La ex primera dama francesa, Carla Bruni, ha arrancado la espuma del micrófono de un periodista y lo ha tirado al suelo después de que su esposo, Nicolas Sarkozy, fuera condenado a cinco años de cárcel por un caso de conspiración criminal en relación con Libia. Bruni, de 57 años, ha estado junto a su esposo mientras pronunciaba un discurso tras el veredicto. “Si quieren que duerma en la cárcel, dormiré en la cárcel, pero con la cabeza bien alta”, ha dicho el expresidente.
Una vez terminadas sus palabras, mientras caminaban hacia el coche que los trasladaría a su residencia las cámaras han captado unas últimas imágenes de Bruni agarrando la funda de espuma roja del micrófono del sitio web de periodismo de investigación Mediapart y la ha tirado al suelo. El gesto, que ha desconcertado, podría indicar un descontento con la prensa en general o con el medio en particular.
La justicia francesa inició una investigación en el 2013 después de que el sitio Mediapart publicara lo que dijo era una nota de los servicios de inteligencia libios, fechada en diciembre del 2006, que mencionaba un supuesto acuerdo con el entonces gobernante de ese país, Muammar Gaddafi, para ayudar a financiar la carrera presidencial de Sarkozy.
Bruni ha acompañado este jueves a su esposo mientras recibía su sentencia. Más tarde, ha publicado en sus redes sociales una foto de ella y su esposo cogidos de la mano al entrar al tribunal, con el texto: “El amor es la respuesta” y una etiqueta que decía “el odio no prevalecerá”.
Sarkozy, de 70 años, fue absuelto por un tribunal de París de todos los demás cargos, incluyendo corrupción y financiación ilegal de campañas. Sin embargo, el fallo significa que el expresidente pasará tiempo en prisión incluso si apela, una sentencia mucho más severa de lo que muchos esperaban. Sarkozy ya ha anunciado que apelará el veredicto, que denunció como “extremadamente grave para el Estado de derecho”.
En otra pequeña victoria para el expresidente, el tribunal ordenó que Sarkozy fuera puesto bajo custodia, y la fiscalía tendrá un mes para informar al exjefe del Estado francés de cuándo deberá ingresar en prisión, evitándole así la humillación de ser expulsado de la sala por la policía e ir directamente a la cárcel.

