Los tiempos han cambiado y, aunque parezca increíble, esto puede afectar a algo tan humano como la amabilidad. Desde luego, ser cortés en las relaciones humanas sigue siendo muy recomendable. Pero la cosa es diferente cuando interactuamos con la tecnología. La razón es muy sencilla. Desearle buenos días a una inteligencia artificial, darle las gracias o lanzarle varias preguntas por curiosidad activa una cadena gigantesca que va más allá de lo que vemos en las pantallas. Cada interacción digital activa servidores del tamaño de naves industriales, sistemas de refrigeración y redes eléctricas que ya consumen más energía que algunas ciudades pequeñas.
Un gesto tan cotidiano como deslizar el dedo para desbloquear el móvil provoca que toda una infraestructura digital se ponga en marcha. Ese mensaje que enviaste por WhatsApp puede recorrer miles de kilómetros a través de cables submarinos. Y una sola consulta a una IA avanzada puede consumir tanta agua como una botella grande de agua mineral. Nuestra vida digital parece ligera, pero su huella es muy real.
Una sola consulta a una IA avanzada puede consumir tanta agua como una botella grande de agua mineral. Nuestra vida digital parece ligera, pero su huella es muy real
Creemos que somos cada vez más conscientes del impacto ecológico de lo que hacemos. Pero ¿realmente lo somos? ¿Somos capaces de imaginar lo que implica, en términos de energía y emisiones, cada foto que subimos, cada vídeo que enviamos, cada reproducción de un streaming? En 2024 había más de 15.000 millones de dispositivos conectados en el mundo, desde móviles hasta torres 5G, pasando por routers, servidores y centros de datos. Y las necesidades energéticas crecen conforme avanzan las tecnologías. Una antena 5G puede requerir entre dos y tres veces más electricidad que sus predecesoras.
Proteger el medio ambiente es clave en el camino de la digitalización
La realidad es que el universo digital representa ya el 4% de las emisiones globales de CO₂. El desafío es considerable. ¿Es sostenible una vida que pasa, cada día más, por estar conectados? Ese es, sin lugar a dudas, el objetivo.
Enfriar el mundo digital
Para responder a ese reto, la industria busca fórmulas para transformarse, adoptando innovaciones que prometen disminuir las emisiones. Una de las revoluciones más significativas, y menos visibles, ocurre en un lugar donde casi nadie mira, en los sistemas de refrigeración. Porque cualquier técnico sabe que el enemigo número uno de los servidores es el calor. Y no nos podemos olvidar de que, si estos fallan, la red entera se tambalea.
Los servicios de streaming han aumentado exponencialmente en la última década
La empresa danesa EnergyCool es muy consciente de ello. Y persiguen mejorar el sistema apostando por soluciones sostenibles. En lugar de recurrir a gigantescos aparatos de aire acondicionado, han desarrollado sistemas que aprovechan el aire exterior y mecanismos de control inteligente para enfriar equipos de telecomunicaciones y centros de datos. El resultado implica hasta un 80% menos de consumo energético para ofrecer la misma refrigeración.
¿Somos capaces de imaginar lo que implica, en términos de energía y emisiones, cada foto que subimos, cada vídeo que enviamos, cada reproducción de un streaming?
Una influencer graba contenido en streaming
Henrik Thorsen, CEO de la compañía, nos lo ha explicado durante su intervención en Connecting the dots. Un videopodcast sobre cómo las conexiones invisibles lo hacen todo posible. “Hemos creado una solución que enfría los equipos usando una cantidad muy pequeña de energía; tan pequeña que puede funcionar incluso con baterías”, nos dice. ¿Y por qué es esto importante? “Porque contribuye a que las redes sean más estables, más sostenibles y estén mejor preparadas para emergencias”, nos responde Thorsen.
Todos somos conscientes de que el crecimiento del uso de datos en los últimos años ha sido espectacular. Ahora bien, para que todo funcione se necesitan más servidores, que generan calor y necesitan una buena refrigeración para evitar fallos. Ahí entra en juego la labor de EnergyCool: “Nuestras soluciones pueden reducir hasta un 40% el consumo total de energía en un emplazamiento de telecomunicaciones”, señala su CEO.
