El PIB de EE.UU. cayó más de lo esperado por la guerra comercial

Coyuntura

Los movimientos previos a los aranceles lastraron un 0,5% la actividad de enero a marzo

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Contenedores en el puerto de Newark

EFE / Justin Lane

La economía estadounidense se contrajo un 0,5% intertrimestral en el inicio del año, marcado por los movimientos previos a las guerras arancelarias de Donald Trump. La cifra revisada por el Departamento de Comercio es tres décimas peor a la avanzada y queda por debajo de lo esperado por los analistas o del notable 2,4% del cuarto trimestre. Así, la mayor economía del planeta vive la primera contracción desde el 2022, cuando la pandemia aún marcaba las estadísticas.

Uno de los grandes condicionantes es una balanza comercial negativa. Las importaciones se dispararon un 38% en términos anualizados por unas empresas y consumidores que anticiparon compras para evitar futuros aranceles. Este componente restó 4,7 puntos porcentuales a la actividad. Las exportaciones, por su parte, crecieron apenas un 0,4%. Las compras al extranjero para avanzarse a los aranceles inflaron los inventarios de las empresas y su inversión, de los pocos factores positivos en la estadística. Porque también afecta a la cifra del PIB un freno en el gasto público, en un trimestre marcado por el afán de recortes de Trump, aún con Elon Musk con las tijeras en manos antes de pelearse. El menor gasto restó una décima a la actividad.

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Al margen de tendencias comerciales, el gran foco de preocupación se pone en el desempeño del gasto de los consumidores. El avance fue de solo el 0,5% en el primer trimestre, en un entorno de incertidumbre para los compradores. La cifra se rebaja notablemente desde el 1,2% avanzado antes. El menor gasto en servicios y transporte lo explica: hubo menos salidas y menos viajes. Ryan Sweet, analista de Oxford Economics, señaló que “el ocio y los viajes se encuentran entre los componentes del gasto que consideramos sensibles a las fluctuaciones en la confianza del consumidor”. En tiempos de dudas, es lo primero que se recorta. El repunte del 0,5% también queda muy lejos del trimestre anterior, en el que crecía a un ritmo del 4%. Esta punta no es menor, ya que el gasto personal aporta dos tercios del PIB americano.

En los mercados no se dieron movimientos significativos al ser un dato revisado por duplicado y marcar una foto fija que no debería repetirse, ya que no se espera un tirón tan fuerte de las importaciones y su efecto negativo en el segundo trimestre. Además de que los inversores miran más a lo que pase a futuro que lo que ya ha pasado. Si se mira de marzo a hoy, algo se han movido las cosas. El 2 de abril Trump anunció sus aranceles para todo el planeta, luego suspendidos, y siguió con una escalada en su enfrentamiento con China. En ese frente también reculó con un acuerdo con Pekín, que ha mostrado su poder a Washington con las restricciones en el comercio de las tierras raras que hicieron temblar a toda la cadena industrial. Por el medio también ha habido un acuerdo con Reino Unido y negociaciones con socios clave como Japón o la UE.

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La vista queda ahora puesta en lo que suceda este segundo trimestre. “Los inversores quieren ver dos cosas: un crecimiento de los beneficios mejor de lo esperado y un repunte del crecimiento anualizado del PIB hasta terreno positivo. Si se logra esto último, Estados Unidos evitará la definición técnica de recesión”, explicaba en un comentario Bret Kenwell, analista de inversiones en EE.UU. de eToro.

Las proyecciones también empiezan a darse en el entorno de la Reserve Federal. Trump quiere dar un paso más en su cruzada contra Jerome Powell, actual presidente del banco central, nombrando tras el verano a un sucesor para presionarlo y que renuncie, según avanzó el Wall Street Journal. El nombre se conocería en noviembre u octubre, pero la Casa Blanca apuntó que la decisión no es inminente y que el presidente se guarda la opción de cambiar de opinión. El diario económico señaló como posibles a Kevin Warsh, Kevin Hassett y Scott Bessent. A Powell le quedan once meses de mandato y Trump no lo puede destituir. Su principal crítica es que mantiene los tipos de interés demasiado elevados y actúa con lentitud, según su parecer, por lo que le ha instado en repetidas ocasiones a bajarlos, refiriéndose a él incluso como “tonto” o “cabezón”.

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