Kim Jong Un dice estar preparado para retomar el diálogo con Donald Trump

Corea del Norte

Siempre y cuando no vaya precedido de exigencias de desnuclearización

Kim Jong Un dice estar preparado para retomar el diálogo con Donald Trump
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Kim Jong Un dice estar preparado para retomar el diálogo con Donald Trump 

EFE

El dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un, mostró este fin de semana su disposición a retomar el diálogo con Donald Trump, con el que se entrevistó en tres ocasiones durante su primer mandato. El secretario general del Partido de los Trabajadores de Corea dijo guardar “buenos recuerdos” del presidente estadounidense, durante su intervención ante la Asamblea Popular Suprema, difundida este lunes por la agencia oficial norcoreana, KCNA.

Kim Jong Un dice estar preparado para retomar el diálogo con Donald Trump

Imagen del presidente de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong Un, durante una de sus intervenciones de este fin de semana en en la sesión de Asamblea Suprema Popular 

KCNA / EFE

La revelación parece dejar la puerta abierta a un hipotético encuentro entre los dos jefes de estado en la zona desmilitarizada entre las dos Coreas, tal como sucedió en junio de 2019, en el Área de Seguridad Conjunta de Panmunjom. Entonces Trump se adentró unos pasos, para la foto, en el territorio de la República Democrática Popular de Corea. 

La oportunidad podria volver a surgir a finales de octubre, con motivo de su asistencia a la cumbre de la APEC (foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico), en la que se da casi por seguro que se encontrará por separado con el presidente chino Xi Jinping. Será en Gyeongju (sudeste de Corea), también por primera vez desde el 29 de junio de 2019, en la cumbre del G20 en Osaka, Japón. Menos de 24 horas después, el mandatario estadounidense hizo entonces su visita sorpresa a Kim Jong Un, que sería la tercera y última, tras verse en Singapur y Vietnam. 

“Personalmente, aún guardo buenos recuerdos del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump”, dijo Kim en su discurso ante la 13ª sesión plenaria de la Asamblea Popular Suprema, celebrada el sábado y el domingo pasado en Pyongyiang. Su influyente hermana Kim Yo Jong -que está menos bajo los focos desde el ascenso de su hija adolescente, Kim Ju Ae- ya destacó recientemente la buena relación entre ambos mandatarios.

Sin embargo, Kim Jong Un no parece dispuesto a reunirse a cualquier preció, según intimó: “Si Estados Unidos abandona su absurda obsesión con la desnuclearización y reconoce la realidad, no habrá razón para que no podamos interactuar cara a cara”. Eso sí, también lanzó una pulla: “El mundo sabe muy bien lo que hacen los Estados Unidos después de obligar a un país a renunciar a sus armas nucleares”, habría dicho Kim Jong Un este fin de semana ante los disciplinados miembros de la Cámara, en una aparente referencia a la suerte del líder libio Muamar el Gadafi.

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Decimotercera sesión de la XIV Asamblea Popular Suprema con muñecos en la palestra del “Presidente eterno” Kim Il Sung y de su sucesor Kim Jong Il, abuelo y padre, respectivamente, del “querido camarada” Kim Jong

STR / AFP

Trump afirmó el mes pasado, durante su entrevista con el presidente surcoreano Lee Jae Myung, que le gustaría reunirse con Kim “este año”. También le describió como “un hombre con mucho talento”. Por otro lado, cuando Kim Jong Un presidió el gran desfile militar de Pekín del 3 de septiembre pasado, junto a sus homólogos Vladimir Putin y Xi Jinping, Trump les envió un saludo burlón en las redes “por conspirar contra EE.UU”. 

Esta semana, al margen de la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, habrá una réplica tripartita de aquello, a pequeña escala, con la reunión de los responsables de Asuntos Exteriores de Japón, Corea del Sur y EE.UU.. En cambio, es difícil que el presidente  surcoreano, Lee Jae Myung -pese a su apaciguamiento de Corea del Norte- sea invitado a acompañar a Kim Jong Un y Donald Trump en una hipotética nueva puesta en escena del encuentro de 2019, en el que también participó el entonces presidente Mun Jae In. 

“No tenemos nada que sentarnos a discutir con Corea del Sur ni nada que hacer juntos”, ha advertido el norcoreano Kim Jong Un, que el año pasado desmanteló algunas de las conexiones viarias y ferroviarias -en desuso- entre las dos mitades de Corea. La relación entre los dos gobiernos antagónicos se deterioró a gran velocidad bajo la presidencia en Seúl de Yoon Suk Yeol, hoy encarcelado por insurrección. 

