El fabricante de vidrio Vidrala tiene uno de los dos hornos en su fábrica de Castellar del Vallès parado desde hace tres meses por una avería y dentro de dos años debe renovar el segundo porque este llega al final de su vida útil. La compañía con sede en Llodio, cerca de Bilbao, tiene un plan de inversiones valorado en más de 150 millones de euros que implica la sustitución de estos activos industriales de gas por otros híbridos de última generación. Sin embargo, antes de comprometerse, la dirección del grupo quiere obtener garantías por parte de la Generalitat sobre varios aspectos como el acompañamiento en subvenciones públicas, acceso a la red eléctrica y priorización del proyecto frente otros internacionales.
El sector vidriero europeo vive actualmente una tormenta perfecta. En los últimos años, se han producido varios cierres de instalaciones por la mayor competencia de países del norte de África, Oriente Medio y Asia. Sin ir más lejos, la histórica Vidriera Rovira, propiedad actualmente de la norteamericana Owens-Illinois, anunció su cierre a principios de enero en El Prat. Por otra parte, el mercado se hace cada vez más pequeño porque el consumo en Europa se encuentra en declive. Sin embargo, en el Viejo Continente el sector todavía presenta una sobrecapacidad productiva que hace predecir más ajustes.
“Estamos en una encrucijada. Las instalaciones de Castellar del Vallès están llegando a su fin de ciclo. Tenemos un plan para invertir más de 150 millones de euros que permitirá afianzar el futuro de la planta y garantizar su actividad para las dos próximas décadas”, explica el consejero delegado de Vidrala, Raúl Gómez. Estas inversiones forman parte de un plan estratégico para renovar varias instalaciones repartidas por el mundo.
El grupo tiene un horno averiado en Castellar del Vallès y debe renovar el segundo dentro de dos años
La planta vallesana, heredera de la histórica Vidriera Vilella, está especializada en la producción de botellas y tarros para el sector de la bebida y la alimentación a partir del reciclaje de vidrio. En total, produce dos millones de unidades al día. En cuanto a plantilla, emplea directamente a 260 trabajadores, aunque el 60% de ellos se encuentra en un ERTE rotatorio tras la avería del primer horno. “Nuestros empleados están realizando un esfuerzo por mantener la paz social”, afirma.
La primera petición del grupo industrial es acompañamiento por parte de la Administración pública. La compañía asegura que no ha podido concurrir en varias convocatorias europeas de descarbonización porque estas no se ajustaban al negocio y pide a la Generalitat apoyo para poder acceder a subvenciones, así como un diálogo continuo en otros aspectos.
La segunda tiene que ver con la infraestructura energética. Los hornos híbridos suponen un fuerte consumo eléctrico (de hasta el 50% del consumo total; el resto, mediante gas) para alcanzar los 1.600ºC con los que se funde el vidrio y la compañía quiere asegurarse un suministro estable. En este sentido, Vidrala quiere tener tanto acceso a la red como la tramitación de instalaciones de producción de renovables propias.
La empresa pide diálogo en ayudas públicas, más infraestructura eléctrica y priorización frente a otras inversiones
La tercera condición pasa por priorizar este proyecto de continuidad industrial frente a eventuales llegadas de competidores. “Esperamos que la reindustrialización de otras áreas no vaya a nuestra contra; es decir, que no emerjan competidores que hoy no existen”, explica. Gómez señala que la planta quiere convertirse en un referente europeo exportador y recuerda que “el mercado tiene sobreproducción”.
Vidrala se encuentra en conversaciones con la Generalitat. “La disponibilidad es buena, la urgencia es máxima”, señala. Pese al contexto, el directivo asegura ser optimista de cara al futuro. “Tenemos un mercado de 450 millones de consumidores al alcance de la mano desde Castellar, con un producto mucho más sostenible que las alternativas de plástico o de aluminio”, reflexiona.
