Diego Álvarez, inversor profesional en criptos: “La especulación es emocionante, pero una buena inversión…”

Criptomonedas

Largo plazo. Valor real. Más allá del ‘hype’… Así piensa alguien que vive en las criptomonedas

Diego Álvarez, socio y Chief Risk Officer en la gestora de fondos de activos digitales Turing Capital

Diego Álvarez, socio y Chief Risk Officer en la gestora de fondos de activos digitales Turing Capital

La Vanguardia

A principios de la década de los 2010, la facultad de Teleco de Oviedo permitía a sus alumnos trabajar haciendo mantenimiento en las salas de ordenadores. «Allí había máquinas que estaban muertas de risa y alguna gente las ponía a minar Bitcoin: vete tú a saber qué pasó con esos cacharros. A lo mejor la Universidad de Oviedo es millonaria y no sabe que tiene un ordenador en el almacén que guarda un montón de bitcoins…». Al habla Diego Álvarez, inversor profesional en criptos (y ahora también responsable de la leyenda del tesoro de las criptos en la Universidad de Oviedo), socio y Chief Risk Officer en la gestora de fondos de activos digitales Turing Capital. «Para mí —detalla—, las criptomonedas son principalmente un nuevo activo invertible, una categoría relativamente reciente a la que tuve la suerte de llegar pronto. Cuando pienso en el mundo cripto, lo veo con la capacidad de producir una disrupción profunda en el sistema financiero actual, aunque eso es algo que aún está por demostrarse plenamente».

En el sistema económico actual, a menudo solemos pensar en dos vías rápidas de hacer dinero: el emprendimiento, mediante la creación de compañías de valor, y la especulación, que es algo a lo que habitualmente se asocian las criptomonedas. «Invertir en cripto —dice Álvarez— tampoco debería ser muy distinto a invertir en empresas. Aunque es verdad que muchas criptodivisas son pura especulación, también existe un gran valor escondido bajo esa superficie: hablamos de tecnologías descentralizadas que podrían cambiar completamente cómo funcionan las redes sociales o los sistemas financieros». Como él, muchos consideran que Bitcoin podría llegar a ser un mejor refugio de valor que el oro, precisamente por ser digital, fácil de almacenar y transferir y tecnológicamente superior al metal precioso. 

«Lo curioso es que el mundo cripto puede entenderse tanto desde un punto de vista ultraliberal como desde uno radicalmente comunista»

Diríase que toda la mala fama de las criptomonedas se origina en un perfil muy específico de promotores. «Mucha gente que quiere meter dinero aquí para ganar dinero es gente que tiene una aversión al riesgo mínima y tiene un apetito de riesgo enorme. Suelen ser perfiles jóvenes, hombres, que tienen menos aversión al riesgo, y dentro de ese grupo hay una gran parte de descerebrados. Gente que no tiene ningún tipo de miedo al riesgo y que además es adicta a esa posible euforia que puede generar este tipo de inversiones.» Sin embargo, la filosofía de Álvarez es exactamente su contraria: «Muchas personas llegan atraídas por la volatilidad y esa especie de recompensa emocional inmediata que da la especulación pura. La realidad es que las inversiones sanas son aburridas y a largo plazo. Mi filosofía: siempre largoplacista».

«Las inversiones sanas son aburridas y a largo plazo. Mi filosofía: siempre largoplacista»

¿Una lectura imprescindible para empezar a foguearse en todo esto? Read Write Own: Building the Next Era of the Internet, de Christ Dixon. 

Contra la inversión en criptomonedas en tanto que pura especulación, Álvarez defiende la inversión en criptomonedas como quien apuesta por compañías que producen valor; algo que llevar a cabo solo después de evaluar una idea y sus posibilidades a futuro. «Todo puede ser una criptomoneda. Yo puedo lanzar ahora mismo una criptomoneda y cualquiera puede comprar, aunque no sea nada. Sin embargo, muchos de los tokens son empresas que además tienen sus ingresos y su revenue y distribuyen entre sus accionistas, a lo que hay que agregar la gobernanza descentralizada. Como, por ejemplo, Aave». Luego está lo contrario a eso: las memecoins. «La moneda de Trump, la de Milei… Eso sí es peor que el casino. Ahí estás compitiendo con gente que tiene mucha más información que tú, que está utilizando bots, que está monitorizando el mercado con unas tecnologías increíbles y que además sabe que hay mucho dinero que extraer a los incautos».

En el imaginario colectivo, las criptomonedas se han convertido en un símbolo asociado a una derecha en la que nombres como Trump o Musk resuenan. Pero no solo es eso. «Lo curioso —dice Álvarez— es que el mundo cripto puede entenderse tanto desde un punto de vista ultraliberal como desde uno radicalmente comunista: descentraliza la propiedad y podría reducir drásticamente el poder del capital o del estado. A veces, me sorprende cómo la izquierda no lo adopta como herramienta contra los grandes monopolios tecnológicos; en verdad, tendría que estar luchando para que salgan adelante iniciativas como Farcaster, con la cual quitarle el monopolio a Meta y todo este tipo de compañías que se adueñan de nuestros datos. Precisamente, Farcaster quiere acabar con la dictadura de las redes sociales centralizadas».

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