Comenzó en la radio, dio el salto a la pequeña pantalla de la mano de Jesús Hermida allá por 1987 y hace escasos ocho años se atrevió a cruzar el umbral de la casa de Guadalix de la Sierra para ser concursante de la quinta edición de Gran Hermano VIP, donde resultó tercera finalista. Lo que vino después fue una reinvención inesperada y luminosa. Lejos de retirarse de los focos, Irma Soriano ha sabido reconducir su camino profesional sin renunciar a sus raíces mediáticas. Hoy, con 61 años y la energía intacta, la andaluza pisa fuerte, tanto sobre las tablas como en las redes.
Y es que sí, la escena es ahora –también– su territorio. Desde que se subió al escenario con Pensionistas La Comedia, junto a Rosa Benito y Loreto Valverde, ha girado por toda España con el compromiso firme de llevar su humor y su arte a cada rincón del país. El pasado 15 de junio, tras la última función antes del parón estival, la presentadora compartía en redes un mensaje que resume su filosofía actual: “Ojos curiosos, ojos que miran con asombro, a los que les interesa todo, con los que sigue aprendiendo esta curranta, que agradece cada oportunidad que se le presenta y aprovecha, como si fuera la única, que no la última”. Una declaración de intenciones que refleja el momento vital que atraviesa. Agradecida, activa y con la mirada bien abierta.
“Las mariposas en el estómago que se suben”
El teatro, el reto con el que Irma ha recuperado la magia de las primeras veces
Y es que, para ella, Pensionistas no es solo una obra. También es una forma de conectar con el público desde la cotidianidad y la risa. Así, Irma ha encontrado en el humor teatral un vehículo perfecto para seguir comunicando, cosa que ha sido su vocación desde niña, solo que de una forma distinta a la que venía estando acostumbrada. “Esos minutos previos donde las dudas, las mariposas en el estómago que se suben, las inseguridades que no te dejan en paz…”, confesaba en la citada publicación en la red, dejando ver que los nervios siguen siendo parte del juego pese a la experiencia.
Ahora bien, cabe destacar cuan bien acompañada se siente por dos mujeres con las que comparte función y ahora ha forjado una química que traspasa la escena. “Nos hemos comprometido a ir a todos los teatros de todos los pueblos de nuestro país”, escribía con convicción en su cuenta, como muestra de sororidad cómplice y una unión de trayectorias que se entrelazan para seguir vivas ante el aplauso del patio de butacas. De algún modo, como si la gira, que retomarán en septiembre, fuese también un acto de resistencia profesional en una industria que no siempre ofrece segundas oportunidades.
El caso es que más allá de los focos del teatro, Irma sigue presente en los medios. Colabora esporádicamente en Y ahora Sonsoles de Antena 3, en Un año de tu vida, en Canal Sur, y mantiene una intervención semanal en la versión radiofónica de Madrid Directo, en Onda Madrid. También ejerce de influencer –palabra que ella usa con humor– en su perfil de Instagram, donde supera los 100.000 seguidores. Allí comparte reflexiones, anécdotas familiares y contenido que va desde el apoyo al pequeño comercio al amor por su perro Coco, que, según contó recientemente, le destrozó las gafas justo antes de salir a coger el tren. La mezcla perfecta de lo cotidiano con lo profesional.

Irma Soriano en el plató de 'Y ahora Sonsoles'.
El lado personal
Maternidad tardía, su segundo matrimonio y el equilibrio entre familia y vocación
Como es usual en el negocio, el equilibrio entre vida personal y carrera ha sido, sin duda, uno de los mayores retos para la comunicadora jiennense. Con cuatro hijos, dos de ellos fruto de su matrimonio actual con el cámara Mariano Navarro –doce años menor que ella–, Irma no ha dudado en romper moldes. Se sometió a un tratamiento de fecundación in vitro a los 48 años y dio a luz a Luis Juan en 2012. “Me sentí juzgada”, confesó en su día, pero no se arrepiente de nada, pese a que se lo jugó “todo”. Hasta la salud.
Hoy vive en Madrid con Mariano, sus hijos más pequeños y su mascota, y aunque el foco mediático sobre su vida privada ha disminuido, ella ha aprendido a preservarla con sabiduría. La distancia que llegó a marcar su relación con su hija mayor ya es parte del pasado, y el presente está marcado por la unión familiar, los trayectos de gira y el equilibrio entre vocación y calma. Irma ha encontrado una serenidad que no significa freno, sino su particular nueva forma de estar en el mundo.