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Cómo un sabor de infancia llevó a este venezolano a montar una arepera icónica junto a la Sagrada Familia (y también en Madrid)

Tio Papelón

¿El secreto? Una mezcla de intuición, platos con sabor a hogar y una manera distinta de servirlos, que ha logrado conquistar desde turistas curiosos hasta nostálgicos de la arepa

Tío Papelón, una arepera de verdad, con alma, sazón, y cocina a la vista

Hace diez años, un venezolano aterrizó en Barcelona con una idea bastante clara: montar algo propio. Lo suyo siempre había sido el comercio, así que cuando notó que la hostelería era uno de los sectores que más movimiento tenía en la ciudad, decidió tirarse a la piscina. Pero no a ciegas: buscó ofrecer algo que no existía todavía, al menos no con la personalidad que él imaginaba. Así nació Tío Papelón, una arepera de verdad, con alma, sazón, y cocina a la vista, justo al lado de la Sagrada Familia.

En ese momento, la comida venezolana ya empezaba a asomar la cabeza en España, pero lo hacía tímidamente y sobre todo en formato restaurante. Él apostó por algo más informal, más del día a día, más Venezuela: una arepera donde cada quien pudiera ver cómo le preparaban su comida, elegir los ingredientes al momento y, de paso, comerse una arepa como Dios manda, sin camarero de por medio. Al principio costó –no todo el mundo entendía eso de pedir en barra y sentarse sin que lo atiendan– pero el tiempo y los sabores le dieron la razón.

Un bocado que transporta a Venezuela

Como destacan los visitantes en sus reseñas de Google, las arepas de Tío Papelón “saben a hogar”, y muchos coinciden en que te transportan directamente a Venezuela en cada bocado. Esa autenticidad, sumada a un formato ágil y acogedor, ha conectado no solo con la comunidad venezolana, sino también con un público mucho más amplio: cada vez más barceloneses, madrileños y turistas internacionales se suman a la experiencia del sabor venezolano, descubriendo una gastronomía rica, casera y aún poco explorada en el mapa español.

Ángel Higuera, fundador de Tío Papelón

Una de sus jugadas más celebradas fue incluir la empanada operada, un clásico callejero venezolano que, hasta entonces, no se ofrecía de forma regular en ningún sitio de Europa. Él la trajo al menú como plato estrella, con todas sus versiones y rellenos. En su país, estas empanadas se comen a altas horas, después de una fiesta. Y eso fue exactamente lo que replicó con su tercer local en Madrid, cerca de la zona de discotecas, abierto de noche para ofrecer una alternativa diferente al kebab o a la pizza de siempre. Un acierto total.

Pero Tío Papelón no se quedó solo en la carta. Desde el inicio, el proyecto estuvo muy pensado, desde el nombre hasta la imagen. “Papelón” en Venezuela es una bebida refrescante hecha con caña de azúcar y limón, pero en España suena a otra cosa, algo que, como él mismo dice, causa risa y despierta curiosidad. Lo acompaña una mascota gigante —el famoso “muñecote”— que mezcla tres íconos venezolanos: la lotería Kino Táchira, la bebida chicha de chichero y el entrañable Tío Simón, con su liqui liqui y sombrero. Todo eso cabe, de alguna manera, en ese personaje que, más que publicitario, es casi un puente emocional entre el cliente venezolano y sus recuerdos.

Hoy en día, Tío Papelón tiene tres locales: el original de Barcelona, el de la céntrica calle Preciados en Madrid —a un paso de la Plaza Callao

En menos de un año de abrir el primer local, y con las ventas disparadas, pasó de autónomo a empresa. Le tocó formalizar todo antes de lo previsto, y justo entonces llegó la pandemia. Contra todo pronóstico, le sacó partido a la situación: fue el primer restaurante venezolano en España con su propia web de pedidos online, lo que le permitió mantener el ritmo mientras otros cerraban o dependían únicamente de las plataformas de reparto.

Hoy en día, Tío Papelón tiene tres locales: el original de Barcelona, el de la céntrica calle Preciados en Madrid —a un paso de la Plaza Callao— y el más reciente, tipo fast food, pensado precisamente para ese antojo nocturno que todos hemos tenido alguna vez. Pero la cosa no termina ahí: su creador está trabajando en un nuevo formato llamado Caney Tío Papelón, inspirado en las tradicionales casitas de palma venezolanas, para ofrecer comida al aire libre, música en vivo y carne en vara. Algo más relajado, pero igual de sabroso. 

Tío Papelón se ha convertido en un punto de encuentro gastronómico, donde la comida venezolana deja de ser una rareza para convertirse en una elección habitual

Eso sí, si algo tiene claro este emprendedor es que no quiere vender humo. Hace tiempo le presentaron un proyecto de franquicia, pero no le convenció. “No quiero vender la moto”, dice. Prefiere esperar a tener una propuesta honesta, que funcione para quien la compre y que hable bien del negocio por sí sola. Todo a su ritmo. Y aunque detrás hay un emprendedor con visión clara, el éxito no se cuenta solo desde el punto de vista del fundador: son los propios clientes quienes han convertido Tío Papelón en un punto de encuentro gastronómico, donde la comida venezolana deja de ser una rareza para convertirse en una elección habitual.

Al final, lo que mueve a este proyecto no es la ambición de convertirse en “el mejor”, ni mucho menos. Lo que busca es algo más sencillo: que la gente conozca y disfrute la comida venezolana. Que deje de confundirse con la mexicana y tenga su lugar propio en el mapa gastronómico. Como él mismo cuenta, “cada vez que alguien entra y pregunta si esto es mexicano, yo sé que todavía hay trabajo por hacer”.

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