Los espectadores de Arthur Ashe tendrán la mitad de la final femenina que deseaban. Si la número uno, Aryna Sabalenka, desbarataba los planes de una final entre dos americanas, remontando un set en contra para derrotar a Jessica Pegula, al menos Amanda Anisimova se clasificó. “Estoy muy emocionada de estar en la final de Open de Estados Unidos. Es muy especial”, decía la tenista de Nueva Jersey, que hizo su debut profesional en la fase previa de este torneo en 2016. “Voy a intentar hacer todo lo que debo para prepararme de verdad, para estar en la mejor forma mental y física posible. Le tengo muchas ganas y es una gran oportunidad”.
Esta es la segunda final consecutiva de Grand Slam de Anisimova, que dos meses antes había disputado la de Wimbledon. Aquella primera experiencia fue un desastre. Iga Swiatek, cual experta pastelera, le sirvió dos roscos, dominándola en menos de una hora. En el grande de Nueva York, ante un público que le dio alas, Amanda pudo vengarse de su verdugo, eliminando a la polaca en dos sets en cuartos de final. Y en la madrugada del viernes luchó tres horas para dejar a Naomi Osaka sin poder optar a un tercer Open estadounidense.
Los nervios son el punto débil de Amanda Anisimova. La traicionaron en Londres y estuvieron a punto de hacerlo de nuevo ante la japonesa en semifinales. “Cuando estoy nerviosa el estrés me puede”. Por eso recurre a técnicas de respiración y de visualización para calmarse y poder sacar su mejor juego. “Me digo a mí misma que puedo hacerlo. Y lo repito una y otra vez, no solo durante el partido sino todo el día. Trato de decirle a mi mente que lo manifieste o lo visualice, y entonces pasará. Me sigo repitiendo esas afirmaciones para mantenerme con ánimos y positiva”.
Su rival al título no es ajena a estos problemas, pero lidia con ellos de otra manera. Aryna Sabalenka, temperamental y casi sin filtro, suelta exabruptos, abronca a su banquillo y da golpes con su raqueta para sacarse los nervios de dentro. Le funciona. La bielorrusa, dueña de tres Grand Slams, no quiere acabar el año como número uno sin haberse coronado en un grande y saldrá a intentar defender su corona neoyorquina, algo que nadie ha logrado desde Serena Williams en 2012 a 2014. “Si soy capaz de volver a poner las manos en ese trofeo, seguramente seré la persona más feliz del mundo” aseguraba Sabalenka.
Un gran verano para Anisimova
Para Anisimova, de 24 años, ha sido un gran verano, no solo por hacer finales en Wimbledon y Nueva York, sino porque con sus resultados escalará hasta el puesto número cuatro de la clasificación, el más alto de su carrera. Ganar su primer grande, y hacerlo en casa, sería un sueño. “Aryna es la número uno y está jugando un tenis asombroso’, aseguraba la octava cabeza de serie. “Va a ser un partido muy duro, una batalla. Cada vez que hemos jugado ha sido genial”.
Tal vez no sería ese el adjetivo que usaría Sabalenka para describir sus encuentros, porque en todos los aspectos de su marcador particular Anisimova le lleva ventaja. De nueve partidos la ha vencido en seis ocasiones, incluyendo un récord de 3-2 en Grand Slams y 2-1 en pista rápida. La última vez que se vieron las caras fue en la semifinal de Wimbledon, donde la estadounidense dio la sorpresa dejándola sin opción al trofeo.
“En ese partido en Wembley dudé mucho de mis decisiones y eso fue lo que me hizo cometer tantos errores”, explicaba Sabalenka. “Ella jugó un tenis increíble, pero yo le di muchas oportunidades. La clave para mí va a ser salir a luchar, confiar en mis decisiones e ir a por mis golpes”.