La Real Fábrica de Artillería se vestirá de gala el viernes 10 de enero a las 13 h para recibir el derroche creativo de la diseñadora preferida de la alta sociedad sevillana. En 2024 decidió arriesgar como nunca y celebrar su 15º aniversario en la próspera industria de la moda flamenca por todo lo alto arriesgando: organizó un desfile propio, sin otras marcas, y fue un éxito clamoroso. Este año se ve capaz de repetir la proeza avalada por una reputación ya internacional: ha triunfado en Miami, Puntacana y Munich, nada menos, y su clientela se extiende de Bogotá a Milán, de Montevideo a Barcelona. Hoy son prescriptoras suyas de Inés Sastre y Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar, a Adriana Abascal y Eugenia Martínez de Irujo y Victoria Federica de Marichalar en la última edición de la Feria de Abril.
Rocío Peralta es hija del rejoneador y ganadero que enseñó a montar a Bo Derek: en 1983, la protagonista de Bolero recaló en la finca de los hermanos Rafael y Ángel Peralta para aprender a manejar un caballo. La diseñadora recuerda cómo los mozos soltaban las herramientas para observar, atónitos tras los tablones, la exuberante belleza californiana dando vueltas al coso sobre un pura raza española. Hoy la admira y estima más que entonces todavía. Y en la finca familiar fue donde comenzó su primer negocio, la organización de eventos, vía de la que se desligó hace unos años para volcarse en su pasión. Y acertó. Es la diseñadora flamenca preferida de la jet sevillana.
¿Qué vamos a ver el próximo día 10 en la Real Fábrica de Artillería?
Esta vez es una exploración muy divertida y creativa: me baso en el universo de Salvador Dalí. Mientras hablo contigo estoy en el taller con mi gente y con las manos en la masa, como se dice, acabando de prepararlo todo. Es que se trata de vestidos artesanos que se hacen uno a uno y a mano. Cada traje es exclusivo, no hay dos iguales. El año pasado, como fue mi 15 aniversario, decidí hacerlo por libre. Y fue un éxito porque tuvo muchísima repercusión: bailó Farruquito, cantó en directo mi primo Pérez Vera, que es un artistazo con el piano y salió una convocatoria estupenda que este año me apetecía hacer algo especial también.
¿Dónde buscas inspiración?
En realidad, la inspiración brota de cualquier sitio y situación, sea un viaje, una vivencia, un libro, una película o un documental que me despierte el interés; me voy sumergiendo en ello y comienzo a imaginar. Pero también me ha ocurrido que creo tener la idea y luego, cuando me pongo a trabajar, no lo veo. No es el caso de esta colección, cuya inspiración estoy disfrutando mucho porque es supercreativa, muy loca.
¡No podía ser menos si la inspiración es Dalí!
(Risas) Así es. Yo tengo un estilo clásico y he innovado en coloridos, en muchas formas de volantes y en una puesta en escenas muy, muy divertida.
¿Qué distingue al vestido de flamenca o gitana de otros atuendos tradicionales?
Es un vestido que favorece a todas las mujeres. No hay quien ese encuentre fea vestida de flamenca. Dependiendo de la forma del cuerpo de cada mujer, se le da una forma u otra pero todas están guapas.

