Jordi Cruz lleva 12 años siendo el juez más duro y criticado de la marca MasterChef en España. Un puesto que se ha ganado por su férreo posicionamiento a favor del perfeccionismo en la cocina y por sus valoraciones, que en ocasiones han arrancado las lágrimas de algunos concursantes. Por ello, no es de extrañar que se muestre totalmente impasible ante los comentarios negativos que recibe a diario.
De esto mismo ha querido hablar en su visita al podcast Se me antoja, donde ha querido dejar claro que no se ve afectado por nada de lo que le digan a nivel profesional y personal. Sin embargo, sí hay algo que no lleva del todo bien: que no valoren el trabajo que hace junto a su equipo en sus restaurantes.
Jordi Cruz
“Me afectan las críticas profesionales dichas desde la lejanía, desde el pesar poco. Esas críticas que no tienen en cuenta que hay 50 personas trabajando en tu casa. La que no está dicha desde el cariño ni desde ser generoso, sino desde te voy a tocar las pelotas”, se ha sincerado, desvelando cuáles son los únicos comentarios negativos que sí le molestan de alguna forma.
Jordi Cruz: “Me encantan que vengan a verme a mí, pero sobre todo que vengan a comer lo que hacemos un servidor y mi equipo”
Para ejemplificar sus palabras, el chef ha puesto sobre la mesa una situación que le ocurre muy a menudo. Son varias las personas que se han sentido frustradas al no poder conocer a Jordi Cruz cuando ha ido a uno de sus restaurantes y que le han reprochado su ausencia de forma maliciosa.
“Yo ese día vine a echarme una foto contigo y no estabas, pues tu restaurante es una mierda. Eso no. Mi prioridad es darte muy bien de comer. Yo tengo cuatro restaurantes en Barcelona y me intento repartir. Me encantan que vengan a verme a mí, pero sobre todo que vengan a comer lo que hacemos un servidor y mi equipo”, ha continuado con contundencia.
Pero no es de lo único que ha querido hablar en este podcast. El juez de MasterChef ha recibido también numerosas críticas por la forma en la que ha hablado del cambio en la legislación laboral en la hostelería. Y es que no acaba de adaptarse a que sus trabajadores quieran trabajar ocho horas al día y no estar más tiempo de lo acordado en sus cocinas.
”Hemos pasado de ser espartanos, de meterle 14 horas, de verlo como algo bonito y sacrificado. Hemos pasado de eso a buscar un equilibrio, a hacer solo ocho horas, a entenderlo de una forma totalmente distinta”, ha reconocido. Unas palabras que no han sido bien vistas por los oyentes del programa, que no han dudado en afearle la situación.
