Nate Silver, estadístico: “Si no puedes identificar al pardillo en la mesa en la primera media hora, entonces el pardillo eres tú”

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Nate Silver, el gurú de las predicciones, desvela en 'Al límite' la mentalidad que separa a los ganadores de los perdedores en la economía del riesgo. 

Nate Silver, autor de 'Al límite'

Nate Silver, autor de 'Al límite'

Peter Thiel, cofundador de PayPal, cuenta una anécdota que define un ADN financiero completo. Acababa de comprarse un Ferrari y su socio, un joven Elon Musk, quiso demostrarle que su nuevo McLaren F1 de un millón de dólares aceleraba más. Con Thiel de copiloto, pisó el acelerador, perdió el control y el superdeportivo salió volando hasta quedar destrozado. La primera reflexión de Musk, mientras el humo se disipaba, no fue sobre la pérdida, sino sobre la ironía: “Sabes, leí todas estas historias sobre gente que hizo dinero, compró coches deportivos y los estrelló. Y sabía que esto nunca me pasaría a mí”. No tenía el coche asegurado. Este episodio, relatado por el estadístico Nate Silver en su obra Al límite, no es una simple historia de arrogancia juvenil. Es la carta de presentación de una tribu, un ecosistema de pensamiento que Silver bautiza como “el Río”, poblado por individuos que no solo toleran el riesgo, sino que lo entienden como la materia prima del progreso. Para ellos, como diría el propio Musk, “el fracaso es una opción. Si las cosas no están fallando, no estás innovando lo suficiente”.

El Río, según Silver, es el hogar de los jugadores de póker de élite, los inversores de capital riesgo y los arquitectos de la inteligencia artificial. Su lenguaje no es el de los informes trimestrales ni las notas de prensa, sino el del “valor esperado” (EV), la probabilidad y la teoría de juegos. Se oponen culturalmente a “la Aldea”, el establishment tradicional de los medios, la política y la academia, que prefiere las narrativas coherentes y la aversión al riesgo. Esta dicotomía es, para Silver, la gran falla tectónica del poder actual. Mientras la Aldea debate sobre el contexto, el Río acumula silenciosamente riqueza e influencia. La pertenencia a esta tribu es casi una prueba de fuego mental. “El valor esperado es un concepto tan fundamental en la forma de pensar del Río que 2016 sirvió como una prueba de fuego para saber quién en mi vida era miembro de la tribu y quién no”, confiesa Silver, refiriéndose a su capacidad para evaluar las probabilidades de la victoria de Trump sin dejarse llevar por el pánico o el deseo.

Si nunca pierdes un vuelo, estás pasando demasiado tiempo en los aeropuertos —Sam Bankman-Fried

Pero esta filosofía, llevada al extremo, engendra monstruos. El personaje central del libro, el antihéroe trágico de esta era, es Sam Bankman-Fried (SBF). Él era la encarnación más pura y peligrosa del Río. Su mantra, que resuena como una advertencia en los pasillos de cualquier empresa demasiado optimizada, era: “Si nunca pierdes un vuelo, estás pasando demasiado tiempo en los aeropuertos”. Esta idea, aplicada a las finanzas, le llevó a construir el imperio de FTX sobre una base de riesgo demencial, apostando los fondos de sus clientes con una estrategia que, según Silver, casi garantizaba la ruina a largo plazo a cambio de maximizar las ganancias a corto. La revelación más escalofriante llega a través de su socia, Caroline Ellison, quien testificó que SBF estaría dispuesto a “lanzar una moneda al aire, si salía cruz y el mundo era destruido, siempre y cuando si salía cara el mundo sería más del doble de bueno”. Es el cálculo gélido del valor esperado desprovisto de cualquier brújula moral, una lección sobre cómo la racionalidad sin sabiduría se convierte en una forma sofisticada de locura.

Entonces, ¿cómo navegar este nuevo paradigma sin acabar estrellado como Musk o encarcelado como SBF? La respuesta, según Silver, está en el lugar donde todo empezó: la mesa de póker. Allí se libra una batalla constante entre dos estilos: el jugador GTO (Teoría de Juegos Óptima), que sigue una estrategia matemática e inexplotable a largo plazo, y el jugador “explotador”, que busca y ataca los errores específicos de su oponente. Una empresa necesita ambos. Su modelo de negocio, su estructura de costes y su propuesta de valor deben ser sólidos como una estrategia GTO, capaces de resistir los vaivenes del mercado. Pero su equipo directivo debe tener la astucia de un jugador explotador, capaz de detectar una debilidad en la competencia, una ineficiencia en la cadena de suministro o un cambio en el comportamiento del consumidor para lanzar un ataque quirúrgico. Como resume Silver, la disyuntiva es existencial: “Explotar y te arriesgas a ser explotado. Esta puede ser la idea más importante relacionada con el póker de la teoría de juegos”.

Si puedes competir contra gente que rinde al máximo, vas a ser un ganador en casi cualquier juego que juegues

En un mundo de incertidumbre radical, con la inteligencia artificial reescribiendo las reglas y los mercados financieros en constante zozobra, la lección de Al límite es clara. El éxito ya no pertenece a quienes evitan el riesgo, sino a quienes lo entienden, lo miden y lo calibran con precisión. Requiere la audacia de un Elon Musk, pero con los frenos morales que le faltaron a Sam Bankman-Fried. Exige pensar como un estadístico, pero actuar con la empatía de un estratega que sabe que al otro lado de la mesa, o del mercado, hay otro ser humano tomando sus propias decisiones. Al fin y al cabo, y Silver lo suscribe citando a George Bernard Shaw, “todo el progreso depende del hombre irrazonable”. La clave está en ser irrazonable de la manera correcta.

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