La empresa danesa EnergyCool ha desarrollado sistemas que aprovechan el aire exterior y mecanismos de control inteligente para enfriar equipos de telecomunicaciones y centros de datos
Torres de refrigeración
Garantizar la continuidad de un servidor exige, además de la refrigeración constante, un sistema de respaldo capaz de mantenerlo operativo incluso durante un corte de energía. Y aquí aparece otra peculiaridad del trabajo de EnergyCool: sus soluciones de bajo consumo permiten que las baterías mantengan la refrigeración activa cuando la red eléctrica se detiene, asegurando que las comunicaciones sigan funcionando cuando más se necesitan. Además, la integración de sistemas solares convierte estas instalaciones en puntos capaces de aportar estabilidad al sistema eléctrico, porque “si tienes suficientes baterías y paneles solares, incluso puedes ayudar a la red, poniéndola en marcha de nuevo o equilibrándola”, explica Thorsen.
Hacia una red conectada más sostenible
El cambio, sin embargo, no depende únicamente de innovaciones aisladas. Compañías como Cellnex son responsables de una parte esencial de la infraestructura de comunicaciones en Europa y han entendido la importancia de reescribir su estrategia energética desde dentro.
Torre de telecomunicaciones de Cellnex en el parque Waarderpolder
Sus torres en Europa consumen en conjunto alrededor de 1,5 teravatios/hora, un consumo que es principalmente eléctrico. Y en Cellnex, hoy pueden afirmar que están cerca de que el 100% de la electricidad que utilizan proceda de fuentes renovables. Esto ha permitido reducir prácticamente a cero sus emisiones de alcance 2, es decir, aquellas relacionadas con la energía adquirida. Partiendo de esa base, la intención es centrarse en dos nuevos retos: las emisiones de alcance 1 (vinculadas a los equipos propios, flotas o soluciones híbridas) y las de alcance 3 (proveedores, clientes o propietarios de terrenos).
Mila Rey, Global Head of Energy en Cellnex, sabe que hay que ir más allá de descarbonizar el consumo directo. “Trabajamos para que toda la electricidad que usan nuestros proveedores y propietarios sea también renovable”, afirma. Y es que, como observa, “la transformación solo funciona cuando es compartida”.
Compañías como Cellnex son responsables de una parte esencial de la infraestructura de comunicaciones en Europa y han entendido la importancia de reescribir su estrategia energética desde dentro
Proyectos como el de EnergyCool encajan precisamente en este punto. “Nos permiten unir el mundo energético con el de las telecomunicaciones”, señala Rey. Gracias a la capacidad de las baterías y la eficiencia de sus tecnologías, “podemos no solo garantizar la resiliencia de la red, sino también aportar flexibilidad al sistema eléctrico”, explica.
Compañías como Cellnex son responsables de una parte esencial de la infraestructura de comunicaciones en Europa
La conectividad no va a desaparecer. Tampoco la necesidad de comunicarnos, aprender, trabajar o disfrutar en un mundo cada vez más digital. Pero sí puede cambiar la forma en que generamos esa conectividad. Y, de hecho, ya está transformándose.
La combinación de innovación tecnológica, energías renovables y usuarios más conscientes marca el camino hacia un futuro donde estar conectados no implique un coste ambiental tan elevado. Porque la sostenibilidad es la evolución natural para la tecnología.
Nuestras pequeñas decisiones también importan… y mucho
Es cierto que buena parte de la transformación energética del sector depende de grandes infraestructuras, pero los usuarios también tenemos mucho margen de acción. Como detalla Alicia Fernández del Viso, Global ESG Director de Cellnex, la clave está en entender la importancia de cada uno de nuestros usos digitales. Por ejemplo, en la nube, que, como indica, “consume una enorme cantidad de energía”. Es habitual que guardemos innumerables miles de archivos que no necesitamos. “Borrar lo que no usamos también ayuda al planeta”, reconoce Fernández.
Prolongar la vida de móviles y ordenadores es otra de las decisiones más eficaces. Cambiar de dispositivo cada año dispara las emisiones asociadas a su fabricación. También podemos ser más sostenibles en nuestro consumo de datos, como explica la Global ESG Director de Cellnex. Siempre que sea posible, descargar un vídeo o un podcast es más sostenible que reproducirlo en streaming de forma continua.
Y los llamados consumos silenciosos como el router encendido cuando no estamos en casa o el uso de datos móviles en lugar de Wi-Fi, son también pequeñas fugas de energía que se pueden corregir sin esfuerzo. Incluso ajustar el brillo de las pantallas, cerrar aplicaciones que funcionan en segundo plano o activar modos de bajo consumo contribuye a un uso más responsable. Millones de pequeños gestos individuales tienen la capacidad de generar un impacto global positivo para el planeta.
