El mercado europeo de private equity está en expansión, con un valor estimado de 150.000 millones de dólares en 2024 y una proyección de crecimiento hasta los 192.540 millones en 2029, impulsado por un interés creciente en empresas familiares. Estas compañías representan aproximadamente el 70% de las operaciones de capital privado en Europa, convirtiéndose en uno de los principales focos de inversión para los fondos. Las operaciones más comunes incluyen adquisiciones con control mayoritario (buy-outs), coinversiones y reestructuraciones, especialmente en sectores como tecnología, salud, energía y manufactura.
Las empresas familiares europeas son vistas como socios estratégicos atractivos por su estabilidad, visión a largo plazo y fuerte arraigo local. Sin embargo, el proceso de inversión no está exento de retos: la profesionalización de la gestión, la sucesión generacional y la alineación entre propiedad y dirección son factores críticos que pueden determinar el éxito o fracaso de una operación.
70% de las operaciones de capital privado en Europa son de 'private equity'
Los fondos de private equity están cada vez más interesados en compañías con estructuras de gobierno sólidas y planes de crecimiento claros, lo que ha elevado el nivel de exigencia en las transacciones. En este contexto, se observa una evolución en la relación entre capital riesgo y empresa familiar: de una lógica de salida rápida a una de colaboración estratégica a medio y largo plazo. Esta transformación responde tanto a la madurez del ecosistema inversor europeo como a la necesidad de las empresas familiares de adaptarse a un entorno competitivo y globalizado. La clave está en construir alianzas que respeten la identidad familiar, pero que también impulsen la innovación, la internacionalización y la sostenibilidad del negocio.
En España el private equity está también tomando cada vez mayor relevancia. Este tipo de inversión, es decir, la entrada de un fondo especializado con una participación, mayoritaria o minoritaria, en el capital de la compañía, está adquiriendo gran importancia como vía de crecimiento de las empresas familiares.
Proyección de crecimiento
192 M
El mercado europeo de 'private equity' está en expansión, con un valor estimado de 150.000 millones de dólares en 2024 y una proyección de crecimiento hasta los 192.540 millones en 2029.
Surgen entonces preguntas inevitables. ¿Por qué una familia propietaria estaría dispuesta a abrir las puertas de su “casa” a un inversor externo? ¿Cómo impacta en la estrategia de la empresa? ¿Y cómo puede llegar a transformar a la propia familia?
Estas y otras cuestiones centraron el acto celebrado el 24 de septiembre en la sede de Esade Madrid organizado por la Chair in Family-Owned Enterprises, una cátedra iniciativa conjunta de Esade y Andbank.
Según explicó en el mismo acto Nely Mayoral, directora de la Unidad de Family Office de Andbank, el propósito de la cátedra es “impulsar el desarrollo de las familias empresarias, tanto en el ámbito de la empresa familiar como de sus family offices, combinando el rigor académico con la experiencia real, a través de investigación, formación y actualización, espacios de reflexión y puesta en común de mejores prácticas”.
El 'private equity' opera con una lógica distinta, marcada por la necesidad de obtener resultados en un horizonte definido
Durante la sesión se expuso que la entrada de un fondo no es solo un intercambio de capital: es más parecido a asociarse para una expedición con un destino final y un calendario. La elección del compañero de viaje es, por tanto, determinante. Nely Mayoral subrayó en este sentido que “la afinidad de valores, la confianza y los objetivos compartidos pesan tanto como la rentabilidad esperada”.
En la misma línea, María José Parada, profesora y directora del Departamento de Dirección General de Esade y directora de la Esade-Andbank Chair in Family-Owned Enterprises, recuerda que en estos procesos “el pacto de socios deja de ser un mero documento legal para convertirse en un auténtico mapa de convivencia, que define cómo se tomarán las decisiones cuando aparezcan los inevitables choques de visión”.
En última instancia, lo que está en juego “no es solo el futuro de una compañía, sino también la identidad de una familia”, apunta Parada. ¿Qué vale más: acelerar el crecimiento o preservar la autonomía? ¿Abrirse al cambio o proteger lo construido? ¿Compartir el timón o mantenerlo en manos propias?
No sólo aporta capital para crecer, sino conocimiento estratégico y profesionalización”
El private equity no ofrece respuestas universales, pero sí plantea preguntas. Quizá ese sea su mayor valor: obligarnos a reflexionar sobre quiénes somos, qué queremos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para seguir adelante, transformar la empresa, innovar y proyectar su legado hacia nuevas oportunidades.
Francisco Gómez-Zubeldia, vicepresidente y consejero delegado de Diana Capital, gestora española de capital privado con 25 años de experiencia, señala que “el private equity puede jugar un papel clave en la empresa familiar: no sólo aporta capital para crecer, también conocimiento estratégico y profesionalización”.
Por otro lado, y con respecto a la continuidad en las empresas familiares, añade que “el private equity ofrece una alternativa para garantizar la continuidad del negocio, acompañando a las familias en la transición generacional y facilitando el relevo”. Subraya que los fondos de capital privado permiten a las empresas familiares ganar competitividad, acelerando la innovación y el crecimiento. ‘Bien gestionados, son la fórmula perfecta para conjugar tradición y futuro”.
Tensión positiva
El aprendizaje compartido es claro: el private equity opera con una lógica distinta, marcada por la necesidad de obtener resultados en un horizonte temporal definido. Esa visión contrasta con la vocación de permanencia que caracteriza a las familias empresarias. De esa tensión surgen transformaciones poderosas: mayor rigor en la rendición de cuentas, procesos más ordenados, decisiones basadas más en datos y análisis y menos en intuiciones. En definitiva, un ejercicio que exige profesionalización y mirar la empresa con nuevos ojos.
