Tras su separación con Javier Sagrera, la vida de Mónica Pont cambió por completo. La actriz se enfrascó en un complicado proceso de divorcio que terminó con la custodia para el padre, debido a que la actriz residía en Madrid por cuestiones de trabajo. Una decisión que vino impulsada por la necesidad del menor a no perder su círculo en Cataluña.
”Yo me estoy perdiendo su infancia porque su padre no quiere que hable conmigo, ni me haga fotos, ni que las suba a Instagram”, confesó con dolor en 2017. Una difícil relación con su hijo que se dificultó durante un tiempo cuando la presentadora decidió establecer su residencia en México al no poder soportar más la situación. Sin embargo, este cambio sirvió para resolver sus diferencias.

Mónica Pont junto a su hijo Javier
El pasado jueves, Mónica Pont acudió a TardeAR para explicar el punto en el que se encuentra su vida en estos momentos. “A mí muchos padres y madres se ponen en contacto conmigo para preguntarme cómo he conseguido esta relación tan bonita con mi hijo porque están pasando por situaciones iguales”, señaló.
Tras años de calvario, madre e hijo han sabido reconducir todo y ahora pasan tiempo juntos. En el mencionado programa, mostraron imágenes de ambos disfrutando de un día de playa en las que se pudo ver la buena sintonía que existe en la actualidad.

Mónica Pont y su hijo
Pero Mónica Pont tampoco dudó en hablar sobre lo mal que lo pasó y sobre su decisión de huir a México. “Hay un momento que mi hijo, influenciado, me dijo que no me quería ver. En un circuito me dijo: 'Mamá, no sé qué haces aquí, debería estar papá'”, relató con lágrimas en los ojos, afirmando que marcharse fue la decisión “más difícil” de su vida.
Mónica Pont: “En ese momento me di cuenta de que me estaba dando golpes contra una pared”
“A veces, no luchar, es luchar desde otra perspectiva. En ese momento me di cuenta de que me estaba dando golpes contra una pared, la única manera de recuperar a mi hijo era dándole su espacio y eso es no estar llamándole y no exigirle”, relató con sinceridad.
Mónica Pont estuvo seis años en México intentando labrarse una carrera profesional y poniendo mar de por medio a sus problemas en España para que no empeorasen. Un movimiento arriesgado, pero que hizo que madre e hijo pudiesen volver a ser felices juntos con el paso del tiempo.