La inteligencia artificial está redefiniendo cómo trabajamos y, sobre todo, cómo aprendemos a trabajar. Solo hay que mirar la capitalización de las grandes tecnológicas para entender que estamos ante una revolución con un potencial enorme para impulsar la productividad y el crecimiento. Pero, como toda revolución, también genera inquietud, sobre todo con respecto a lo que puede suponer para los trabajadores y, muy especialmente, para los jóvenes profesionales.
¿Qué pasa cuando la IA empieza a hacer el trabajo que antes hacían los jóvenes que empezaban una carrera? Un estudio reciente de la Universidad de Stanford ( Brynjolfsson, Chandar, Chen) con datos de Estados Unidos encuentra que desde finales del 2022 el empleo de los jóvenes de 22 a 25 años en trabajos altamente expuestos a la IA ha caído un 13%, mientras que la de los trabajadores en sectores menos expuestos y la de los profesionales con más experiencia se ha mantenido estable o ha seguido creciendo. La evidencia es todavía escasa, pero un estudio similar en el Reino Unido ( Teeselink, 2025) apunta en la misma dirección, mientras que en Dinamarca ( Humlum i Vestergaard, 2025) no se detectan cambios relevantes. Pero el mensaje de fondo es claro: la IA está redefiniendo la puerta de entrada al mundo laboral.
Hay que repensar cómo se forma el talento dentro de las organizaciones
Estos trabajos de entrada eran, hasta ahora, la escuela donde muchos jóvenes profesionales aprendían las reglas no escritas de su oficio, desarrollando la intuición y el criterio. Si ahora sustituimos buena parte de estas tareas por la IA, podemos obtener una ganancia inmediata, pero corremos el riesgo de comprometer la base del crecimiento futuro.
Además, con el uso cada vez más generalizado de la IA, el pensamiento crítico es más importante que nunca. Las personas con un pensamiento crítico bien desarrollado están más preparadas para resolver problemas que la IA no puede afrontar y para aprovecharla para mejorar sus propias capacidades, perfeccionar los resultados y detectar los malos usos.
No es suficiente con adoptar IA para ser más productivos
Aquí es donde las empresas tienen una responsabilidad y un papel claves. No es suficiente con adoptar IA para ser más productivos; hay que repensar cómo se forma el talento. Si los trabajos de entrada ya no ofrecen el aprendizaje, hay que crear nuevos itinerarios formativos para que los jóvenes adquieran habilidades. No se trata de conservar puestos obsoletos, sino de diseñar itinerarios con valor pedagógico explícito para que los jóvenes desarrollen este conocimiento implícito de la empresa para poder incorporarse a un punto más alto del organigrama cuando entren. Eso quiere decir entender la formación como una inversión estratégica.
Cuanto más digital es el mundo, más necesitamos personas con criterio, empatía y capacidad de conexión. Las empresas que combinen la potencia de la IA con su responsabilidad formativa tendrán una ventaja competitiva clara: no solo estarán actuando de manera responsable, sino que se prepararán mejor para crecer en un futuro donde el capital cognitivo será el recurso más escaso y más valioso.