Nacida de la propia experiencia y de la cercanía con el sector, La Charito Films ha construido una productora–financiadora que acompaña a productores audiovisuales y de artes escénicas desde el primer ensayo hasta el cierre fiscal. Su modelo combina la parte creativa y la económica, uniendo el impulso de generar cultura con una estructura que permite producir con menos riesgo.
Diego Rodríguez, CEO y fundador de La Charito, y Marcelo Frajmowicz, socio y director de negocio —dos profesionales que vienen del cine y de las artes escénicas respectivamente— detectaron una necesidad evidente: muchos proyectos salían adelante en lo artístico, pero carecían de una base sólida para sostenerse financieramente.
Lo que empezó hace ya muchos años como una búsqueda personal de estabilidad para sus propias producciones acabó convirtiéndose en un modelo de negocio. “Entendimos que producir y financiar son dos caras de la misma moneda. Si no hay estructura, llevar a cabo los proyectos es imposible”, resume Diego Rodríguez.
Diego Rodríguez, CEO y fundador de La Charito Films, y Marcelo Frajmowicz, socio y director de negocio
Esa visión práctica se convirtió en la esencia de La Charito. Desde su trayectoria en los escenarios y en los rodajes, los socios empezaron a profesionalizar los procesos financieros hasta obtener la experiencia que hoy transmiten a sus clientes. La idea era clara: que los creadores no vivieran al filo, sino con herramientas que les permitieran planificar, producir y crecer con seguridad económica.
Con el tiempo, el equipo se amplió y sumó nuevas áreas —asesoría fiscal y jurídica y estructuración de deducciones fiscales— para ofrecer un acompañamiento integral. Hoy, La Charito se define como una empresa que produce, asesora y financia cultura. Su propósito es doble: asesorar a proyectos relevantes y ayudar a que estos lleguen a escena o a la pantalla con estructuras y financiación seguras.
Invertir en cultura: una oportunidad de negocio con rentabilidad asegurada
Uno de los pilares de su modelo está en las ya conocidas deducciones fiscales aplicables a la producción audiovisual, la música en vivo y otras artes escénicas. Explicado en sencillo: los espectáculos de música en vivo y otras artes escénicas, así como la producción cinematográfica, generan por su actividad un crédito fiscal que puede ser transferido a otras empresas de cualquier sector antes del cierre del ejercicio.
La empresa que adquiere ese crédito fiscal se lo aplicará unos meses más tarde en su propio Impuesto de Sociedades, con una rentabilidad adicional del 20%. Es decir, por cada 1.000 euros que se invierten, Hacienda le descuenta al inversor 1.200 euros.
“Un inversor puede adelantar una cantidad para una película, un festival de música o una obra teatral o de danza a cuenta del pago de sus impuestos y Hacienda se la devuelve con una rentabilidad, y sin riesgo. Es una herramienta financiera de optimización de la fiscalidad”, aclara Diego Rodríguez.
Espectáculo 'Love Love Love”', producido por La Charito, con José Corbacho, Ramon Gener y la Orquestra Simfònica del Vallès
No se trata de una inversión sujeta al resultado del proyecto, sino de un incentivo fiscal gestionado directamente a través de la Agencia Tributaria, lo que aporta seguridad jurídica y previsibilidad. “Además, es la operación financiera más rentable a día de hoy, con diferencia”, añade Diego.
“Hablamos con los productores y promotores con un lenguaje en común, desde el conocimiento del sector”, explica Marcelo, también productor y socio responsable de las deducciones fiscales de espectáculos. Esa cercanía es la que, según ellos, marca la diferencia. Entienden las necesidades reales de las empresas de producción artística, que son quienes crean. Pero también dominan la parte fiscal y contable, que a menudo suele ser un obstáculo: cómo financiar un proyecto y cómo acceder a los incentivos fiscales. “Los acompañamos durante todo el proceso de manera personalizada”.
Los espectáculos de música en vivo y otras artes escénicas, así como la producción cinematográfica, generan un crédito fiscal que puede ser transferido a otras empresas de cualquier sector con una rentabilidad asegurada del 20%
En la práctica, La Charito actúa como puente entre los productores y los inversores: estructura las operaciones de principio a fin, gestiona la documentación y garantiza que todo el proceso se ajuste a la ley. El resultado es doble: los productores pueden financiar sus proyectos sin endeudarse y los inversores obtienen una rentabilidad importante y segura mientras apoyan la cultura.
“Lo importante es que los productores entiendan y utilicen esta herramienta. Es un dinero que les corresponde por su actividad y si no lo hacen, se queda en Hacienda. Y para los inversores, es una oportunidad real para participar activamente en el sector del cine y el espectáculo”, añade Marcelo.
Producción constante, resultados visibles
En el último año, La Charito Films ha rodado cuatro largometrajes y un documental, duplicando el ritmo habitual de una productora media en España. Entre sus títulos recientes destacan La Mesita del Comedor, una cinta de humor negro ganadora de innumerables premios internacionales y que llamó la atención de todos los medios tras ser elogiada por Stephen King. Estrenada en el Festival de Málaga, La Huella del Mal con Blanca Suárez, que permaneció más de 20 días en el Top 5 de las plataformas, y La Estrella Azul, premiada este año con dos Goyas. A esto se suman reconocimientos en festivales como el Locarno Film Festival, entre otros, que consolidan su posición como una de las productoras más activas del panorama nacional.
“No somos un despacho que mira papeles, sino productores de verdad, con experiencia de años en el sector”, afirma Diego. Su diferenciación, insisten, está en combinar solvencia en finanzas con músculo creativo, una mezcla poco habitual en el sector.
“No somos un despacho que mira papeles, sino productores de verdad, con experiencia de años en el sector”
El año que viene, además de la producción de otras tres películas, el objetivo sigue siendo captar más proyectos para financiar y fortalecer la cartera de inversores fiscales para continuar apoyando a esos productores y promotores, especialmente en el último trimestre del año cuando el cierre del ejercicio concentra las oportunidades.
“La idea es seguir creando comunidad: que la herramienta del incentivo fiscal sea comprendida y aprovechada por los empresarios y por todo el tejido cultural, desde los grandes festivales hasta el teatro de calle, desde una gran producción cinematográfica hasta un pequeño estreno en sala”, resume Diego.
Lecciones de vanguardia
“La producción necesita estructura y se debe planificar”.

