En privado con...
Martirio se somete a 'En privado con...': un personaje y cinco preguntas a quemarropa sin darles la oportunidad de pensar más allá de dos o tres segundos de cortesía.
Lleva más de cuatro décadas poniendo voz y música a expresiones populares, siempre parapetada tras unas gafas negras y bajo unas originales peinetas. Es así como sobre el escenario la tímida Maribel Quiñones (71) se transforma en Martirio. Una artista declarada Patrimonio de Andalucía por obra y gracia de la marca de cerveza Cruzcampo, que celebra sus 120 años con una edición limitada de botellines con etiquetas de Martirio y otros patrimonios andaluces como son los patios con flores, Chiquito de la Calzada, el albero y Camarón de la Isla.
Martirio acaba de arrancar la gira Al sur del tango en la que fusiona el flamenco con el tango, como antes ya hizo con el jazz y el bolero, una apuesta algo arriesgada pero acorde con su manera de pensar durante todos estos años: “Un artista, mejor o peor ha de ser único. Buscar un espacio donde no haya nadie y dejar huella”.
Martirio en cinco preguntas
Si tuviera una segunda vida, ¿Qué cambiaría o a qué se dedicaría?
Pues hay muchas cosas que me gustan como la cerámica o la pintura. Pero creo que me dedicaría a la psicología, terapeuta o masajista… todo lo que tiene que ver con la curación interior.
Si pudiera tener una cena con cualquier persona, viva o muerta, ¿Quién sería y qué pregunta le haría?
Me gustaría volver a cenar con Chavela Vargas y le preguntaría: “Cuando cantas y pones en pie a miles de personas ¿Cómo te sientes cuando te vas sola para el hotel?”
¿Cuál es el hábito más raro que tiene y que cree que nadie más comparte?
No es extraño pero siempre, siempre voy en taxi a todos los sitios. De pequeña sentía que eso de levantar la mano y parar un taxi era lo más grande de la vida.
¿Quién es su amor platónico?
Vittorio Gassman, sin dudarlo.
¿Qué es lo más raro que lleva en el bolso o en la cartera?
Mis escapularios: Sor Ángela de la Cruz, San Judas Tadeo y San Pancracio. Esos tres santos siempre van conmigo. Y cuando actúo siempre llevo unos collage que yo hago, debo tener unos 16, en los que mezclo gente que me gusta, santos, hoteles o cosas bonitas que me han pasado y les pongo a los pies incienso de mirra, o un huevo de cuarzo, como si fuera un altar.