La nueva vida de Fran García (‘Gran Hermano 2’) a los 58 años, como novillero en su pueblo de Extremadura y alejado de la televisión: “Gané unos 50 millones de pesetas en un verano”

Fuera del foco

El concursante de la segunda edición del 'reality' que puso a Barcarrota en el mapa durante su estancia en Guadalix de la Sierra recuberaba recientemente su nombre de juventud en los ruedos

Fran García, concursante de la segunda edición de 'Gran Hermano'.

Fran García, concursante de la segunda edición de 'Gran Hermano'.

Mediaset

Ganó Sabrina Mahí, pero él estuvo a punto. Corría el año 2001 y aunque el fenómeno del Gran Hermano ya no era novedad, el reality de la vida en directo seguía triunfando en nuestro país. Todo, claro está, gracias a la nueva remesa de valientes que, por primera vez, aterrizaron en la mítica casa de Guadalix –la primera edición fue la única en que la casa se ubicaba en Soto del Real–, entre los que estaba él. Fran García, natural de Barcarrota, un pequeño pueblo de Extremadura, se ganó el cariño de la audiencia hasta el punto de casi alzarse con el codiciado maletín del premio final.

Su albornoz verdiblanco, su sempiterna cara de recién despertado y ese humor campechano con el que lidiaba con el encierro le bastaron para convertirse en un fenómeno. Por la época se definía como un ganadero al que no le gustaba madrugar, y quizá ahí empezó todo. Con la naturalidad como bandera y sin más aspiración que vivir la experiencia. Hoy, veinticuatro años después, aquel joven que despertó sonrisas desde la pantalla, ha vuelto a ponerse delante del público. Esta vez en un ruedo, como novillero. Y, como no podía ser de otro modo, ha sido en su tierra natal.

“El Niño de las Siete Torres”

Fran recupera el apodo de su juventud en la reinvidicación de sus orígenes

Fue el pasado 10 de agosto cuando la plaza de toros de Barcarrota acogió una jornada taurina que tuvo entre sus protagonistas a García, anunciado como Fran Reija ‘El Niño de las Siete Torres’, que es el nombre que usaba cuando “hacía sus pinitos con El Beni y Toto”, según recordaba el medio Hoy. A sus 58 años, el exconcursante del reality más longevo de Telecinco figuraba como uno de los reclamos del cartel del evento.

De algún modo, una forma de demostrar que, tras todo lo vivido, su esencia e intereses siguen intactos. Para muestra, el hecho de que ya en 2011, en una entrevista con el portal antes citado, él mismo reconocía que su vida seguía siendo la de antes, pese al pico de fama que experimentó: “Otros se colocan en la tele, se van a otra ciudad, cambian de amistades... Yo sigo en Barcarrota y me sigo dedicando a lo mismo”. Tan sencillo como que Fran nunca quiso formar parte del circuito mediático. Prefería el campo, el restaurante Las Mayas y los ratos al sol con los amigos de toda la vida.

“Me dieron tres millones y medio por una noche”

Las luces del plató, los contratos y las cuentas pendientes con la televisión

Como tantos otros 'grandes hermanos', tras su paso por el programa, Fran vivió el fugaz fulgor de la fama. Las discotecas se lo rifaban: “Gané unos 50 millones de pesetas en un verano”, confesaba catorce años atrás, así como que “en Barcelona me dieron tres millones y medio por una noche”. Pero no todo fue tan redondo. En la misma entrevista reconocía que le quedaron “cuentas pendientes”, como la promesa de una travesía alrededor del mundo 'cuando pillaran a Bin Laden' que nunca llegó: “Sigo sin viaje”.

También hablaba sin tapujos del contrato que cerró antes de entrar al concurso. “No creo que me vayan a fusilar ni nada”, alegaba que pensó cuando vio todo lo que debía firmar antes de entrar al programa. Fue luego cuando descubrió que, por entonces, la productora se lleva el 40% de cada actuación. El caso es que, pese a eso, no se arrepentía. “Si tú no tienes unos valores cuando entras allí, no vas a salir con esos valores. Es más, puede ser que pierdas alguno”, reflexionaba.

Fran, con su albornoz en la casa de 'Gran Hermano 2'.

Fran, con su albornoz en la casa de 'Gran Hermano 2'.

Telecinco

Del plató al campo y del campo a la plaza

Una vida sin artificios, entre animales, barro y ahora, arena

Su presente parece ser tan discreto como auténtico. A diferencia de otros compañeros de edición que prolongaron su exposición pública –véase el caso de Marta López, primera expulsada de GH2, que más de dos décadas después sigue siendo uno de los rostros estrella de Mediaset–, él regresó al campo, donde heredó El Cenegal, una finca de su tía, y se dedicó a la ganadería.

La cuestión es que aquel albornoz que subastaron por 60.000 euros es ahora solo una anécdota de juventud. Lo que permanece es ese carácter, ese “ser de pueblo” del que nunca renegó. “Hubo quien me llamó pueblerino... No me puede sentar mal porque soy de pueblo, lo malo es el retintín”, contaba en la entrevista mencionada. A fecha de 2025, en plena madurez, se ha permitido ese capricho que quizá arrastraba desde la juventud. El de vestirse de luces, aunque fuese por un festejo modesto y sin grandes titulares ni cadenas de televisión detrás.

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