En las bodas más exclusivas, mantener el hermetismo absoluto es una misión casi imposible. Aunque las parejas suelen establecer reglas estrictas para garantizar la privacidad, siempre hay detalles que terminan filtrándose, especialmente en bodas que involucran a personalidades destacadas.
El pasado sábado 7 de diciembre, Alonso Aznar, hijo menor de José María Aznar y Ana Botella, y Renata Collado, fotógrafa y miembro de una influyente familia mexicana, contrajeron matrimonio en Mérida, México. La celebración cerró la temporada de bodas de 2024 con un evento que buscaba la máxima discreción, pero no logró evitar que ciertos aspectos trascendieran al público.

Alonso Aznar y Renata Collado no lograron controlar el flujo de información
La ceremonia religiosa tuvo lugar en la histórica Catedral de San Ildefonso, mientras que la recepción posterior se llevó a cabo en la Hacienda Sac Chich, un enclave exclusivo rodeado de naturaleza y con capacidad para 150 invitados. Entre los asistentes se encontraban familiares cercanos y amigos destacados, como Marta Ortega, Carlos Torretta, Álvaro Falcó e Isabelle Junot.
A pesar de las estrictas medidas para que todo quedara en petit comité, se filtraron detalles mínimos como el recibimiento con honores que José María Aznar y Ana Botella tuvieron a su llegada a México. Además, la pareja solicitó expresamente a sus invitados que evitaran cualquier publicación en redes sociales, aunque no todos respetaron esta petición.
Muy herméticos
Nada que ver con la boda de su hermana Ana
Este evento marca una diferencia importante respecto a la boda de la hermana mayor de Alonso, Ana, cuyo enlace con Alejandro Agag tuvo una proyección mediática mucho mayor. En contraste, Alonso se ha mantenido fiel a su perfil reservado, centrado en su carrera profesional en The Consello Group, mientras que Renata, conocida por su activismo medioambiental, también opta por la discreción en su vida personal.

La boda de Ana Aznar con Alejandro Agag en el Monasterio de El Escorial
El hermetismo en torno a esta boda no ha disminuido el notable interés que ha despertado. La relevancia de las familias involucradas, sumada a la exclusividad del evento, ha sido suficiente para despertar mucha curiosidad, dejando claro lo complicado que es preservar la privacidad en una era marcada por la constante circulación de información.