El carro y los bueyes

No todo vale | Opinión

El carro y los bueyes
Profesor de IESE

La reducción de la jornada laboral y la subida del salario mínimo son los principales temas de debate en el ámbito laboral. Quienes defienden estas políticas se basan en sus pretendidos efectos beneficiosos sobre la productividad. Su tesis es sorprendente y sencilla. Al trabajar menos horas, se nos dice, mejora la condición física y mental del trabajador, lo que conlleva un mejor rendimiento. De manera similar, si se retribuye mejor al empleado, éste estará más motivado y se esforzará más en el puesto de trabajo, lo que también redunda en una mejora de su productividad. Algunos analistas incluso llegan a afirmar que subiendo el salario mínimo cambiaremos nuestro modelo productivo, puesto que así se pondrá en dificultades a los sectores que son competitivos gracias a que disponen de mano de obra barata.

No se me ocurre un ejemplo más claro de argumento económico falaz, en el que la causalidad correcta es exactamente al revés. Es una tesis que equivale a poner el carro antes de los bueyes, contradiciendo la lógica económica.

Causalidad

La productividad son los bueyes que tiran del carro de los salarios y la renta, y no al revés como quieren hacernos creer

La productividad de un país, pues este es el gran problema de la economía española, se fundamenta en la calidad de su fuerza laboral y en la disponibilidad de capital, tanto tecnológico, como financiero y productivo, incluyendo las infraestructuras y el capital social. En el caso de la productividad del trabajo el factor más determinante es el capital humano. Es decir, la formación, la salud y las habilidades de las personas. Cuando la población está sana y bien educada, y dispone de los capitales necesarios, entonces es altamente productiva y obtiene, por tanto, una mayor remuneración. 

Además, conforme la productividad mejora, también aumentan la renta y el bienestar y, gradualmente, las personas optan por reducir la dedicación al trabajo y aumentar el tiempo libre. Se lo pueden permitir, por decirlo coloquialmente. La productividad son los bueyes que tiran del carro de los salarios y la renta, y no al revés como algunos nos quieren hacer creer. Es cierto que, en algunas circunstancias, los niveles de retribución y las condiciones laborales pueden impactar en el rendimiento laboral. Sin embargo, este efecto en sentido inverso es de carácter secundario y sólo es relevante para trabajadores que tienen ya niveles elevados de cualificación.

09 - 04 - 2020 / Vic / embutidos ESPINA Empresa que sigue trabajando durante el coronavirus Interesa que se vean trabajadores protegidos elaborando el producto Y hacer otra foto al director Juli Espina en las instalaciones / Foto: Llibert Teixido

Trabajadoras en una planta de embutidos

Llibert Teixidó

Incrementar el salario mínimo o reducir la jornada laboral si no ha incrementado antes la productividad del país es una receta contraproducente que no hará más que empeorar la competitividad de las empresas, ya que el coste laboral por unidad producida inexorablemente aumentará. Se generará más paro estructural, lo que dificultará aún más el cambio de modelo productivo ya que será más difícil dedicar recursos públicos a mejorar el capital humano del país. Si el problema del salario mínimo es su bajo poder adquisitivo, existen otras políticas (como el IRPF negativo) que atacan directamente esta cuestión y no expulsan del mercado laboral a los trabajadores menos cualificados.

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