La diseñadora, con una de sus creaciones, emulando a una modelo de Julio Romero de Torres.
La última vez que hablamos no te veías diseñando prêt-à-porter. Afortunadamente, diste el paso.
¡Sí! (risas) Ya he presentado varias colecciones, por ejemplo, en Miami y en Munich, entre otros sitios, y han sido un éxito. En Miami he estado dos años y la última vez fue… ¡Buf! Iba sin intención de vender, porque se trataba de un desfile, pero al día siguiente me pidieron que organizase una exposición en nuestro consulado con las 40 salidas que hicimos –tejidos bordados de mantón, faldas de volante, camisas de lunares, de seda natural– y la afluencia fue de 800 personas. Y la gente interesándose por llevarse los trajes. Yo me iba al día siguiente, así que dije ‘Quien quiera probarse algo, que venga mañana a primera hora'. Bueno, pues allí me ves con las maletas abiertas y lo vendí todo. Y poco después también funcionó muy bien otro desfile en Casa de campo, Punta Cana (República Dominicana). Este año no he tenido tiempo aún de idear una nueva colección prêt-à-porter pero llegará.
Tu apellido es muy conocido y reputado en Sevilla, naturalmente; no es poca cosa ser una Peralta. Sin embargo, conquistar a un público tan exigente es mérito tuyo. ¿Cómo te sientes?
Me siento una privilegiada por el simple hecho de tener tantas clientas que confían en mí, en mi trabajo y en mi manera de hacer las cosas. Es una suerte, un regalo y estaré superagradecida siempre… Me conmueve la ilusión que noto por ver mis desfiles, cómo serán las nuevas colecciones y resulta gratificante cómo es presentar una colección y al día siguiente vender todos los vestidos. No hay nada mejor que cuando trabajas mucho, mucho, aunque sea en lo que te apasiona, ver que funciona.

Diseña y posa, como si tal cosa.
¿Qué mujer compra un Rocío Peralta? ¿Quiénes son tus prescriptoras?
Un Rocío Peralta lo lleva una mujer actual que quiera darle un punto de frescura a un traje regional sin perder la identidad y la esencia de lo clásico. Entre ellas, Sofía Palazuelo, Eugenia Martínez de Irujo, Adriana Abascal, Inés Sastre…
Espero ver un día a Bo Derek vestida de flamenca. ¿Aún es amiga de la familia?
Efectivamente, cada vez que tiene la oportunidad y viaja a España, viene a visitar a mi padre. Él no habla una palabra de inglés, ni antes ni ahora, y ella tampoco se maneja en español, sin embargo, son amigos desde hace 40 años y se entienden divinamente (risas). No sé cómo, pero así es (risas). Yo era una niña cuando vino a casa para aprender a montar a caballo y la recuerdo bien porque ha seguido volviendo siempre porque se aficionó mucho a los caballos, así que la he tratado toda la vida. Bo es espectacular, es mujer diez, pero tanto por fuera como por dentro.

Bo Derek, durante su entrenamiento en Sevilla, 1983.

40 años después, la actriz continúa frecuentando a los Peralta. Es muy amiga de Rafael, padre de Rocío.
Licenciada en ADE especialidad Turismo, decidiste dejar la organización de eventos en el rancho familiar ‘El Rocío’ cuando fuiste madre por primera vez. Y tu marido, Cayetano García Soriano, tuvo mucho que ver en tu decisión de dedicarte a tu sueño.
Exacto, efectivamente. Él fue quien me impulsó, confió en mí y me dio el empujón que necesitaba: yo tenía claro que me apasionaba pero no acababa de verme dedicándome profesionalmente a diseñar trajes de flamenca. Siempre se lo agradeceré.
¿Cómo recuerdas tus primeros desfiles?
En mis comienzos iba corta de dinero y para mí desfilar en SIMOF era muy caro; cuando estás empezando todo es un mundo: preparar una colección, pagar un dinero, las modelos, etc. Hablé con Javi Villa, compañero mío de la carrera y socio de Laura Sánchez, para ver si podría organizarse algo para esos diseñadores que estaban emprendiendo. Nos reunimos con el RRPP del hotel Alfonso XIII y ahí nació el germen de la pasarela We Love Flamenco. Pero alucina: justo ese año me llama Raquel Revuelta y me dice ‘Oye Rocío, ¿qué te parece si desfilas en SIMOF? ‘.
Vaya conflicto.
Bueno, un poco... We Love Flamenco era entonces solo un proyecto y SIMOF una realidad, la gran pasarela de moda flamenca. Tenía que pensar en mí, en mi proyección profesional. Le dije a Javi que debía entrar en SIMOF pero que volvería a nuestro proyecto. Y así lo hice.