Quienes optan por un aprendizaje constante descubren que las fuentes no siempre están en los libros de texto, y mucho menos las redes sociales. Alejandro Gómez, PR & Brand Manager de Telepizza, lo tiene claro: ser autodidacta no es sólo una habilidad, es un estilo de vida. Así lo explicó durante su entrevista en ‘La sobremesa del marketing’, el programa de la Madrid Content School que da voz a los profesionales detrás de las grandes marcas con el creador de contenido Iñigo Vallejo.
Gómez no se considera un experto en todo, pero sí un curioso empedernido. “Soy muy preguntón, me gusta conversar y escuchar a gente que sabe más que yo”, confesó. Para ello es importante rodearse de perfiles diversos que enriquecen la mirada profesional. Esa inquietud lo ha llevado a convertir la lectura, el cine y la conversación en sus principales fuentes de conocimiento.
Aprender también es mirar películas
También se puede aprender viendo películas.
El directivo de Telepizza no oculta su pasión por el cine. Y lejos de considerarlo sólo una vía de entretenimiento, lo defiende como una herramienta más de aprendizaje. Para él, cualquier formato que mueva emocionalmente o haga pensar, ya sea una novela, una película o un artículo, es valioso.
“Mi consejo es tener siempre un tiempo al día, no para aprender, sino para leer o ver películas, porque también se aprende”, resumió. En ese hábito diario encuentra el espacio para reflexionar, conectar ideas y descubrir tendencias, algo fundamental en un sector tan dinámico como el del marketing y la comunicación.
La importancia del ritmo propio
La escritora y formadora en comunicación Natalia Gómez del Pozuelo plantea una reflexión interesante sobre los formatos de aprendizaje. En su artículo inspirado por el libro ‘The Storytelling Animal, de Jonathan Gottschall’, destaca cómo el aprendizaje se potencia cuando cada uno puede marcar su propio ritmo. Con la lectura, si la mente se va, se repite el párrafo o se toma alguna nota. Todo eso también es aprender, y no sólo de libros técnicos, también de ficción o ensayos pueden aportar ideas útiles.
En cambio, los vídeos —por más breves o dinámicos que sean— se prestan a un consumo más pasivo. No se suelen detener cuando uno pierde el hilo. Sin embargo, las historias bien contadas ayudan a entender al ser humano y la sociedad. Como señala Alejandro Gómez, hay valor tanto en lo académico como en el entretenimiento. Lo importante es cultivar el hábito. Un rato al día, todos los días y al ritmo que tiene cada persona de aprendizaje.
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En un entorno saturado de información, seleccionar bien las fuentes y dedicar tiempo diario al autoaprendizaje se convierte en una forma eficaz de seguir creciendo. Preguntar, leer y ver cine puede ser una fórmula tan válida como cualquier máster. Lo importante es no dejar nunca de aprender.