La industria agroalimentaria española contiene la respiración por la amenaza de aranceles que Donald Trump ha lanzado también contra la UE. Conoce a ciencia cierta lo que es sufrir un castigo impositivo desde Estados Unidos, como ya ocurrió durante el primer mandato del republicano con determinados productos, y no quiere volver a ese escenario. Entonces, numerosas empresas exportadoras perdieron ventas y cuota de mercado y, ahora el escenario parece aún más oscuro, especialmente para Catalunya y Andalucía.
Las dos comunidades lideran la venta de alimentos al país norteamericano con las categorías estrella del sector exportador nacional: aceite de oliva, vino y productos gourmet como quesos, embutidos y curados –ver gráfico–. Y aunque han abierto nuevos mercados internacionales los últimos años, pocos tienen la potencia de Estados Unidos.
No en vano, se trata de uno de los mercados más grandes del mundo para la industria alimentaria, el séptimo para España, con un volumen de consumo de 178.000 kilos de comida anuales, sólo por detrás de China. Los segmentos gourmet y orgánico, bajo los que se pueden englobar buena parte de las exportaciones españolas hacia el país, se encuentran además en plena expansión, con un aumento de dos puntos porcentuales en nueve años, hasta el 7,2% de todos los alimentos consumidos, señala el último análisis monográfico del ICEX sobre la exportación a Estados Unidos.
Su potencia compradora es indiscutible: en el 2023 el país importó productos agroalimentarios por un valor de 201.721 millones de dólares, con México y Canadá como principales socios comerciales y con quien ahora mantiene el primer capítulo de su guerra tributaria. Les siguen Italia y Francia, mientras que España ocupa el puesto número 17 entre los países que más comida le venden. Aunque las exportaciones alimentarias españolas a Estados Unidos han perdido un 6% en valor, con 3.180 millones de dólares en el 2023 según el ICEX, han ganado cuota de mercado en el país, con un 2% del total. El avance se explica por la mayor caída de ventas que han sufrido Francia (-19%) o el estancamiento de Italia, con crecimiento cero. “Una guerra comercial no interesa en absoluto”, afirma María Naranjo,directora del área de Industria Alimentaria en el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), que esta semana ha participado en la feria Barcelona Wine Week, el mayor evento del sector del vino. Las invectivas del presidente estadounidense planearon sobre las empresas que participaron en el congreso.
Estados Unidos compra la mitad de todo el aceite de oliva que
las empresas españolas venden fuera de la Unión Europea
Que la disputa arancelaria no interesa lo sabe bien el sector del aceite de oliva, con Andalucía a la cabeza. Rafael Pico, director de la asociación de exportadores de aceite Asoliva, subraya que durante la primera legislatura Trump las empresas aceiteras españolas perdieron un 80% de cuota en Estados Unidos y sólo lograron mantener ventas las marcas de alta gama. “El deterioro fue muy importante”, prosigue Pico. Fue el efecto de la imposición de un arancel del 25% sobre varios productos alimentarios que incluían aceite, vino, aceitunas, quesos, cerdo congelado y varias categorías de frutas, entre otros, por la disputa con la UE por los subsidios a la aeronáutica. La llegada de Joe Biden mejoró la situación y se relajaron o suspendieron los aranceles durante cinco años.
Desde entonces, Estados Unidos ha escalado como el primer destino de las exportaciones nacionales de aceite de oliva fuera de la UE, con el 50% de todo lo que se consume más allá del continente. “Es el país extranjero que mejor ha aguantado la subida de precios derivada de la sequía y la escasez de producto”, añade el director de Asoliva. Productores como la andaluza Dcoop tienen allí un gran volumen de ventas con su marca Pompeian, líder en el país americano, mientras que Deoleo o Borges también han hecho una fuerte apuesta en el territorio. Estados Unidos es además el principal motor que ha impulsado las exportaciones totales de Andalucía, con un incremento del 49% el último año sustentado en gran parte en el aceite.
La agencia catalana para las exportaciones alimentarias Prodeca calcula por su parte que los aranceles del primer periodo Trump supusieron pérdidas de casi 26 millones de euros a las 1.100 empresas de Catalunya con negocio allí, con una bajada de venta exterior del 16,24%. “En esta ocasión, las pérdidas podrían ser todavía más cuantiosas, llegando a los 45 millones”, advierte un informe de Prodeca sobre el asunto.
La peor parte se la llevarían los productos gourmet, estima la agencia, con un decrecimiento de 18 millones de euros en exportaciones; le seguiría el sector del aceite de oliva (-12 millones) y del vino y cava (- 7 millones).
El país norteamericano supone el tercer mercado exterior para las bodegas nacionales
Para el conjunto de la industria vitivinícola española, Estados Unidos supone su tercer mercado en importancia. Muestra de ello es la potente apuesta que grandes compañías como Freixenet o Codorníu han hecho en el país.
Pero si hay una actividad que se puede ver especialmente perjudicada es la industria cárnica, de nuevo con Catalunya en el epicentro. “A la amenaza de aranceles de Estados Unidos hay que añadir la investigación de China para gravar las exportaciones de cerdo; podemos vernos doblemente dañados”, lamenta Ignasi Pons, secretario general de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas. Embutidos, jamón y otras carnes curadas han logrado hacerse un hueco en Estados Unidos, en el sector de la alta gama.
El sector del vino y del cava será el segundo afectado por las medidas
Con esta incierta perspectiva, en el sector también hay quien tira de humor para relativizar la situación: si Trump cumple sus amenaza, prácticamente todos sus socios comerciales sufrirán aranceles, “y competiremos en las mismas malas condiciones”. El tiempo dirá.
