La Escuela de Economía Humanista de Barcelona está incorporando a jóvenes científicos que se unen ahora a los nueve premios Nobel que nos han alentado desde nuestra Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (Racef). Los académicos nos enfrentamos ahora a los retos de la sostenibilidad, el cambio climático y la reconfiguración de un nuevo orden mundial que obligan, junto a la inmigración y las tensiones en la Alianza Atlántica, a repensar nuestra Unión Europea y sus instituciones.
Para abordar esos retos hemos trabajado en una serie de algoritmos que los lectores encontrarán en nuestra web y podrán utilizar de forma gratuita. Son una alternativa práctica para enfrentarnos a los problemas económicos con los que hemos superado el enfoque mecanicista neoclásico, que concebía el ser humano como un agente sin alma, un robot cuyo cerebro no le permitía razonar y soñar a la vez.
Como catedrático de la UB y al tiempo asesor financiero en SEAT ya percibí en su día que con aquel anticuado paradigma no podía ni interpretar ni gestionar la realidad económica del día a día de una gran empresa. Lo mismo observé como presidente de la Junta Económica Estatutaria del F.C. Barcelona. Lo que enseñaba en la facultad no me servía para solucionar los problemas financieros del club, ni los deportivos. Tuve que concebir un algoritmo, por ejemplo, para sistematizar y mejorar nuestra política de fichajes.
De ahí que creciera mi interés por las alternativas a la ciencia oficial que surgían en toda Europa y que contactara con el grupo Quadrivium, del que formé parte con Arnold Kaufman y el científico Jacques Pezé, con cuyas investigaciones colaboré ya como profesor en la Sorbona.
Nuestro trabajo en aquel equipo de matemáticos y científicos, junto al del pionero de la aplicación a la ingeniería y hasta a nuestros electrodomésticos, Lofty Zadeh, permitió dotar a la ciencia económica de la fuzzy logic, una nueva lógica difusa que sí reflejaba la realidad del mundo y de la condición humana.
Nuestro académico, el Nobel Daniel Kahneman, deconstruyó después nuestros cerebros y puso en evidencia que las emociones y las razones pesan por igual en nuestra toma de decisiones y que nuestro cerebro tiene dos modos de pensar: deprisa y despacio.
Año tras año, Kaufmann, Zadeh, Pezé, Kanheman y después Joseph Stiglitz y Finn Kydland, Nobel por su teoría de la predictibilidad y hoy presidente de nuestro observatorio, entre otras mentes brillantes, contribuyeron a lograr que, como nos escribió Pezé, admirado por nuestra capacidad de congregarlas, “Barcelona sea en el nuevo milenio origen y ya no solo destino de la nueva ciencia económica”.
Hoy la Escuela de Economía Humanista de Barcelona ya está consolidada y figura en los anales de la investigación en ciencias sociales junto a la llamada Escuela Neoclásica, la Escuela Historicista Alemana, la Escuela de Viena, la Escuela de Lausana… Barcelona tiene un lugar en el mapa que presenta los puntos en donde se han dado los avances fundamentales en el estudio de la ciencia económica y desde aquí invito a los lectores a seguirnos y a los investigadores de toda Europa a participar en nuestras actividades.