Son muchos, ahora ya más mayores, con ingresos superiores, promotores de la cultura del esfuerzo y en los últimos años, culpados de múltiples males por las generaciones que les suceden. Los baby boomers, los nacidos entre 1958 y 1975 en España, son una generación muy especial. Son los que, con cierto retraso respecto a Europa, crecieron en un contexto de prosperidad económica y de transformaciones sociales. Ahora son criticados porque ponen en peligro la sostenibilidad de las pensiones, porque la ética del trabajo que practicaron y promovieron ya no da resultados, y en los últimos tiempos, son también señalados como presuntos responsables del problema de la vivienda, que sufren particularmente las generaciones más jóvenes.
Empecemos por un clásico. Su papel de sospechoso habitual cuando se trata de buscar las causas de la dificultad para pagar las pensiones. Es cierto que son una generación más numerosa, que ha tenido más ingresos y que ahora, cuando ya está entrando en la jubilación, recibe unas pagas más elevadas. La reforma de las pensiones del 2023 fue diseñada a partir de esta irrupción de los baby boomers, de cómo dispararían temporalmente el número de jubilados, con un aumento que se prolongaría unas décadas para después volver a reducirse. Son, por tanto, los malos de la película de las pensiones: son más, cobran más y el sistema cruje, aunque de momento, la reforma ha pasado su primer examen de sostenibilidad. Evaluación con polémica, pero evaluación oficialmente superada hasta un nuevo test el próximo año
Una generación de rentistas, pero ¿también de especuladores?
Después, viene un reproche más social que estrictamente económico. Los boomers son los practicantes y los promotores de la cultura del esfuerzo, aquella que prometía recompensa y estabilidad a cambio de un trabajo esforzado, preparación consciente, dedicación continuada, y lealtad a largo plazo en el ámbito laboral. Creían en valores como el esfuerzo continuado para conseguir una estabilidad económica y profesional. Ahora, desde la crisis financiera, este sistema de recompensa ya no funciona. Jóvenes sobradamente preparados, productores más que capacitados, trabajadores dispuestos a practicar la cultura del esfuerzo, ya no reciben la compensación prometida. “Hemos hecho lo que nos habéis pedido y no hay resultados”, se quejan hijos decepcionados a sus padres boomers que no encuentran respuesta que darles.
Finalmente, llega la tercera, y más dura, acusación. La de ser responsables de la crisis de la vivienda que castiga a las generaciones que les han sucedido, y que se ha convertido en el gran problema de España. La tesis es que los miembros de esta generación accedieron pronto a la vivienda propia e incluso han invertido en otros inmuebles que alquilan. Los boomers se han convertido en rentistas y son los menos interesados en que ahora bajen los precios, tanto de alquiler como de compra, y por tanto, más reticentes a políticas públicas en este sentido. “Hasta a boomers de izquierdas les cuesta muchísimo aceptarlo, porque va en contra de sus intereses”, explica Javier Burón, experto en vivienda que acaba de publicar el libro “El problema de la vivienda”, y que mantiene la responsabilidad de los boomers en el encarecimiento de los pisos.
Su argumento es que salieron beneficiados de la política de vivienda del franquismo, que permitió a muchos de ellos convertirse en propietarios. A la generación X, la que vino después, le quedó poco; y para milenials y los Z, ya nada, la oferta del piso compartido.

Portada de ‘Boomers’, de Bartolomé Seguí
Burón, actual gerente de la empresa pública de vivienda de Navarra, y anteriormente gerente de vivienda en el ayuntamiento de Barcelona con Ada Colau, y viceconsejero del gobierno vasco entre 2007 y 2009, formaliza su crítica con la frase “No todos se están comportando como especuladores, no; pero todos son rentistas y una parte de ellos son especuladores”. Una afirmación discutible, porque responsabilizar del problema a toda una generación parece una extrapolación exagerada. Identificar a boomers con rentistas puede avalarse parcialmente con datos, porque es en estas franjas de edad donde hay mayoría de propietarios; pero colocarles la etiqueta de especuladores, a solo un paso de un fondo buitre, suena muy excesivo.
Que los rentistas tienen una cierta edad lo indican los datos del Banco de España cuando muestran la gran diferencia entre jóvenes y mayores por lo que se refiere a ser propietarios de un inmueble. La tasa de propiedad de los hogares con un cabeza de familia menor de 35 años es ya solo del 31,8%, una caída drástica respecto al 70% que marcaban las estadísticas en 2011. Y la comparativa con los mayores es clara. Entre los de más de 65 años, el porcentaje de propiedad supera el 83%, y a más edad la tasa va aumentando, según la Encuesta Financiera de las Familias publicada el año pasado que recoge los datos del 2022.
Es la generación que retrata el mallorquín Bartolomé Seguí en el cómic que lleva precisamente este título: "Boomers". Seguí, también un boomer, describe a sus cóetanos con ironía y tono amable y empático. En las viñetas, no salen boomers propietarios y rentistas, pero sí los temas recurrentes de esta generación.
Una generación para la que las rentas inmobiliarias no son sino uno de los pagos por el esfuerzo que les prometieron por un trabajo duro y constante, y por tanto, consideran que se las han ganado a pulso. Combinar sus derechos y los de las generaciones posteriores es uno de los desafíos de la política de vivienda, convertida en el auténtico agujero negro de estos años en que se combinan unos datos macroeconómicos espectaculares con unas dificultades palpables en el día a día. ..........................................................................................................
- Trump está arrasando
La caótica y chulesca política económica que está aplicando Donald Trump en sus primeros meses de mandato, está dando sus frutos. Duele reconocerlo, pero especialmente en el terreno de los aranceles, ha arrancado una capitulación en toda regla de Europa, que ha aceptado un incremento general del 15% a sus exportaciones sin contramedida alguna por su parte. Y con concesiones adicionales sobre compra de energía americana e inversiones en Estados Unidos. En el corto plazo, Trump ha goleado a Europa en este terreno lo que, viendo su tendencia a abusar del débil, puede tentarlo a incrementar la presión con nuevas medidas. Mientras, sigue enfrascado en el terreno interno en su pugna para acabar con la independencia de la Reserva Federal, y colocarla bajo sus órdenes.
- El empleo en agosto siempre es malo
La estacionalidad de la economía española provocará previsiblemente una caída de la afiliación en los datos de agosto que se conocerán este martes. El año está siendo muy positivo en el mercado laboral, con récord de afiliaciones, pero agosto siempre pasa factura, especialmente por el sector de la educación y la hostelería. Los profesores despedidos durante el verano que serán contratados de nuevo más adelante y el fin de la temporada turística se notan habitualmente. Como referencia, el año pasado, que fue excelente en términos de empleo, en este mes perdió 193.000 puestos de trabajo.