Cada día, cientos de pequeñas y medianas empresas en España viven con una misma preocupación: han trabajado, han entregado su producto o servicio… pero el dinero aún no ha llegado. En muchos sectores, los plazos de cobro se alargan hasta los 60 o 90 días, y ese desfase entre facturar y cobrar puede asfixiar incluso a negocios rentables. En ese escenario, donde la tesorería marca el ritmo del crecimiento, el factoring se presenta como una vía para tomar aire y seguir avanzando sin recurrir a la deuda. Este servicio permite a las empresas convertir sus facturas pendientes en liquidez inmediata.
A través de esta fórmula, una pyme puede ceder el derecho de cobro a una entidad especializada y recibir al instante la mayor parte del importe. Cuando el cliente abona la factura, la entidad liquida la operación. Lo que antes implicaba esperar meses se transforma en cuestión de horas. “El factoring no es endeudarse, es transformar un activo que ya tienes —una factura emitida— en liquidez inmediata”, explica Francisco Martínez, director de Capital Factor, una de las empresas especializadas en este servicio, que agrega que “para las pymes supone la diferencia entre poder seguir creciendo o tener que frenar proyectos por falta de tesorería”.
El factoring se gestiona de form online, sin papeleos y con total control sobre qué facturas se anticipan y cuándo hacerlo
Capital Factor, empresa especializada en este servicio desde 2022, se ha posicionado como un aliado estratégico para compañías que necesitan mantener su flujo de caja y aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento y, más allá de la definición técnica, argumentan que su valor real está en la agilidad y la libertad que aporta. Imaginemos el caso de una empresa de servicios que factura a una gran compañía con plazos de pago de 90 días. Con el factoring, puede cobrar esa factura de inmediato y disponer de capital para asumir nuevos pedidos, pagar sueldos o invertir en equipamiento. Todo se gestiona online, sin papeleos y con total control sobre qué facturas se anticipan y cuándo hacerlo.
Esa flexibilidad explica por qué cada vez más pymes recurren a esta herramienta como alternativa al crédito bancario. No requiere garantías personales, no aumenta el endeudamiento y reduce el riesgo de impago, ya que la entidad gestora asume la gestión del cobro. En muchos casos, además, mejora la salud financiera de la empresa ante los bancos, al mantener un flujo de caja estable y predecible.
En sectores donde se trabaja a 60 o 90 días, el factoring da margen para invertir, pagar a proveedores y mantener la actividad sin interrupciones
El perfil de las empresas que optan por este modelo es diverso, aunque destacan los sectores donde los plazos de cobro suelen ser más largos: construcción, distribución o servicios a grandes compañías. En todos ellos, disponer de liquidez inmediata permite operar con mayor agilidad. “En sectores donde se trabaja a 60 o 90 días, el factoring se convierte en un auténtico salvavidas. Da margen para invertir, pagar a proveedores y mantener la actividad sin interrupciones”, comenta Martínez.
Además, la digitalización ha impulsado este tipo de soluciones. Lo que antes implicaba trámites presenciales, contratos en papel y revisiones manuales, hoy se gestiona de forma completamente online, con verificación automática de facturas y cobros casi instantáneos. Plataformas como la de Capital Factor han democratizado el acceso a este tipo de financiación, permitiendo que incluso las micropymes o los autónomos puedan utilizar herramientas que antes estaban reservadas a grandes corporaciones.
En los próximos años se prevé que el factoring vaya al alza, impulsado por la digitalización, la necesidad de liquidez y la búsqueda de modelos financieros más flexibles
Además del beneficio financiero, el factoring contribuye a profesionalizar la gestión de las empresas. Les obliga a mantener sus cuentas al día, a emitir facturas correctamente y a prever su flujo de caja con mayor precisión. “El factoring no solo aporta liquidez; también disciplina financiera”, subraya el directivo.
Esa sostenibilidad, entendida como estabilidad económica, es la base de la visión de futuro que defiende Capital Factor. Su objetivo no es solo ofrecer una herramienta de financiación puntual, sino acompañar a las pymes en su crecimiento, ayudándolas a consolidar una estructura más sólida y eficiente. En un contexto donde los costes aumentan y el acceso al crédito bancario se ha endurecido, este tipo de soluciones ganan peso como alternativa moderna, rápida y adaptada a la realidad empresarial actual.
El factoring no solo aporta liquidez; también disciplina financiera
En los próximos años, se espera que el factoring continúe creciendo en España, impulsado por la digitalización, la necesidad de liquidez y la búsqueda de modelos financieros más flexibles. La tendencia es clara: cada vez más empresas quieren cobrar antes, invertir antes y crecer antes.
“Queremos que las pymes vean el factoring como una herramienta de impulso, no solo de emergencia”, indica Martínez, que acaba diciendo que “cuando una empresa puede convertir su trabajo en liquidez al instante, deja de depender del calendario de pagos de otros y empieza a marcar su propio ritmo de crecimiento”.
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