La luna de miel con Mun, en cambio, había llevado a desfilar a los deportistas de toda Corea bajo una misma bandera en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, en la localidad surcoreana de PyeongChang. Aunque Yoon intensificó el pulso militar con Corea del Norte desde 2022, la buena voluntad se había evaporado por lo menos dos años antes, poco después de la foto de ocasión de Trump y Kim. 

La mano tendida por EE.UU. en aquel entonces seguramente no era ajena al hecho de que, por lo menos desde el otoño de 2017, los ensayos de Corea del Norte habrían mostrado su hipotética capacidad de alcanzar cualquier punto de EE.UU. -incluido Washington- con su reducido arsenal de misiles intercontinentales. Desde entonces, estos han aumentado su número y sofisticación, mientras la alianza militar con Rusia -que algunos suponen tecnológica- ha dado un salto en los últimos dos años. 

Pyongyang cuenta con ojivas nucleares para defender frente al exterior su régimen estalinista, altamente represivo en el interior. Aun desde su evidente fracaso económico, la República Popular Democrática se considera a sí misma como la única Corea libre y soberana. Argumento que impresiona poco a sus parientes ricos, en la mitad capitalista de la península. 

Oportunismo

Pyongyang aprovecha los varapalos de Trump sobre sus aliados en Corea del Sur

Sin embargo, la buena disposición de la mayoría de surcoreanos hacia EE.UU. (que mantiene docenas de miles de tropas en su territorio) está siendo vapuleada en el segundo mandato de Donald Trump. La amenaza de un arancel del 25% para las exportaciones surcoreanas a EE.UU. ha admitido un regateo hasta el 15%, pero a cambio Washington exige inversiones en su país por 350.000 millones de dólares. 

El presidente Lee ya ha advertido que, de ser así, Corea del Sur se vería sumida en una crisis financiera como la de 1997. También ha hecho en Facebook, justo antes de volar a Nueva York, una llamativa declaración de independencia y soberanía, frente a sus múltiples alegatos sobre la relación (desigual) con Estados Unidos como piedra de toque de la República de Corea.

 “Nuestro presupuesto de Defensa es 1,4 veces el PIB de Corea del Norte. Nuestro ejército es el quinto del mundo. Nuestra economía es docenas de veces mayor que la del Norte y nuesra población es más del doble.  Pese a esta fortaleza militar y nacional, algunos todavía son presa de la mentalidad de que una defensa soberana es imposible sin tropas extranjeras”. Un mensaje a los coreanos, pero también a los estadounidenses, en esta etapa de durísimas negociaciones. 

Mientras tanto, Lee intenta normalizar las relaciones con Pekín, que tocaron fondo bajo la presidencia ultra de Yoon Suk Yeol. A la luz de la historia, China no es el único país asiático que observa con estupor los llamamientos estadounidenses para que Japón y Corea del Sur doblen prácicamente su presupuesto militar. En esta línea, una militarista nostálgica del Imperio del Sol Naciente, Sanae Takaichi, se perfila como favorita a suceder a Shigeru Ishiba en la jefatura de gobierno a partir de octubre.

El otro varapalo a la dignidad coreana ocurrió a principios de mes y atenta directamente contra la pretensión estadounidense de atraer -a la fuerza- inversiones de sus multinacionales. Tras conseguir -bajo Joe Biden- el establecimiento de una nueva fábrica de baterías para coches eléctricos, de la mano de Hyundai y LG, los trescientos trabajadores surcoreanos que la estaban poniendo en pie en Georgia (EE.UU.) fueron detenidos, esposados y -al cabo de ocho días- deportados de regreso a su país. 

Técnicamente, no contaban con el visado apropiado, sino con un visado de negocios. Pero el binomio Hyunday-LG considera que, de haber seguido todos los pasos al pie de la letra, la construcción de la factoría ni siquiera habría empezado. Donald Trump ofreció en el último momento a los detenidos la posibilidad de permanecer en EE.UU. Solo uno aceptó, mientras que la mayoría de los repatriados habría expresado, tras su calvario, que no pensaban volver jamás al país de las barras y las estrellas. 

Un profesor de la universidad surcoreana de Kyungnam, Lim Eul Chul, estima que las declaraciones de Kim Jong Un están calculadas para alimentar las pretensiones de Donald Trump al premio Nobel de la Paz. Este podría suponer que otra foto de ocasión en Corea es el empujón que necesita para convencer a los diputados noruegos -que no suecos- que conceden el galardón. Ignorando, no obstante, las amplias simpatías pro palestinas de noruegos de todos los colores, mientras el aplastamiento de Gaza prosigue bajo su mirada y la guerra de Ucrania no se detiene. 

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