Taiwán se niega a fabricar la mitad de sus chips en EE.UU.

Tecnología y soberanía

El secretario de Estado de Comercio, Howard Lutnick, dijo en una entrevista que era algo “necesario”

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Fábrica de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company's (TSMC) en Kaohsiung, Taiwan. 

Ann Wang / Reuters

El gobierno de la República de China ha salido al paso de las declaraciones del secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, según las cuales las empresas taiwanesas deberían fabricar en territorio estadounidense la mitad de los chips absorbidos por este mercado. La indignación de la oposición ha movido a la vicepresidenta Cheng Li Chun a aclarar que “Taiwan no se ha comprometido a una división 50/50 y nunca lo hará”. 

Lutnick expresó el domingo pasado en una entrevista que “EE.UU. debería producir sus propios chips” por motivos de seguridad nacional.  En este sentido, consideró “necesario” que, por cada chip que Taiwán exporta a Estados Unidos, fabrique otro en territorio estadounidense. Para empujar en esa dirección insinuó un arancel del 100% para cada chip que supere dicha cuota.

Esta amenaza ha alarmado a la oposición nacionalista china, mayoritaria en el Yuan Legislativo (congreso) de Taipéi. Esta exigió a la vicepresidenta soberanista taiwanesa que aclarara los términos de las negociaciones que ha encabezado en los últimos meses. Estas no han evitado un arancel del 20% para sus exportaciones a EE.UU., aunque han logrado que los semiconductores estén exentos.

Además de eso, el Pentágono ha arrancado un compromiso de Taiwán para incrementar su presupuesto de Defensa hasta el 3,32% del PIB, en 2026. Como es tradicional, en su gran mayoría irá destinado a la adquisición de armamento a multinacionales de EE.UU., a pesar de que estas acumulan ya retrasos en las entregas por 21.500 millones de dólares. La industria armamentista es, por cierto, una de las que depende más estrechamente de chips de última generación. 

Aunque la vicepresidenta renunció hace pocos años a su nacionalidad estadounidense (su madre lo es), no quiere pasar a la historia como la Dalila que le cortó el cabello al Sansón de la industria y de la autonomía de Taiwán.

El complejo de fábricas de TSMC en Arizona

El complejo de fábricas de TSMC en Arizona

TSMC

Pero el Kuomintang, que estuvo al frente de la isla china autogobernada durante décadas y hoy está en la oposición, no parece convencido y ha salido en tromba contra el presunto “acuerdo 50/50”, pese al desmentido. “Entonces ¿se trata de un 60/40? ¿de un 70/30?”, se pregunta el diputado Hsieh Lung Chieh. 

Su compañero de bancada, Eric Chu Li-luan, ha advertido: “Nunca entregaremos TSMC”. Tal cosa, según él, equivaldría a renunciar al “blindaje de silicio” y su aportación a la paz. Según esta teoría, el hecho de que la producción de semiconductores avanzados esté concentrada en Taiwán es el mayor factor de disuasión para aquellos en condiciones de desencadenar una guerra en la isla.

No es un temor infundado. El congresista estadounidense Seth Moulton, además, hace un par de años dijo lo siguiente: “Deberíamos dejarle muy claro a los chinos que si invaden Taiwán dinamitaremos TSMC”. 

El volumen de inversión ahora requerido -en una exigencia aún más concreta que la formulada por el presidente Donald Trump ante Japón, Corea del Sur o la UE- asusta en Taipéi. Finalmente podría alcanzar los 500.000 millones de dólares, descapitalizar la economía de Taiwán y condenar a la emigración a decenas de miles de ingenieros”, ha advertido el exdiputado Chiu Yi, según recoge South China Morning Post. 

La determinación de quebrar la concentración en Taiwán de los semiconductores más avanzados cuajó durante el primer mandato de Trump, cuando en sus últimos meses este arrancó de TSMC un compromiso de inversión de 12.000 millones.

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Sobre el cielo de Taipéi ya han empezado los ensayos para la celebración del Día Nacional de la República de China, el próximo viernes 

I-HWA CHENG / AFP

Esta se concretó después bajo la presión irresistible del presidente Joe Biden, que elevó su montante en 40.000 millones para tres fábricas de chips en Arizona. Para ello, no dudó en ofrecer incentivos de más de seis mil millones de dólares de las arcas públicas, atentando de paso contra la libre competencia. Los primeros chips de 4 nanómetros (25.000 veces más finos que un cabello) empezaron a imprimirse en el último trimestre del año pasado. 

Pero la gigantesca inversión americana de TSCM -que emplea a 3.000 personas y tiene un plan de expansión previsto hasta las 12.000- no satisface a la actual Casa Blanca. Ni siquiera después de un compromiso de inversión, en marzo, de 100.000 millones adicionales en varios años. Eso sí, se ha librado del acoso del departamento de Inmigración que ha sufrido la fábrica de baterías en construcción de Hyundai, en el estado de Georgia, para indignación mayúscula de más de trescientos empleados surcoreanos esposados y luego deportados, que en todos los casos menos uno han prometido “no volver jamás a EE.UU.”. 

La polémica llega una semana antes de la conmemoración del Día Nacional de la República de China (nombre oficial de Taiwán), que recuerda el derrocamiento del último emperador, el niño Puyi, el 10 de octubre de 1911. Bajo el Partido Progresista Democrático, el partido más cómodo con la tutela estadounidense, el nombre ha sido alterado en inglés a Día Nacional de Taiwán, algo polémico en una isla dividida en cuanto a su sentido de pertenencia. Tanto es así que el último presidente bajo las siglas del Kuomintang, Ma Ying Jeou, boicoteó hace dos años la celebración “por su signo independentista”. 

La mayor parte de la comunidad empresarial taiwanesa, en muchos casos con grandes intereses en la República Popular de China, observa con recelo el flirteo con la secesión formal del partido en el poder y, más concretamente, del presidente William Lai. Tal extremo desencadenaría de inmediato la “reunificación por la fuerza”, como han advertido todos y cada uno de los secretarios generales del Partido Comunista de China. EE.UU., no obstante, se obligó por ley a armar a Taiwán  para prevenir precisamente eso. 

Antes de las últimas elecciones, alguien tan destacado como el fundador de Foxconn, Terry Guo-que fabrica los iPhones de Apple- advirtió que Taiwán podía convertirse en “la próxima Ucrania” si no iba con cuidado y amagó con presentarse a la presidencia, aunque retiró su candidatura en el último momento. 

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