes, la gran mayoría, han encontrado confianza y el grupo goza al fin una identidad propia.

El calendario también ha querido sumar un guiño histórico. Este sábado, el Espanyol visita el Santiago Bernabéu, donde los blanquiazules firmaron, hace justamente tres décadas y con Camacho en el banquillo, su última victoria como visitantes. Desde entonces, el feudo blanco ha sido un campo maldito, pero el destino ofrece ahora la oportunidad de romper esa maldición justo cuando el equipo vuelve a estar en los primeros puestos de la clasificación.

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Como González y Camacho, aquel Espanyol y éste parecen dos gotas de agua. Rocosos, compactos, incómodos. Defendiendo en bloque, peleando cada balón como si fuese el último y atacando con verticalidad. El resultado se palpa en la grada. Cornellà vuelve a ser un estadio que ruge, donde la afición siente que el equipo es capaz de todo. El pasado lunes, contra el Mallorca, acudieron más de 26.000 personas al RCDE Stadium y el de Folgoso do Courel es uno de los motivos de este enorme éxito social.

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Huelga decir que la temporada es larga y más allá de un buen comienzo no hay nada conseguido. Pero lo que ya es indiscutible es que Manolo González ha cambiado la narrativa de este Espanyol. Lo ha pasado del miedo a la convicción. Y lo ha hecho, como en su día Camacho, encarnando lo que significa competir al límite de sus posibilidades.

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