Adiós, dieta: la otra liberación femenina

Psicólogas y dietistas reniegan del vínculo entre control de alimentación y salud y animan a comer de forma más intuitiva

Mujer Libre de Dietas. Ese es el título de un congreso online celebrado la semana pasada en el que 36 profesionales de la psicología, la educación, el coaching o la nutrición denunciaron “las mentiras de la cultura de la dieta” que hacen que, “generación tras generación, las mujeres vivan sujetas a una crítica constante de su físico”, al tiempo que reivindicaron una vida libre de restricciones, empezando por las alimentarias.

Mery Viñas, especialista en psicología de la alimentación, coach y organizadora del congreso, asegura que es hora de cuestionar el vínculo entre control de la alimentación y salud. “Deberíamos dejar de pensar que estar delgado es más saludable, porque la salud es un estado de bienestar físico, mental y social; y hay mucha gente a dieta con estrés y ansiedad porque desean bajar peso para estar saludables, y gente que va al médico con dolor de rodilla y, sin mirar qué le ocurre,lo primero que le dicen es que ha de bajar de peso, y con esa gordofobia tampoco pueden tener bienestar social”.

“Dieta es restricción; se comienza por la comida y se va extendiendo a otras áreas, dejando de ser una misma”

Estas situaciones afectan a personas de ambos sexos, pero el congreso se ha focalizado en las mujeres porque, dice Viñas, en consulta ha observado que muchas mantienen una relación con la comida basada en el miedo, la vergüenza o la culpa y se encuentran ancladas a las dietas sin poder salir de ese bucle, por lo que cree que es una liberación femenina pendiente.

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Mané Espinosa

Mané Espinosa

“Dieta es igual a restricción. Se comienza por la comida, pero poco a poco esta restricción se va extendiendo a otras áreas de la vida, dejando de ser una misma”, afirma. Y subraya que no se trata solo de entender que las mujeres “somos mucho más que una talla y un número en la báscula”, sino de desaprender las cosas que la cultura de la dieta nos ha inculcado desde que nacemos y apostar por una alimentación más intuitiva y sin restricciones.

La máxima de no dejar nada en el plato, que hay alimentos buenos y malos, que se debe comer a ciertas horas, que se será más feliz y más sano cuando se adelgace, que si no se logra seguir una dieta es por falta de voluntad o que el hambre emocional es mala son algunas de esas creencias que Viñas anima a desterrar.

Mireia Hurtado, psicóloga y dietista, especializada en alimentación consciente, afirma que “la cultura de la dieta es un sistema económico basado en que la salud viene determinada por el tamaño, el peso y la forma corporal, y que se ha extendido al comer saludable y a mil y una modas –desde el ayuno hasta el veganismo– que lo que buscan es ganar dinero con nuestras inseguridades”. Y da pistas para identificarla y salir de ella: “Si catalogan alimentos como buenos o malos, es cultura de la dieta; si hay reglas sobre qué, cuánto y cómo comer, aunque sea por salud, es cultura de la dieta; si te venden ejercicio para cambiar tu cuerpo, si conectan la comida con una moralidad o te hablan del autocuidado desde la fuerza de voluntad, también lo es”.

Hurtado subraya que todos estos mensajes, sumados a los patrones aprendidos de padres o abuelos que crecieron en un contexto de hambre y donde la comida era símbolo de estatus social, hacen que desconectemos del cuerpo, que comamos sin tener en cuenta sus necesidades y nos sometamos a restricciones porque estar a dieta es prácticamente una imposición social hoy día.

La alternativa, dicen Viñas y Hurtado, es volver a escuchar el cuerpo y optar por una alimentación más intuitiva y consciente. “Los bebés, de forma natural, comen cuando tienen hambre y dejan de hacerlo cuando están saciados; y se trata de dejarse de restricciones y volver a escuchar esas señales de hambre, saciedad y satisfacción”, indica Hurtado. Enfatiza que no se trata de libre albedrío, de comer todos los días dulces y pasta, sino de escuchar las necesidades del cuerpo y, de esa forma, la alimentación se regulará poco a poco. “Hay investigaciones sobre alimentación consciente que muestran que, a largo plazo (entre dos y cinco años), las personas que no hacen dieta acaban reduciendo las porciones que ingieren y haciendo elecciones de alimentación más variadas y saludables que quienes están en el paradigma de la dieta, porque estas últimas, tras épocas de restricción, se desbordan”, apunta Hurtado.

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