La capacidad rehabilitadora de la cárcel se pone en cuestión de manera habitual. No parece el caso de Sean Diddy Combs, que envió una carta al juez pidiendo clemencia en la que aseguró que, después de más de un año entre rejas, “soy diferente”.
El músico y magnate del hip hop remitió ese texto el jueves, la víspera de la vista para su sentencia. A pesar de sus buenas palabras escritas, y de que ya en la sala este viernes suplicó “misericordia”, el juez Arun Subramanian le impuso cuatro años de prisión para que siga su reconversión y se redima de los dos delitos relacionados con la prostitución a los que le condenó el jurado en julio, tras un juicio de ocho semanas en el tribunal del bajo Manhattan.
En su resolución dictada tras más de cinco horas de alegatos, prácticamente todos de la defensa, el juez consideró que los 11 años que solicitó la fiscalía “no era razonable” y los 14 meses reclamados por los abogados de Combs “insuficientes”.
Argumentó que los delitos eran serios, dañó a dos mujeres que incluso pensaron que iban a morir. “La sentencia requiere enviar un mensaje a los abusadores y a las víctimas, así como a la explotación y a la violencia contra las mujeres de que realmente se rinden cuentas”, dijo.
“Hay luz al final del túnel”, trató el juez de consolar al convicto.
Así concluyó una jornada que contó con el momento culminante de la intervención de magnate del entretenimiento, a diferencia de su silencio en la vista oral, la misma en la que el jurado le absolvió de las acusaciones más graves y que suponían la posibilidad de la cadena perpetua.
“No puedo culpar a nadie más que a mi mismo. Cumpliré las condiciones que me imponga”, señaló el músico y empresario del hip hop.
Pidió disculpas a las dos mujeres en el centro de su caso, Casandra Ventura, pieza clave, y otra no identificada y solo reconocida como Jane. La disculpa la extendió a sus hijos, su madre y a la comunidad afroamericana.
Aceptó que su conducta fue “repugnante, vergonzosa y enfermiza”. Y se dio un baño de humildad al afirmar que “no soy más grande que la vida, solo soy un ser humano. En su búsqueda de piedad indicó que “por mis decisiones he perdido mi libertad, la oportunidad de educar a mis hijos y estar con mi madre. He perdido mis negocios y mi carrera, he destruido totalmente mi reputación”.
El juez reconoció que todas esas circunstancias las tenía presentes, pero no bastaban solo palabras.
Fue una audiencia maratoniana, convertida en un show, algo más que inusual por la cantidad de gente que participó por la llamada de la defensa, solo comparable e incluso superior a un caso de pena de muerte. A diferencia de la vista oral, en la que los abogados del artista no llamaron a nadie a declarar, la audiencia de sentencia se caracterizó por el desfile de voces favorables al convicto, en especial letrados, amigos y familiares.
Combs, de 55 años, también conocido como Puff Daddy, entre otros apodos, fue trasladado desde el Metropolitan Detentión Center de Brooklyn y entró en la sala sonriente, expresando total confianza de que podía salir libre ya si le imponían 14 meses de prisión.
Al igual que habló él, esta vez también irrumpió la familia al rescate. Una vez que la fiscal y los abogados defensores expresaron sus diferencias respecto a la gravedad del asunto, los seis hijos adultos de Combs se reunieron en torno al estrado para dirigirse a la sala. Quincy, Justin, Christian, Chance, D’Lila y Jessie comparecieron en busca de persuadir al juez de que su padre ha cambiado en prisión y se le debería dar “una segunda oportunidad”.
“Está completamente transformado”, afirmó Quincy. “Nuestro padre nunca jamás hará nada que ponga en peligro su libertad”, sostuvo.
Chance Combs, su hija mayor, dijo al juez que ha visto como su padre, estando en prisión, se ha transformado en otra persona, “más real y perdurable”. Y añadió: “Cuando hablamos, habla con una mente clara y un propósito que no le había oído antes”.
Entre lágrimas y emoción, D’Lila hizo una súplica. “Por favor, señoría, por favor, déle a nuestra familia la oportunidad de sanar juntos”. Combs murmuró un “os amo” durante esos testimonios.
A esta comparecencia le siguió la proyección de un vídeo estilo documental y campaña electorla de once minutos realizado por el equipo de defensa, donde Combs apareció como buen padre, figura inspiradora (como correr el maratón de Nueva York para recaudar fondos destinados a caridad) o filántropo generoso. El acusado sollozó. Ahí se incluyeron imágenes familiares con Kim Porter, madre de cuatro de sus hijos, que falleció en el 2018.
Una letrada de la defensa insistió en la relevancia de Diddy para la comunidad afroamericana por su trabajo como emprendedor en televisión, moda o música, como escritor, productor, artista y propietario de una marca.
Esa hagiografía de Combs, en la que indicaron que quedó traumatizado a los tres años por el asesinato de su padre y de ahí el futuro uso de drogas, contrastó con la descripción que ofreció de él la que fuera su novia, Casandra Ventura, conocida en el mundo de la música como Cassie.
En el juicio relató esos maratones sexuales llamados Freak Off en los que ella se veía obligada a mantener, con la ayuda de drogas, largas sesiones de relaciones con escorts masculinos que Combs grababa, y se masturbaba. Jane, la otra víctima, testificó algo similar. Sus abogados replicaron otra vez, como entonces, que los encuentros sexuales eran voluntarios.
“Sé quien fue él para mi, el manipulador, el agresor, el abusador, el traficante, ese es él como ser humano”, escribió Ventura en la carta que envió al juez previamente a que dictara sentencia. “Nadie estará seguro si sale en libertad”, subrayó en su misiva.
La fiscal denunció que Combs jugaba a culpar a las víctimas y descalificó durante esta audiencia el argumento de rebajar todas sus fechorías a un simple caso de violencia doméstica. “Este es un asunto con víctimas reales, que han sufrido daños reales a manos del acusado. Es un asunto sobre un hombre que cometió cosas horribles a otras personas para su propia gratificación sexual”, remarcó.
Frente al vídeo del padre jugando con los hijos, la fiscal recordó que las imágenes de Combs pegando a Ventura, captadas por las cámaras de un hotel, “muestran al convicto tal como es”.