Un billón, la millonaria economía circular de la Inteligencia Artificial

Boom tecnológico

Los gigantes se compran a sí mismos en un peligroso círculo

FILE PHOTO: OpenAI CEO Sam Altman speaks to media following a Q&A at the OpenAI data center in Abilene, Texas, U.S., September 23, 2025. REUTERS/Shelby Tauber/Pool/File Photo

Sam Altman, máximo ejecutivo de OpenAI, la firma de ChatGPT

Shelby Tauber / Reuters

Hay una fábula que cuentan en Wall Street que dice: “Si le doy a tu puesto de limonada 10 dólares para que puedas comprar mis limones de 10 dólares, podemos decir a nuestros inversores que hemos aumentado la economía de la limonada en 20 dólares”.

El truco funciona hasta que alguien descubre que el dinero que ambas partes se atribuyen salió de un único bolsillo. Es un clásico ejemplo de lo que en la jerga se llama “acuerdos circulares” o “financiación del vendedor”. Cuando una empresa que vende un bien o servicio también presta dinero (o extiende crédito) al comprador para que este pueda pagarle. Una práctica –legal– que suele usarse para financiar los inicios de las actividades empresariales.

Si la IA es el futuro y atrae cada vez más dinero, seis empresas tecnológicas (OpenAI, Microsoft, Nvidia, CoreWeave, AMD, Oracle) están moviendo entre ellas cerca de un billón de dólares, entre préstamos, inversiones, participaciones y promesas de futuros retornos. Pero (como en el caso de las limonadas) el dinero no crece, sino que cambia de sitio. “En términos sencillos, son acuerdos entre dos o más partes en los que el dinero fluye de un lado a otro”, explicaban los analistas de Morningstar. El movimiento hace creer que hay una demanda real superior. Y primer paso hacia la formación de una burbuja.

El boom de la IA

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“El ecosistema de IA es cada vez más circular: los proveedores están financiando a sus clientes y compartiendo ingresos; hay participación cruzada de capital y concentración creciente” argumentaba en una nota Todd Castagno de Morgan Stanley.

Se están dando situaciones como estas, que se parece a un auténtico trabalenguas: Nvidia invierte en OpenAI que compra servicios de la nube a Oracle, que a su vez adquiere chips de Nvidia, que tiene una participación en CoreWeave, que proporciona servicios de infraestructura... a OpenAI. Y el círculo se cierra.

Microsoft protagoniza otra paradoja. Ha invertido más de 13.000 millones en OpenAI desde 2019 y la compañía fundada por Bill Gates tiene el 27% del capital. La empresa de Sam Altman es su inversión... pero a la vez su cliente. Porque buena parte de ese dinero ha regresado a Microsoft en forma de pagos por servicios de computación en la nube —la infraestructura de Azure en la que se entrenan los modelos de OpenAI—. Es un bucle perfecto: el inversor financia al cliente que a su vez le paga como proveedor.

Las grandes empresas están financiando sus propias ventas al invertir en sus proveedores

Otras compañías han adoptado este mecanismo hasta establecer unas relaciones casi endogámicas en el mundillo de Silicon Valley. Nvidia, ha anunciado su intención de invertir 100.000 millones de dólares en OpenAI, mientras le vende o arrienda chips gráficos por miles de millones más. En cuanto a Oracle, invierte (o construye) centros de datos por valor de cientos de miles de millones y, a cambio, OpenAI se compromete a usar esa infraestructura durante años.

“Cuando las mismas compañías están financiándose y apoyándose entre ellas, las decisiones no se basan en la demanda real o en la rentabilidad, sino en reforzar las expectativas de crecimiento”, comentaba a Reuters Ahmed Banafa, profesor de ingeniería en la San Jose State University (California).

Lo que llaman inversión acaba siendo un desplazamiento de dinero de un lugar a otro

“Hay que tener presente que Microsoft y Nvidia son empresas que ganan mucho dinero. Sus inversiones y acuerdos en un entramado reducido de empresas sirven para eliminar la competencia. Este cash lo están utilizando para financiar, alquilar, para intentar promover, para intentar mantener su monopolio tecnológico”, matiza Esteve Almirall, profesor de Operaciones, Innovación y Data Science de Esade. “Además, no hay que perder de vista la posible salida a bolsa de OpenAI. Inyectar capital también les sirve a estas empresas para mantener altas las expectativas y posicionarse el día que salga a cotizar, para rentabilizar en los mercados sus propias inversiones”, destaca.

Mediante un entramado de acuerdos entre ellas mismas, las multinacionales refuerzan el monopolio

OpenAI se ha convertido en el objeto de deseo del ecosistema de la IA y Sam Altman es consciente de que tiene que rentabilizarlo. “Lo que realmente impulsa gran parte del progreso es cuando la gente también descubre cómo innovar en el modelo financiero”, se justificó hace unos días. Pero su red múltiple de alianzas e inversiones no parece suficiente para que su negocio sea sostenible. Los acuerdos circulares tampoco son la panacea. Hasta el punto que esta semana ha defendido que “los gobiernos actúen como prestamistas de último recurso” para impulsar la infraestructura de IA.

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En los primeros seis meses del año OpenAI ha declarado pérdidas de 7.800 millones de dólares frente a unos ingresos de 4.300 millones. La empresa nunca ha conseguido ganar dinero, pero planea una salida a bolsa y su valoración aumenta con el pasar de las horas: algunas estimaciones hablan que podría superar los 800.000 millones. más que el valor de los acuerdos que la empresa ha anunciado solo este año.

“Cuando los proveedores financian a sus clientes o compran sus acciones la línea entre inversión y venta se difumina. Los ingresos pueden aumentar, pero los flujos de caja permanecen débiles”, señalaban los inversores de Morningstar. “Va a haber crecimiento de la IA, sí. Aquí tenemos para 20 años. El problema es: ¿cómo se va a repartir este crecimiento? Ocurrió lo mismo con internet. Igual va muy deprisa al principio, o habrá hay muchas dificultades que nadie se esperaba” indica Esteve Almirall. ¿Quién vende limones también tendrá que pagar la limonada?

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