Puig Brands, la empresa de “belleza premium”, ha encajado hace pocos días un golpe a sus aspiraciones de escalar en el ranking mundial de las empresas de belleza, perfumería, cosmética, cuidado de la piel y moda de lujo. La firma presidida por Marc Puig mantuvo conversaciones “maduras y avanzadas” hasta el último momento para hacerse con la división de perfumería y belleza de Kering, la sociedad francesa especializada en joyería, moda y marroquinería. Un plan que habría permitido a Puig sortear su negativa evolución en bolsa y dar un salto de gigante para competir con los más grandes del sector. Aspiración punzante de una de las sagas más conocidas de la burguesía catalana.
Sin embargo, al final la vencedora ha sido la francesa L’Oréal, líder del sector y siempre referencia a alcanzar, larga sombra que planea sobre sus competidores y que ha puesto sobre la mesa 4.000 millones de euros.
La envergadura de la operación llevó a los gestores de Puig a plantear una propuesta que combinaba el pago en efectivo y en acciones de la empresa catalana, así como también un intercambio de acciones con la vendedora Kering. Portavoces de Puig declinaron realizar cualquier comentario sobre el asunto.
La empresa catalana ofreció a Kering una alianza estratégica con intercambio de acciones, de manera que al final ambas serían accionistas la una de la otra. Según las fuentes consultadas, Puig estaba dispuesta a ceder hasta un 20% de su capital a Kering. Ese porcentaje, atendiendo a la actual capitalización bursátil de Puig, equivaldría a unos 1.600 millones de euros. Aún quedaba un largo tramo para alcanzar los 4.000 ofrecidos por L’Oréal, una cifra que Puig no podía alcanzar y por ello planteó a Kering que siguiera en el negocio. Además, la negativa evolución en bolsa de Puig restaba atractivo a esa propuesta desde el punto de vista de Kering.
Llibert Teixidó
Finalmente, la empresa que dirige Luca de Meo, quien fue presidente de Seat y luego de Renault, optó por cerrar el acuerdo con la líder del sector, la también francesa L’Oréal, que por su dimensión no tenía mayor problema en asumir el pago en metálico. Y la empresa que preside François-Henri Pinault, abocada a reducir su elevado endeudamiento, estaba ansiosa por ingresar en efectivo el dinero de la venta.
Puig y Kering tienen bastantes cosas en común. Son propiedad de familias centradas en el sector del lujo, aunque en segmentos diferentes. Ambas cotizan en bolsa y tienen muy controlados tanto los derechos económicos como políticos, de voto, de la mayoría del capital. Pero su evolución en el mercado es claramente divergente.
En el último año largo, desde que salió a bolsa, Puig, que factura 4.700 millones, ha perdido en torno al 40% de su capitalización, cayendo de 14.000 millones a 8.300. Una trayectoria negativa que en buena medida debe atribuirse a la coyuntura global del sector del lujo. Y que ha generado inquietud entre algunos de los miembros de las familias propietarias.
Ahora, la propuesta, finalmente rechazada, de ceder un porcentaje relevante del capital a Kering ha creado también cierta incertidumbre familiar, según algunas fuentes consultadas, por el hecho de ceder una parte importante a un gran accionista ajeno al núcleo original. Pese a ello, el plan presentado a Kering fue aprobado por unanimidad tanto en el consejo de Puig como en el de la sociedad que agrupa a las familias accionistas, Exea, que preside Josep Oliu, presidente del Sabadell.
Kering, por su parte, con ventas de más de 17.000 millones, es propiedad del holding Groupe Artémis de la familia Pinault, que posee el 42% de las acciones y hasta el 59% de los derechos de voto de la empresa, que agrupa marcas como Gucci, Saint Laurent, Bottega Veneta, Balenciaga o Alexander McQueen. Los Pinault son el tercer gran grupo francés del lujo y son también propietarios de la casa de subastas Christie’s, agencias de publicidad, medios de comunicación, la cadena Fnac y renombradas bodegas y vinos como Château Latour.
En bolsa, pese a sus problemas de reducción de ventas y elevada deuda, ha mantenido un ritmo de ascenso muy importante, en parte por el nombramiento de Luca de Meo y la presentación de su plan estratégico que incluye la venta ahora materializada. En un año ha subido la cotización un 80%, hasta valer casi 38.000 millones, aunque hace seis meses esa cifra era la mitad.
+++
Días de mudanzas para Tatxo Benet, hasta hace unos días presidente y consejero delegado de Mediapro, el grupo catalán audiovisual propiedad del chino Orient Hontai. Este ha decidido imprimir un cambio en la gestión de la empresa y ha nombrado presidente ejecutivo a Sergio Oslé, ex consejero delegado de Telefónica España y presidente de Movistar +. Benet se desvinculará totalmente a finales de diciembre de la compañía que fundó con su exsocio Jaume Roures. En los últimos meses, los criterios entre ambas partes habían divergido y el consejo de administración de Mediapro había llegado a tumbar alguna propuesta de adquisición de otra compañía del equipo de Benet.
La empresa catalana facturó el año pasado algo más de 1.000 millones de euros, un 11% menos que el anterior y muy lejos de los 1.700 millones de antes de la pandemia.
Llibert Teixidó
Ahora queda cerrar la transmisión del paquete que el ahora expresidente posee en la empresa, en torno a un 4% y que cuenta con el derecho a vender al accionista mayoritario una vez finalice su contrato con la compañía. Venta que también hizo dos años antes Roures. De cara al futuro, Benet ha manifestado que haga lo que haga “nunca competirá con Mediapro”.
En otro ámbito de su actividad pública, su pertenencia al Cercle d’Economia, también hay cambios. Benet se ha dado de baja del foro empresarial alegando que este nunca ha tratado bien a la compañía que ha presidido hasta hace apenas unas semanas. Benet niega ningún problema con la presidenta del Cercle, Teresa García-Milà, ni con la junta y circunscribe el diferendo exclusivamente a su director general, Miquel Nadal. Una parte del desacuerdo tiene relación con la contratación de la empresa organizadora de la reunión anual del Cercle, que en el año 2024 asumió Mediapro, con la que no se contactó para la del mes de mayo de este año, según Benet. Consultado por este diario, Nadal declinó realizar comentarios sobre el conflicto.